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OPINIÓN - MARTES, 14 DE JULIO DE 2009

 

OPINIÓN / EL OASIS

Etopeya de Pedro Gordillo
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

El martes pasado, Pedro Gordillo me presentó a Rafael Jiménez Gámez, que es profesor en la Facultad de Ciencias de la Educación. Departamento de Didáctica, en la Universidad de Cádiz. Así reza en la tarjeta que tengo de él.

El profesor Jiménez Gámez es nacido en Ceuta. Y su amistad con Gordillo viene de lejos, de muy lejos, y por tanto mantiene con éste unas relaciones que me parecieron inmejorables. Tal es así que ambos se permitieron hablarse con entera libertad.

Jiménez Gámez, como ya conté en la miscelánea semanal, me dijo que como lector que había sido mío se acordaba de cuando Gordillo no salía bien librado en algunos de mis artículos. Cual si creyera que soy frágil de memoria o tal vez pensara que refrescándomela podría dejarme a la altura del betún.

Mi respuesta no se hizo esperar: nunca es tarde para que vuelva, si así lo creo oportuno, a zurrarle la badana al vicepresidente de la Ciudad. Bajo la mirada atenta de Gordillo y su sonrisa de complacencia.

Y el profesor Jiménez Gámez me contestó que volvería a leerme. Como si desde que escribo en ‘El Pueblo de Ceuta’ no me hubiera leído nunca. Cosa rara. Porque de haber sido así, seguramente no sabría que también en ocasiones suelo regarle algunos ditirambos al Gordillo que elogia, en cuanto se le presenta la ocasión, Miguel Arias Cañete. Y, desde luego, no habría tenido el menor sentido, por parte de Jiménez Gámez, recordarme la época en la que mis relaciones con el vicepresidente de la Ciudad eran inexistentes.

Tras ponernos a prueba ambos, es decir, Jiménez Gámez y yo, quise saber la opinión que él tenía de Gordillo. Y lo primero que hizo fue recordarle al vicepresidente cierta situación política que no viene al caso referir. Y luego, casi de carrerilla, habló del carácter apasionado de Pedro y destacó que solía ser muy amigo de sus amigos. Tampoco se olvidó de airear su vehemencia y la tozudez con se emplea en ocasiones.

O sea, que lo expuesto por Jiménez Gámez ni tan siquiera tenia un adarme de novedad. Y es que su descripción del carácter, acciones y costumbres del presidente del PP de Ceuta, es la clásica etopeya que le vienen haciendo a éste todos cuantos se deciden a enjuiciarlo. Todos lo consideran hombre apasionado, y tan impetuoso como para mostrar a veces un pronto brusco que desconcierta. Pero que remite en un santiamén y da paso a lo mejor de alguien que jamás se hace el distraído cuando se trata de ayudar a los demás.

Hace apenas nada, escribí que yo conocía a Gordillo de vista y de oídas. Y además destacaba que, durante veintitantos años, sólo había hablado con él en tres o cuatro ocasiones. Y hasta declaraba que mi interés por conocerle más y mejor comenzó cuando me enteré de que estaba pasando por un momento difícil. Aquejado de unas dolencias que llegaron a mantenerle en reposo, durante cierto tiempo.

Sería absurdo negar que la forma de ser y de actuar del personaje, no merece seguimiento. Y cuanto más me preocupo de ahondar en relación con los comportamientos de Gordillo, hay algo que destaca sobre todo: los encuestados dicen que jamás deja tirada a su gente, si no hay por medio evidencias objetivas. Vamos, que cumple a rajatabla con una cuestión de lógica en el seno de su partido.
 

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