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sucesos - VIERNES, 17 DE JULIO DE 2009


el féretro del pequeño. m.z..

entierro del pequeño raian
 

Rincón despide a Raian “enferma de dolor”

Cientos de personas apoyan en la localidad
marroquí a las familias de Dalila y Mohamed, que que aseguran no haber iniciado aún ninguna acción judicial por la muerte de la joven y su bebé
 

CEUTA
Gonzalo Testa

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Autoridades del Consulado español en Tetuán y las instituciones locales, cientos de personas y decenas de periodistas se sumaron ayer al dolor de las familias de Mohamed El Ouarachi y Dalila Maimuni en la despedida de su único hijo, el bebé Raian, bautizado así por el nombre que recibe una de las ocho puertas del paraíso musulmán, cuya vida fue segada el pasado lunes por un “terrorífico error médico”. Amparados en lo trágico de un maldito “designio de Dios”, como también lo calificó el Rey de Marruecos en la carta que envió a la familia a través de su gobernador local, los allegados esperan para decidir si actuarán judicialmente o no.

M’Diq despidió ayer bajo un sol de injusticia y un calor “desconocido” al pequeño Raian, el hijo de Dalila Maimuni, el bebé al que un “terrorífico error médico” segó la vida en el Hospital Gregorio Marañón de Madrid el pasado lunes. Cientos de personas y decenas de periodistas de uno y otro lado del Estrecho se dieron cita en las calles de Rincón para acompañar a las familias de los padres del niño, cuyo cadáver aterrizó en el aeropuerto de Tetuán a las 11.45 horas en un avión fletado especialmente por el Rey Mohamed VI que fue recibido a pie de pista por el canciller del Consulado español en la capital del antiguo Protectorado, Jesús Cuartero, y el alcalde y el gobernador de Tetuán, Mrabet Sousi y Mohamed El Yakobi.

El cortejo fúnebre hizo su primera parada en la mezquita central de la ciudad, Masyid Ahdam, donde quedó el cuerpo del bebé hasta que, poco después de las dos de la tarde, su imam llamó al rezo de mediodía. Durante esas dos horas y en la casa de la familia de Mohamed El Uriachi, padre de Raian, sus seres queridos y los de Dalila lloraron juntos su “desgracia” y recibieron a las autoridades locales, que les leyeron y posteriormente entregaron una carta manuscrita del soberano marroquí dándoles el pésame, recordando que lo sucedido fue “un error” humano e instándoles a asumir el desgraciado “designio divino”.

En la puerta de la vivienda, levantada con el sudor vertido durante décadas de trabajo en España, los tíos abuelos paternos de Raian, Mohamed y Laarbi Dadach, que en los sesenta emigraron a Madrid y ya nunca volvieron a su tierra natal más que de vacaciones, agradecieron a los presentes su atención y se esforzaron por dejar claro que lo sucedido no había dejado en sus conciencias ningún poso de rencor ni desconfianza hacia el país que los acogió hace cuarenta años.

“Ha sido una tragedia, la voluntad de Dios, pero las excusas no valen”, lamentó Abdellah Dadah manteniendo la compostura ante la desventura, DNI español en la mano, acento castizo, perfecto representante de una “larguísima” familia plenamente asentada hoy en Fuenlabrada, Moratalaz, Legazpi, Humanes y otras mil partes de la capital de España, una saga que en septiembre pasado, después de que se casaran, animó a Mohamed y Dalila, ya casada y “entregada” a su marido, las zapatillas de correr por el monte a un lado, a seguir sus pasos. Sin mucha fortuna, parece. Ninguno de los dos tenía trabajo cuando les visitó la tragedia y vivían “en un cuarto muy pequeño”.

Fue entonces cuando la joven que falleció el mismo día que cumplía 20 años en el Gregorio Marañón, presunta primera víctima en España de la Gripe A, miembro del equipo nacional marroquí, discípula aventajada de Hicham El Guerrouj, “alegre y abierta” según su compañera deportista Hanan Hadami, conoció la España peninsular, el país en el que su padre, Dris Maimuni, se había dejado la vida en 2004 en un accidente de trabajo.

“No es una muerte, ya son tres”, enumera con sorprendente sobriedad la madre de Dalila, Aziza Ismail, traducida por su yerno, en su casa tras el entierro, que como es tradición recorrió parte de la ciudad con el féretro del niño en manos de su padre y otros familiares cercanos, una multitud detrás, entre las voces titilantes de las mujeres, que no visitarán el cementerio, donde madre e hijo ya reposan separados por unos centímetros de tierra, hasta pasado mañana.

Tres muertes “sin aclarar”

“Son tres”, repite, “y ninguna aclarada”, prolonga la mujer, que trabaja en el hospital local y que, aún no deseando “ningún mal”, como su consuegra, a la enfermera que mató a su cuarto nieto por un supuesto despiste, no se resiste al olvido. “Mi marido murió, su empresa desapareció y nadie hizo justicia; a mi hija seguro que no la mató la Gripe A y a mi nieto… Cuando le perdí a él me di cuenta de verdad de que también se me había ido ella”, lamenta serena.

Todavía en la calle, Youssef, 25 años, amigo de la infancia de Dalila, testigo privilegiado del amor que la unió “desde niña” a Mohamed de forma ya, paradójicamente, inseparable, llora conteniendo las lágricas la pérdida de su vecina y la de su hijo. “Hoy todo Rincón y todo Marruecos están enfermos de dolor porque las dos son familias muy queridas”, afirma corroborando las palabras que minutos antes ya había pronunciado una tía-abuela del padre del bebé, Chama Hayasi.

A apenas 500 metros, en la casa de su familia, El Uriachi, cara de niño sin terminar de crecer todavía, se conjura para salir del “pozo” en el que le ha sumido la pérdida de esposa e hijo: “Ahora”, dice amable con un hilo de voz a los corresponsables que le dan el pésame, “quiero tranquilizarme aquí, en mi ciudad, e intentar reponerme”. Quizá algún día, parece pensar sin decirlo, recobre el ánimo para volver a pensar en estudiar para ser policía, como había planeado con su esposa hacer en Madrid.

Sin acciones judiciales

Ni la familia de El Uriachi ni la de Maimuni han puesto todavía las muertes de Dalila o Raian, que recibió tal nombre en memoria de la puerta que, según el Islam, da acceso al paraíso a quienes se caracterizan por el ayuno, en manos de abogado alguno. “Yo he hablado con mi letrado de Ceuta”, reconoce el yerno español de la madre de la fallecida, Sufian Ahmed, “pero no le hemos pedido que haga nada hasta que el Gobierno de Madrid diga algo”.

A su lado, su suegra insiste en que la muerte de su hija no pudo ser por Gripe A, que ella estuvo entrando a verla sin guantes ni mascarilla durante días, que todo es una excusa para ocultar algo que no aciertan a decir. Menos explícitos, los familiares del padre del bebé también lamentan que nadie en Urgencias ordenase el ingreso de Dalila antes, cuando hasta por cuatro veces la devolvieron a su casa con gripe.

La abuela paterna de Ryan, Hafida, exige tiempo, respeto a las formas y a las tradiciones, a la cultura. “La familia del padre no ha hecho nada ni ha contactado con nadie hasta ahora porque esa es una decisión que mi hijo tomará cuando pueda y que todos debemos respetar”, advierte, “porque esto no es un negocio ni una cuestión de dinero”
 

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