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OPINIÓN - JUEVES, 16 DE JULIO DE 2009

 

OPINIÓN / EL OASIS

Velada social
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Cuando todavía se hablaba de la fiesta celebrada el jueves pasado en el Parque Marítimo del Mediterráneo, y bien (tal es así que la claque, compuesta por famosos residentes en Madrid, no cesa de propalar las bondades de esta ciudad), llega nuevamente ‘Chocrón Joyeros’ y nos ofrece otra velada social.

En esta ocasión, las instalaciones del Casino de Ceuta fueron las elegidas para celebrar una reunión nocturna, cuyo principal interés radicaba en que pudiésemos apreciar el arte de Manuel Carrera: un escultor de joyas que quiso exponer en Ceuta. A propósito: me imagino que el artista habrá disfrutado del escenario. Por más que no haya conseguido clientes para su obra. Por mor de la crisis.

En las veladas sociales, tan necesarias siempre, donde la gente charla y condesciende, y uno –es decir, yo- gusta de abrirse a los demás, suceden a veces cosas imprevistas que terminan por hacer que la fiesta sea un disfrute o no. En este caso, todo salió a pedir de boca.

Imprevisto fue que me viera de pronto charlando con Conchita Íñiguez. Con la que nunca antes había hablado ni mucho ni poco. O sea, nada. Conchita, esposa del vicepresidente de la Ciudad, se dirigió a mí con ese desparpajo que tanto me habían celebrado de ella. Sin simulaciones. Sin remilgos de tres al cuarto. Aunque manteniendo en todo momento un saber estar sin afectaciones. Vamos, sin fingimientos ni apariencias. Así da gusto. Pero uno, que sabe más por diablo que por viejo, es consciente de que no se debe descartar que cualquier absurda nimiedad, manejada por algún quintacolumnista, pueda dar pie a que llegue otro período de tiempo sin decirnos ni mu. Así que hemos de estar al tanto.

Quien está al tanto de todo cuanto sucede en la velada es, como siempre, Juan Antonio Osuna, jefe de protocolo del Ayuntamiento. Con Osuna he vivido ya varias celebraciones. Y algún comentario creo haber hecho ya acerca de su forma de ser. Y, desde luego, doy fe de que no se le escapa detalle alguno.

También comparto un rato de la fiesta con Francisco Martínez Racero, director general de la consejería de Presidencia. De Paco me venían hablando muy bien. Sobre todo de su preparación. La cual le hace tener grandes conocimientos de todo lo tocante a la Administración Local. Si bien me faltaba tratarle al objeto de irme haciendo a la idea de cómo es en las distancias cortas. Y como las circunstancias, en forma de fiestas, nos han ofrecido la posibilidad de pegar la hebra a destajo, debo confesar que tengo las mejores impresiones de él. Ah, la aparente seriedad sesuda de Paco es una pose. En cuanto se le tira de la lengua, surge un tipo divertido. Tan divertido como ese amigo del cual ambos disfrutamos: Víctor Martínez Guerra.

Por lo demás, la velada social, celebrada en unas instalaciones magníficas, cumplió perfectamente con los cometidos que de ella se esperaban; en primer lugar, que todos conociéramos parte de la obra de Manuel Carrera. En segundo lugar, darnos cuenta de que esta ciudad, más que otras y por razones obvias, está necesitada de reuniones donde podamos vernos sin desviar la mirada; sin rencores, por ser materia tóxica; y donde primen la alegría, la charla improvisada, los rumores y los comentarios que vengan a cuento. Como el que yo le hice a José María Campos cuando nos cruzamos. O a Juan Vivas en el momento oportuno.
 

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