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OPINIÓN - MARTES, 21 DE JULIO DE 2009

 

OPINIÓN / EL OASIS

Toda precaución es poca
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

La llegada del hombre a la Luna es motivo de comentarios, debido a que hoy lunes, cuando escribo, se cumplen cuarenta años de la proeza de Armstrong, Aldrin, y Michael Collins, tripulantes del Apolo XI. En la reunión en la que estoy, en horario de aperitivo, alguien pregunta si nos acordamos de algo especial de aquel 20 de julio de 1969, fecha del acontecimiento del alunizaje. Los reunidos van relatando dónde estaban, qué hicieron o qué impresión les causó aquella extraordinaria aventura.

Llegado mi turno, cuento que aquel día me encontraba yo en la playa. En la playa de La Puntilla, del pueblo donde me nacieron, y que estaba de moda el siguiente grito: “¡Alcalde, te las bebes y no las pagas!”. La expresión era una denuncia que se había hecho popular en Jerez de la Frontera. Y que los jerezanos, en su deambular por las playas de la Bahía Gaditana, lanzaban al aire en tono jocoso y, si me apuran un poco, con ánimo de airear la mala costumbre que había adquirido su alcalde.

Un alcalde, famoso en todos los sentidos, que gustaba de salirse cada día de su despacho, a esa hora vaga de mediodía, para tomarse su aperitivo en un bar cercano al Ayuntamiento y conocido por su buen servicio. Llegaba pues el regidor, con su proverbial simpatía por delante y su enorme prestigio, y se tomaba los tres catavinos de fino la Ina y sus correspondientes tapas.

Y terminaba siempre despidiéndose sin que se le ocurriera nunca meterse la mano en el bolsillo. Y así estuvo el alcalde durante tres años. Hasta que el dueño, herido más por creer que lo estaba tomando por lelo que por el dinero de las consumiciones, supo hacerse con los servicios de unos chavales que se dedicaban a gritarle, en cuanto lo veían llegar al establecimiento y salir de él, lo de: “¡Alcalde, que te las bebes y no las pagas!”. Y, claro, luego no les quedaba sino salir por pies.

El grito prendió en todo Jerez. Y pronto se conoció su significado. Y los municipales fueron alertados para que trataran de amedrentar a quienes bien situados eran capaces de echarle en cara al alcalde su mala conducta. Mejor dicho: la cara dura que mostraba al beber y comer de gañote por creer que su cargo daba para eso y para más. Lo que no sé es si al alcalde le afectó la cosa de modo que dejara del ir al bar o bien decidió pagar lo consumido. Ni que decir tiene que el grito se hizo tan popular que, durante varios años de la mitad de los años sesenta, se oía a cada paso para poner en entredicho a quienes gustaban pegar la gorra. Y todavía, aunque con menor intensidad, se suele oír por tierras gaditanas el dicho: ¡Alcalde, que te las bebes y no las pagas!”.

Lo cual, y estaréis de acuerdo conmigo, dijo uno de los reunidos, no le pasará nunca al alcalde de Ceuta. En principio, porque no es hombre de frecuentar bares. Y menos si se trata de abandonar su despacho con la sola idea de tomar el aperitivo. Y luego porque jamás se le ocurriría, tras decir “Hasta verte, Jesús mío”, darse el piro sin pagar.

Llevas razón, respondió otro. Pero bien haría Juan Vivas en no aceptar nunca ciertas cuchipandas privadas. Ofrecidas por quienes están ya en el punto de mira de quienes comienzan a largar acerca de que tales anfitriones ganan dinero con relativa facilidad en el municipio. Y el contertulio lo dijo, créanme, con esa seriedad que dicen que ponen en el decir los miembros de ‘Manos Limpias’.
 

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