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OPINIÓN - SÁBADO, 18 DE JULIO DE 2009

 

OPINIÓN / EL OASIS

La diferencia entre Ceuta y Melilla
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Muchas veces, hasta el punto de tachárseme de pesado, he dicho que existe una diferencia abismal de comportamiento entre Juan Vivas y Juan José Imbroda cuando corresponde recibir a los miembros del Gobierno Central. Ya sean éstos ministros, secretarios de Estado, subsecretarios o cualesquiera otros cargos.

Los cargos socialistas que llegan a esta tierra y rinden visita al Presidente de la Ciudad, tienen siempre la percepción de que son bien recibidos. Y, desde el primer momento, pierden cualquier atisbo de incomodidad durante las conversaciones. Porque Vivas les hace sentirse bien y ellos tratan por todos los medios de corresponder a las peticiones que éste les hace. O, al menos, aproximarse lo más posible a lo pedido.

Me consta, pues he tenido ya ocasiones suficientes para informarme, que a Imbroda le cuesta lo indecible relajarse ante las mismas visitas. Parece ser que se descompone ante la presencia de cualquier socialista con mando. No lo puede evitar. Es superior a sus fuerzas. Y además se le nota tanto que, durante los encuentros, los visitantes aprecian que son soportados por necesidades del guión y nada más.

Y, claro, los comentarios de los cargos entre los suyos, nada más regresar a su destino, son siempre favorables a Vivas. Y sus palabras repercuten positivamente en todo el personal que ha de intervenir en los asuntos que conciernen a Ceuta. Todo lo contrario sucede cuando se trata de Melilla. Un problema que debe solucionar Imbroda. Aunque, por lo que llevamos visto, parece que la cosa tiene muy difícil solución.

Tampoco conviene olvidar que una buena cohabitación, como la que se está dando entre José Fernández Chacón y Vivas, es esencial para que ambas administraciones mantengan relaciones más que fluidas a fin de conseguir logros que redunden en beneficio de los ciudadanos. Y a los hechos me remito.

Fernández Chacón, por ejemplo, es el mismo Delegado del Gobierno que estuvo en Melilla. Y, sin embargo, allí se levantaba cada mañana pensando qué mala salida de tono tendría que aguantar de Imbroda ese día. De modo que sus relaciones oficiales con el gobierno melillense fueron más que tirantes. Y esa situación, se mire por dónde se mire, no estimulaba, precisamente, los deseos de contribuir a la causa por parte del Delegado del Gobierno.

En estos momentos, se está celebrando por parte del gobierno local los 15 millones de euros anuales que percibirá en concepto de financiación autonómica gracias al nuevo sistema aprobado el miércoles con el voto ceutí. Un logro en todos los sentidos. Pero conviene resaltar, porque el olvido sería una injusticia clamorosa, el trabajo que ha hecho Pedro Gordillo.

Gordillo, tantas veces criticado con saña, ha sido capaz, por más que se trate de quitarle importancia a su actuación, de decirle a quien correspondía y en los instantes precisos, que el interés de los ciudadanos estaba por encima de la disciplina del partido a la hora de votar. Ya va siendo hora, pues, de reconocer el trabajo realizado por este gobernante. Sin que su forma de ser sirva como pretexto para ser cicatero con él a la hora de reconocer su buen hacer.

En relación con los socialistas, y con la labor que viene haciendo el Delegado del Gobierno, tampoco estaría de más reconocerles los méritos. En Melilla deben estar subiéndose por las paredes.
 

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