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sociedad - DOMINGO, 23 DE AGOSTO DE 2009


miembros de curz roja. fidel raso.

CRUZ ROJA ESPAÑOLA / EQUIPO PREVENTIVO DE SALVAMENTO MARÍTIMO
 

Contra viento y marea,
tempestad o calma

El litoral ceutí se encuentra bajo la guardia
y custodia de seis embarcaciones de Salvamento Marítimo de Cruz Roja
Española que día a día intentan prevenir
que el mar juegue malas pasadas
 

CEUTA
Cristina Marzán

ceuta
@elpueblodeceuta.com

El motor arranca cuando los primeros rayos de sol comizan a traspasar la piel, cuando las mareas deciden a qué viento seguir, cuando la orilla da la bienvenida a las misteriosas sirenas.

Las lanchas calientan y se preparan sin saber si el caprichoso destino les jugará alguna mala pasada pero ellos, preparados física y psíquicamente, se encargan de que el mar no se convierta en un tablero donde las fichas, con vida propia, desaparezcan. Pasean por la bahía norte y la sur, a millas de la costa, como refuerzo de otras compañeras que se bautizan como Hércules, Atenas o Pilarica. Esta misión cumplen las embarcaciones destinadas al Salvamento Marítimo de Cruz Roja cuya meta fundamental es prevenir que cualquier contratiempo se convierta en una nube negra donde no cabe la luz, donde salvar vidas es el pan de cada día.

Tres lanchas de menores dimensiones vigilan las seis playas ceutíes que a través de sus códigos internos se comunican con los puestos de socorro, en el argot específico conocidos como ‘bravo’. Y para reforzar la tranquilidad y seguridad de los bañistas, otra embarcación que alcanza los setenta nudos rodea todas las zonas para prevenir e intervenir en situaciones de emergencia. En ellas, patrón y marinero velan cada minuto porque ninguna vida corra peligro en operativos de “preventivo y pruebas duras tales como pesca submarina, travesías a nado o actividades fuera de la playa”, explicaba Nisri Laarbi Alí, jefa de Playas de Cruz Roja en Ceuta.

Bañistas que salen de las zonas señalizadas, buceadores con fusiles de pesca submarina dentro de la zona de baño, deportistas que bucean por el mar sin señalar, niños que saltan en zonas rocosas, colchones hinflables que llegan a altamar, saltos al foso de las Murallas Reales, motos acuáticas a gran velocidad. Algunos de los muchos avisos y asistencias que estos socorristas llevan a cabo a kilómetros de la costa. “La mejor actuación que hace Cruz Roja es la que no lleva a cabo, por eso se intenta siempre prevenir porque es la base de nuestra labor”, apostillaba Yusef Dris, jefe de Embarcaciones.

La ruta siempre es la misma: ‘bravo 02’ es la salida del puerto deportivo; luego ‘bravo 08’, recorrido hasta la playa Benítez aunque se alcanza la zona de Calamocarro. Siempre pegados a las escolleras para divisar a bañistas o indocumentados que se lanzan a la mar. “La embarcación, cuando está en el agua, siempre está patrullando o dando avisos a las personas que se estiman que están haciendo algo de forma incorrecta”, informaba Dris.

Una vez finalizado el recorrido por la bahía norte, la dirección da un giro de 180 grados para navegar hasta el sur a través del foso de las Murallas Reales. Un canal donde las aguas del Mediterráneo y el Atlántico se enzarzan en una lucha entre corrientes marinas que, en muchas ocasiones, dificultan las labores de rescate. “La primera actuación que tuvimos este verano fue en este recinto emblemático porque un chico se tiró a por sus zapatillas. Comenzaron las corrientes y al ser arrastrado por ellas, tuvo que quedarse pegado a una pared. Es complicado porque el socorrista tiene que lanzarse a varios metros antes de la situación de la víctima porque, de lo contrario, no llega a su rescate porque la fuerza del mar lo impide”, narraba el patrón de la embarcación.

Ribera y Chorrillo, Miramar y Tarajal, son las playas que dibujan la bahía sur del litoral ceutí y que a lo largo del inmenso mar el color tierra adquiere relieve para pincelar las zonas rocosas que se convierten en puntos de emergencia. “La piedra pineo, por ejemplo, es peligrosa. Muchos menores llegan hasta ella traspasando la zona de baño para subir y tirarse de ella. Y las motos acuáticas suelen rondar por esta zona por lo que casi todos los avisos que recibimos en este enclave se refieren a estas asistencias”, apuntaba la jefa de Playas.

Enfrentarse a situaciones de riesgo podría ser la filosofía de cada día pero el soplo de los vientos marca una rutina veleidosa donde el estar en forma y tener un espíritu de compromiso son las mejores armas de lucha cuando el antojo del levante o el poniente delimita las pautas a seguir. “Los socorristas no somos dioses y muchos padres sueltan a los niños en la playa y los dejan a nuestro cargo. Entonces sopla el levante y los arrastra hacia la profundidad y las olas los tiran por lo que el ahogamiento puede ser frecuente. Esto suele ocurrir en Ribera y en Chorrillo y es bastante peligroso. Benítez, por el contrario, es alarmante en poniente, sobre todo, con las olas del ferry porque los niños entran en ellas para divertirse y no saben que están jugando con el peligro”, confesaba la profesional.

La fuerza del levante ha impedido que en varios momentos las embarcaciones se hayan quedado atadas en el puerto. O en momentos cruciales de rescate, son las balizas las que actúan de intermediarios entre la estabilidad y la tempestad. “Para nosotros el riesgo es bastante alto porque puede llegar una ola grande y la embarcación da la vuelta, e incluso una niebla que te impide la visibilidad. Lo único que te queda es la boya. Nosotros somos conscientes de que hay situaciones extremas en las que tenemos que intervenir y por eso, a veces, solemos decir que no salimos cuando llega el temporal pero lo decide el patrón”, comentaba Nisri Laarbi Alí, jefa de Playas de Cruz Roja en Ceuta.

Proteger, alertar y socorrer son los pilares básicos que sustentan este servicio marítimo que no tiene precio, ni momentos, ni lugares, ni razón para dejar de existir. Una labor de grandeza en el alma, de corazón inquieto, de temperamento y temple. Un carácter fuerte e indomable para luchar a toda costa por la vida de las personas y eso, es lo que significa para estos profesionales, ser socorrista en Cruz Roja.
 


“Arriesgamos nuestra vida para salvar otra”

“Siendo socorrista recuerdo perfectamente un rescate en la playa del Tarajal, en ‘bravo 07’. Soplaba el levante, con una marejada fuerte y rescate a un pequeño de siete años como mucho. Me impactó porque a los quince minutos estaba por la orilla y sentí que alguien me tocaba la mano y cuando miré, era el niño que había rescatado, que me vio en el puesto y me agarró”, contaba Yusef Dris, patrón de la embarcación ‘Pilarica’. Recuerdos y anécdotas como estas son las que hacen que estos voluntarios quieran continuar vigilando el mar, apostando por la seguridad y la prevención e incluso si siendo sus propias vidas las que corren mayor peligro. A pesar de que no siempre el rescate es suficiente, el esfuerzo lo recompensa todo. “Hace poco murió un rumano y fuimos avisados desde el Tarajal aunque ya había otra embarcación allí. Hicimos un buen trabajo con la reanimación porque el chico llegó al hospital estable pero al día siguiente falleció. No fue tan negativo porque hasta los médicos del 061 nos felicitaron pero te queda el mal trago de conocer la noticia”, confesaba. Momentos de estrés y de ansiedad, orgullo o fracaso, melancolía. Pero “para mí ser patrón de Salvamento lo es todo aunque arriesguemos nuestra vida para salvar otra”, declaraba Yusef Dris, patrón de la embarcación ‘Pilarica’. Y es que el socorrismo cobra sentido en el respeto y protección de la dignidad, de la integridad física y de la vida de la persona, sin distinción alguna por motivo de raza, sexo, ideología, condición social o cualquier otra circunstancia. Todo como distintivo de Cruz Roja.
 

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