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sociedad - JUEVES, 30 DE JULIO DE 2009


tarek abdelkader. reduan.

reportaje
 

A fuerza de coraje

Él padece esclerosis múltiple, ella se
dedica en cuerpo y alma a su familia y
juntos, por amor, superan día a día las barreras arquitectónicas que impiden
que Tarek desarrolle su vida con
normalidad al vivir en una segunda planta
 

CEUTA
Cristina Marzán

ceuta
@elpueblodeceuta.com

No pasaron ni cinco años desde que Tarek Abdelkader Hamed y Hafeta Driss Abselam contrajeran matrimonio y pusieran a prueba de fuego lo que el amor era capaz de hacer por ellos. Un día, como otro cualquiera, Tarek se levantaba para trabajar de dependiente en un establecimiento de la ciudad cuando comenzó a sentir un pequeño hormigueo en la pierna derecha y las órdenes de defensa no se ejecutaban a través de su cerebro. Ante tales síntomas, el ceutí decidió acudir al médico de cabecera para averiguar qué le estaba sucediendo aunque los resultados, en un primer momento, no reflejaron nada preocupante. La situación se agravó con el paso del tiempo cuando Tarek comenzaba a notar que su cuerpo no le respondía, no reaccionaba, a veces inerte. Entonces, “fui a visitar al doctor Merino, neurólogo, quien me sacó líquido de la espalda y lo envió a Barcelona para analizarlo. A partir de ahí todo se complicó cuando me informó que tenía esclerosis múltiple”, explicaba el ceutí.

Una enfermedad neurodegenerativa y crónica del sistema nervioso central para la que no existe cura y las causas exactas son desconocidas. Puede presentar una serie de síntomas que aparecen en ataques o que progresan lentamente a lo largo del tiempo y, a causa de sus efectos sobre el sistema nervioso central, puede tener como consecuencia una movilidad reducida e invalidez en los casos más severos. En el caso de Tarek, de un 75 por ciento.

Enfrentar la noticia no fue nada fácil para el matrimonio que, de manera casi paralela, engendraba su primer e único hijo, el pequeño Tarek. Por aquel entonces, y en la actualidad, la familia habitaba en una vivienda de alquiler situada en Villajovita, donde las aguas torrenciales del invierno hicieron sus estragos y las condiciones de antigüedad tampoco eran muy favorables. “Yo sé que si Dios quiere que me vaya será su decisión y tendrá un por qué pero no puedo dejar a mi mujer y a mi hijo en la calle, sin una casa donde poder continuar con sus vidas, y que necesito porque me siento enclaustrado entre cuatro paredes, como si estuviese en una cárcel”, manifestaba Tarek.

Rehabilitación, lucha, constancia, esfuerzo y, sobre todo, amor, se dieron la mano desde que hace tres años Tarek abandonaba su trabajo y la normalidad para depender de una persona durante 24 horas y pasear con su fiel amigo, el andador. Fue entonces cuando Hafeta olvidó sus quehaceres en el mundo laboral para convertirse en madre, esposa y cuidadora no profesional, siendo beneficiaria de la Ley de Dependencia. “Apenas nos dio tiempo disfrutar de nuestro matrimonio y lo peor es sentirnos limitados sin poder disfrutar de un simple día de parque. Lo animo para que haga cursos de Procesa, salga y se distraiga porque sufro mucho viéndolo así, tan joven, sin fuerzas. Por más que me resigno no comprendo porqué nadie nos ayuda ya que hemos acudido a los Servicios Sociales, a Emvicesa. Y lo único que queremos es tener calidad de vida, un cuarto para mi niño, un cuarto de baño en el que el andador pueda moverse, una casa sin escaleras para que él pueda salir a la calle porque mi mayor deseo sería que mi marido se curase”, confesaba Hafeta.

Bajar y subir los peldaños todos los días se ha convertido en una batalla que nunca ha llegado a su fin y que se recompensa “con mi señora, la que me da la luz cada día”. Salir a dar un paseo bajo el manto de estrellas es un sueño que se repite noche tras noche en el subconsciente. Y la sonrisa, en el mejor regalo por el que luchar, por ver crecer esa semilla que ha germinado y que quizás nunca pueda ver florecer. “Por eso, lo único que pido y reivindico es una casa, no por comodidad, sino para estar con mi familia, pagando mis impuestos y mis alquileres como cualquier otro ciudadano. Sólo aspiro, pese a todo, tener una mejor calidad de vida”, concluía Tarek, conmovido por el brillo de los ojos de su pequeño y la mirada de su mujer.
 

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