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OPINIÓN - JUEVES, 23 DE JULIO DE 2009

 
OPINIÓN / EL 7º DE CABALLERIA

Los ‘Confidemenciales’

Por Fidel Raso


Desgraciadamente todavía es posible leer en algunos medios de comunicación tonterías diversas bajo el epígrafe de ‘confidencial’ con las que el autor o autora de las mismas tiende a castigar la inteligencia más elemental del lector de turno que, por si fuera poco, ha pagado un dinerillo en el quiosco por el soporte mediático en el que le va la cosa esa que se quiere hacer pasar como periodismo o información.

A tales textitos, tan lindos en tonterías y chorradas diversas, los califico de dos maneras: ‘Tontidenciales’ o ‘Confidemenciales’, y lo hago así por una cuestión doble: justicia semántica por un lado y nivel dañino por otro. Para escribir un ‘tontidencial’ basta con ser tonto. Para escribir un ‘confidemencial’ basta con ser un demente. El primero puede que no sepa lo que escribe, y se debe ser misericordioso con él en estos tiempos de aguas turbulentas. El segundo puede que sepa (algo) de lo que escribe y eso le hace peligroso. Lo hace peligroso porque bajo el manto de la manipulación cabe cualquier cosa. Por una pura lógica de jerarquía laboral, para escribir un ‘tontidencial’ no hace falta tener cargo alguno. Se puede ser, por ejemplo, de la clase tropa. Las bobadas tienden a hacer gracia pero no caja. Para escribir un ‘confidemencial’ se debe llevar algún galón otorgado y tener el valor demostrado de saber disparar a la espalda de alguien. La cobardía no es mas que el signo externo de quien padece fobias, complejos y hasta cierto déficit mental si tomamos como patrón los valores medios de estabilidad sicológica.

A los patosos de la superchería dialéctica no les voy a pedir que liberen a la prensa de sus confidenciales, pero les recomendaría unos minutejos de lectura de un pequeño libro de bolsillo titulado “Opinión y verdad” (editorial Rialp) y cuyo autor, Hervé Pasqua, dice en la página 48 lo siguiente: “ La ausencia total de la verdad conduce a la desaparición del sujeto pensante (...) a partir del momento en el que el lenguaje deja de significar y comunicar, el sujeto se reduce a una pura ilusión gramatical”.
 

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