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OPINIÓN - JUEVES, 30 DE JULIO DE 2009

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

Esperanza Aguirre
 


Jesús Carretero
jesuscarretero@elpueblodeceuta.com

 

Es, con diferencia, dentro de la política española, la mujer que más ha plantado cara a cualquiera de los varones, que han aparecido en su terreno, a lo largo de los últimos años.

Desde su cargo de presidenta de la Comunidad de Madrid, se las ha visto y se las ha tenido muy “tiesas” con el alcalde de la Capital de España o con el presidente del Partido Popular, si ha sido preciso, en algún instante.

Es ella, es doña Esperanza, la que nada más estrellarse el helicóptero en el que iba a viajar, antes de tomar altura, desde uno de los pueblos de Madrid, en vez de ver qué es lo que tenía ella, lo primero que hizo fue preguntar por el cámara que iba en el mismo helicóptero.

Y el pasado domingo, como presidenta de la Comunidad de Madrid, se tuvo que “comer el sapo” en París, de ver que al subir al podio Alberto Contador, como brillante ganador del TOUR de 2009, en vez de poner el himno nacional español, los franceses, es de suponer que por equivocación, pusieron el himno sueco. Es cierto que al darse cuenta “el gabacho” que había cometido el error, enmendó lo que había hecho mal y ya puso el himno que correspondía a aquel momento, esto es el de España.

Este hecho no sentó nada bien a la presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid, y el lunes, en el recibimiento oficial que la Comunidad hacía al flamante vencedor de la ronda francesa, fue la propia presidenta la que con su propia voz tarareó, otra cosa no se puede con la letra de nuestro himno, el himno de España.

Y es que, aunque Esperanza Aguirre tendría todo bien preparado y confiaría en sus técnicos, debió pensar que así no habría ningún error posible, que en casa hubiera sido más grave.

No sé, no ha trascendido, lo que pudiera haber dicho, en París, Esperanza Aguirre cuando aquel error, aunque posiblemente para no empeorar la salud del presidente de la República Francesa, preferiría no armar alboroto y así enmendar en su propia casa, ella por sí sola, lo que los “franchutes”, que debió ser por error, habían enmarañado.

Gestos como este, que no deben pasar de la propia anécdota y espontaneidad de Esperanza Aguirre, no deben dejar demasiado impasibles a algunos políticos, incluso, de su propio partido, que también es el mío, porque no me extrañaría que en cualquier momento, con su temperamento y su personalidad decidiera “saltar a la arena” para dar un poco más de fuerza a esos tímidos “empujones” que desde las alturas del PP se vienen dando desde hace varios años.

Sus salidas a escena, incluso cuando no se lo proponía, acarrean desasosiego entre una parte de los suyos. Su actuación, con el himno nacional, debe haber repercutido hacia las esferas francesas con quienes estamos, al menos en los últimos tiempos, lo que se dice “a partir un piñón”.

Y ella, sin querer, habiendo ido como representante de todos los habitantes de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre se dejó ver en Francia, para más tarde, desde Madrid enviarles “un mensaje”, el suyo, en el que les mostraba cual es el auténtico himno de toda España, también de Madrid.

París vio coronarse a Contador, pero París, desde ahora, debe saber, también, como se las gasta una madrileña, cuando no se atiende como es debido a algo que es de todos los españoles: su himno.
 

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