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sociedad - LUNES, 24 DE AGOSTO DE 2009


José Ruiz lleva 10 años en diálisis. cm.

salud
 

La energía que devuelve la vida

José Ruiz lleva 10 años en diálisis por su enfermedad renal y a pesar de estar conectado a una máquina durante horas su gesto preferido es “una sonrisa”
 

CEUTA
Cristina Marzán

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Me enchufan a la máquina a las ocho de la mañana, nos pinchan la insulina y nos preparan para la diálisis, tomándonos la tensión y la fiebre”. Durante cuatro horas y tres veces a la semana la vida de José Ruiz depende de una máquina debido a una enfermedad renal que le diagnosticaron hace más de diez años. A veces cae en el sueño y su subconsciente le hace viajar por todo el mundo, como cuando era empleado de Transmediterránea y se aventuraba para descubrir las Américas.

Otras, sin embargo, “salgo bien del centro y me pongo a cantar animando a todos los amigos y las enfermeras, que me cuidan mucho. Siempre lo agradezco todo y me apunto a cada actividad que se organiza desde Alcer porque gracias a la asociación mi día a día cada vez es mejor. Paseo, juego al ajedrez, y no me tomo esto con mucha filosofía porque, para dos días que vivimos, hay que vivirlos bien”, aseguraba el paciente, al que conocen como Pepe.

Su visión le juega malas pasadas y su bastón es el más fiel compañero que tiene pero Pepe se niega a continuar entre cuatro paredes, sin ver la luz cada día y disfrutar de cada instante que le han regalado. “Los días que no tengo diálisis salgo con las enfermeras y les pongo un itinerario. Vamos al mercado, compramos comida y medicina, voy a los baños árabes con los amigos y echamos un rato hasta las doce de la noche”, narraba, entusiasmado, Pepe.

Debería seguir una dieta específica pero confiesa que “los callos me pueden”, el deporte tampoco es su arma de defensa “pero camino y soy catalino; me paso las horas hablando del Barcelona con los amigos”. Y lo mejor, “me tratan tan bien que siempre tengo ganas de reir y contar chistes porque todas las chicas son maravillosas”, declaraba.

Pero quizás lo que peor lleve Pepe sea el regreso a casa y el tiempo de espera necesario. “Yo sé que los trabajadores no tienen culpa pero el servicio de ambulancias es horroroso. Tenemos que esperar a que salgan unos cuantos pacientes de su turno para que nos lleven y eso pueden ser horas. Yo salgo muchas veces bien pero cuando se está mal, el mareo, las náuseas, es insoportable tener que esperar a que te lleven”, confesaba. Por eso cuando piensa en Brasil, México, Cuba, Venezuela, la historia de su vida que añora piensa: “Anda que si hubiéramos ido en ambulancia, íbamos a llegar antes que Colón”.

Vivir a través de un motor pero siempre con una sonrisa, responsable y eficiente cuidando a su anciana madre y lo más envidiable, “recuerdo muchas anécdotas que cada vez que cuento me hacen sonreír y nunca las olvidaré aunque ya no estén”.
 

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