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sociedad - DOMINGO, 30 DE AGOSTO DE 2009


Mohamed. l.s.

entrevista
 

Ito: «Me operaron a vida o muerte»

Ha superado un tumor cerebral de grandes
dimensiones y piensa en un futuro formando su familia y siendo feliz como jardinero
 

CEUTA
J. Losan

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Ito, diminutivo de Mohamed, tiene actualmente dieciséis años, pero es un adolescente que perdió los últimos años de su niñez luchando por aferrarse a la vida. Con tan sólo once años pasó por un tumor cerebral no maligno, pero de grandes dimensiones que ponían en riesgo su vida. Además también sufrió una hidrocefalia aguda que complicaba su caso. Operaciones y tratamientos muy agresivos fueron su tónica habitual mientras el resto de niños dedican su tiempo a jugar y divertirse. Su Madre, dejando atrás los veinte y apenas entrado en los treinta de edad, sufrió un cáncer mientras Ito estaba enfermo. La lucha de los dos es ejemplo de superación de la enfermedad y ganas de vivir.

Pregunta.- ¿Con qué edad le pasó esta enfermedad?


Respuesta.- Yo tenía once años, y ya he cumplido los dieciséis. Tenía un tumor cerebral. Gracias a Dios era benigno, pero tenía mucha gravedad también.

P.- ¿Cómo se nota la enfermedad? ¿Qué síntomas tenía?


R.- Cuando comenzó, me producía sueño las veinticuatro horas del día. Me quedaba dormido en cualquier momento. Recuerdo que los profesores se quejaron en el colegio de que no llevaba bien los estudios. Incluso querían avisar a Asuntos Sociales porque pensaban que mi madre me sacaba a la calle de noche porque no era normal que un niño entrase a las nueve de la mañana con tanto sueño. Pensaban que no dormía de noche porque, nada más llegar a clase, me reclinaba sobre el pupitre y me quedaba profundamente dormido.

P.- ¿Cuándo le llevan al médico?

R.- Mis padres preocupados por todo lo que estaba pasando, me llevaron a diferentes médicos en varias ocasiones pero ninguno daba con lo que tenía. La última, en el servicio de Urgencias del hospital, mi padre se tuvo que poner insistente pidiendo que me realizaran un TAC porque era demasiado sospechoso que cada médico dijera que tenía una cosa distinta: que si gastroenteritis, que si anemia... pero ninguno imaginaba que llevaba un tumor dentro del cerebro.

P.- ¿Qué ocurrió entonces?


R.- Yo salí en estado crítico de Ceuta para que me trasladaran a Málaga, y allí se preguntaron cómo había estado tanto tiempo sin que nadie se diese cuenta de que tenía una hidrocefalia grave. Nada más llegar al hospital me llevaron a quirófano y me hicieron una operación. No se podía perder ni un minuto. Los médicos de Ceuta, después de ver e TAC y preparar el traslado urgente, avisaron al hospital de Málaga para ponerles en antecedentes de lo que ocurría.

P.- Con once años de edad, es una situación traumática la que estaba viviendo. ¿Cómo lo pasó?


R.- Recuerdo que fue muy duro verme en un hospital, aunque estuviese acompañado por mis padres. Me puse muy nervioso. Al salir del quirófano, llevaba un tubo de drenaje que me salía de la cabeza para que se drenara el líquido sobrante. Lo llevé durante quince días y no podía mover ni girar la cabeza para evitar problemas.

P.- Pero su tratamiento no terminaba con eso. ¿Qué más tuvo que pasar?


R.- Una segunda intervención, esta vez ya sobre el tumor cerebral. Tenían que tomar una muestra para hacer un estudio, una biopsia, y pasé ocho horas dentro del quirófano. Se trataba de una operación muy complicada. Mis padres tuvieron que firmar un montón de documentos para autorizarla y en ellos se informaba de los elevados riesgos y alto porcentaje de posibilidad de muerte en el quirófano. Simplemente con que hubiera un problema con alguna venita me podría dar un derrame cerebral que, con las circunstancias del tumor, podría haber sido fatal.

P.- ¿Cada cuánto tiempo debe ir a revisión?


R.- Yo las paso cada año. Tengo una válvula en el cráneo porque el tumor me produjo una hidrocefalia aguda. Estuve muy mal.

P.- ¿Qué recuerda de su paso por el hospital?


R.- Uno de los aspectos negativos era el de conocer que otros niños que estaban también enfermos de cáncer y con los que trababa algo de amistad iban falleciendo. Una amiga mía, Marta Alberti, una niña estupenda con la que llegué a tener gran amistad, padecía un blastocitoma, un día, su padre vino a verme para decirme que se había muerto.

P.- Ya se ha comentado algo sobre su recuperación. ¿Podría ampliarlo?


R.- Casi al final del tratamiento, pasé una revisión en la clínica de la calle Jáudenes para hacer un TAC. Al finalizar la prueba, las caras de los médicos estaban muy serias y mi madre les preguntó si pasaba algo malo. Ellos no querían contestar y decían que en la revisión con el especialista nos informarían, pero eran síntomas de que algo no marchaba bien. Cuando llegamos al hospital de Málaga nos dicen que tengo que ingresar urgente porque había problemas. El TAC que se hizo en Ceuta avisaba que el tumor había crecido casi cuatro veces su tamaño anterior, por motivos de la radioterapia. No era normal, por lo que me repitieron otro TAC en Málaga y en ese otro ya casi había desaparecido por completo. Creo que fue un milagro. Los médicos estaban sorprendidos y muy contentos. Se me cayó el pelo con el tratamiento, y los dientes se rompían solos y se me caían desmenuzados.

P.- ¿Cómo ve la vida, después de tan grave episodio?


R.- Yo valoro mucho la vida, pero mucho más que antes. Yo, antes de la enfermedad quería lo que cualquier otro niño, que si ropa de marca, que si comodidades... Ahora eso queda en un plano secundario. Mi vida ha cambiado totalmente, valoro mucho más el aspecto interior de las personas y le doy otro valor a las cosas materiales.

P.- Ha conocido a otras personas enfermas. ¿Qué les diría?

R.- A todos los enfermos, en general, les diría que tengan mucho ánimo y mucho valor para luchar. Que tengan una fuerza especial que hay que sacarla del interior, de donde sea. No es fácil. Cuando veo a una persona enferma, sé lo que está pasando porque yo también he estado igual. Hay que tener fuerza y pensar siempre que mañana será mejor. Hay que luchar por la familia.

P.- ¿Cómo es su recuperación, ha vuelto a su vida habitual?

R.- Cuando regresé del hospital, al principio lo pasé mal. Los síntomas de la radioterapia pasaban factura y un ojo se me desviaba. Estaba muy gordo a causa de las dosis altas de cortisona. A veces me olvidaba de todo. En esos días yo no quería salir de casa. Por las noches no podía dormir porque me entraba ansiedad y no podía respirar. Mi madre decoró las paredes de mi habitación con paisajes recortados de revistas y me pasaba horas enteras mirándolos. Eso era lo único que me relajaba. En estos últimos años he participado en un campamento en Lleida, a través de la Asociación Contra el Cáncer, y allí estaba rodeado de montañas. Disfruté mucho y conseguí muchos nuevos amigos. Todos los voluntarios que estaban en el campamento eran fenomenales. Le cogí mucho cariño a dos de ellos: Inma y Paco.

P.- ¿Tardó mucho en mejorar?


P.- Imagínese que se me había caído el pelo, que estaba muy hinchado por los medicamentos, pero mi madre me decía que aguantara, que siguiera luchando. No fue fácil pero lo conseguí.

P.- Su enfermedad comenzó antes de que a su madre le detectaran el cáncer. Los dos han pasado juntos por ese trance. ¿Les ha unido más?


R.- La verdad es que sí, se creó un lazo especial de unión entre los dos. Hemos coincidido en los hospitales, y aunque yo no tuviera que ir a ninguna sesión, acompañaba a mi madre a las suyas. Su oncóloga dio permiso porque mi presencia animaba a mi madre a seguir en la lucha. Además, yo ayudaba a mi madre a poder asearse.

P.- También se crean lazos especiales con el personal sanitario, ¿verdad?


R.- Sí, en el hospital de Algeciras me querían todos. Cuando cumplí doce años, me quedé muy sorprendido porque allí todos me hicieron regalos que no esperaba. En ese hospital hay un jardín donde jugaban los niños, pero yo los miraba por la ventana desde la habitación y no bajaba porque no quería dejarla sola. No quería irme de su lado. Cuando las enfermeras la subían de la sesión de quimioterapia yo le daba mucho amor porque ella llegaba muy mal, enseguida le subía la fiebre y el cuerpo se resentía de los efectos.

P.- Hace un año y medio que llegó un nuevo hermanito a su familia.

R.- Sí, Isaac. Fue un milagro que mi madre pudiera dar a luz después de la enfermedad. Yo fui el primero en cogerlo en brazos. Estaba muy emocionado. Fue una alegría muy grande para toda la familia.

P.- ¿Qué planes tiene para la vida?


R.- ¿Para el futuro? Estoy haciendo jardinería y me gustaría poder trabajar luego de jardinero. Con el tiempo, mi idea pasa por comprarme una casita aquí, en mi tierra, casarme con una mujer buena y tener hijos buenos. Y que mi madre siempre esté con nosotros.
 

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