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OPINIÓN - DOMINGO, 30 DE AGOSTO DE 2009

 

OPINIÓN / LAS NOTAS DEL QUIM

¡Qué miedo!
 


Quim Sarriá
quimsarria@elpueblodeceuta.com

 

Un amigo mío, que acostumbra a contarme truculentos relatos, anda preocupadísimo por el alarmante aumento de afectados, sobretodo muertos, a causa de la gripe A.

Le explico a m amigo que esa pandemia al principio la consideraron como de origen porcino y por ello la denominaron gripe porcina pero después la OMS animal propuso denominarla como “gripe norteamericana” para acabar en la UE como “gripe A”. No se queda tranquilo.

Insiste en el tema y me pregunta porqué esa gripe lleva el rótulo H1N1 de seguido.

Trato de aclararle (y aclararme) que son conceptos que suelen darle los responsables de epidemias y pandemias, al menos eso creo yo, para distinguir los diferentes tipos de virus.

Vuelve a insistir, ya visiblemente alarmado, que me explique mejor. Me avengo a ello y le explico que la letra A designa a la familia de los virus de la gripe humana y la de algunos animales como el cerdo y las aves. Que la letra H corresponde a la descripción de las proteínas hemaglutininas y la N a las neuraminidases.

Se queda tan pancho pero al pronto vuelve a preguntarme, se ve que no se aclara en absoluto, el significado de los números que siguen a las letras H y N.

Bueno, puede que sea un disparate lo que le respondo pero, si no hay explicaciones claras por parte de las autoridades sanitarias sobre el tema, lo considero como un caso que puede ser verdad.

Trato de explicarle que en cierto laboratorio norteamericano, cercano a El Paso, por tanto cercano a la frontera mexicana, unos científicos pertenecientes a determinada empresa multinacional farmacéutica, están experimentando con unas cepas de la gripe corriente y moliente para descubrir una nueva vacuna que acabe con tan pesada enfermedad.

En determinado momento, uno de esos científicos provoca un crecimiento del virus con sus manejos y tanto llega a crecer que acaba por explotar el susodicho virus.

La explosión del animalito hace que trocitos casi invisibles del mismo salgan despedidos en todas direcciones. La explosión no quiere decir que haya fenecido el virus griposo sino que lo ha multiplicado por mil.

Varios de esos pedacitos casi invisibles quedan prendidos en varias partes del cuerpo del científico en cuestión.

Este oculta a sus superiores el problema que ha tenido y decide seguir con otra cepa de virus de la gripe corriente y moliente.

Entretanto los pedacitos esparcidos han ido configurándose como virus adultos de la gripe pero reforzados con los productos químicos con los que ha estado experimentando el científico.

Acabada la jornada de trabajo, el científico se despide de sus compañeros y regresa a casa. Su mujer, mexicana nacionalizada norteamericana, está preparándose para desplazarse a México para visitar a su familia.

El contacto entre el científico y su mujer hace que varios virus salten al cuerpo de la mujer.

La mujer, ya en México, abraza a sus familiares y amigos por lo que con ello hace que los virus, que se han multiplicado entretanto, pasen a estos familiares y amigos…

Bueno, esto es el principio de una pandemia.

Mi amigo se queda mirándome horrorizado y a pesar de ello me pregunta por qué los cerdos.

Respondo lo mejor que puedo, que difícilmente los virus de los animales infectados pueden atacar al ser humano y que es totalmente imposible que den un salto entre especies sin mediar algún procedimiento extraño. De hecho, aún hoy en día no se ha podido confirmar que sean los virus porcinos los causantes de esa gripe actual.

No soy médico, no soy científico, no soy nada. Pero las extrañas enfermedades modernas no suelen aparecer espontáneamente. Suelen ser forzadas necesariamente (casos SIDA por ejemplo) y cuando hay un fallo, pongamos en este caso los laboratorios, de ese tipo… no hay fuerza humana que lo pare definitivamente.
 

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