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cultura - SÁBADO, 26 DE SEPTIEMBRE DE 2009


Los integrantes de Darga. reduan.

música
 

Marroquíes del mundo

El grupo marroquí Darga pasó ayer por
Ceuta para despedir el Ramadán y llevar a La Marina, en dariya, su mensaje a la juventud: “No esperes, estudia, fórmate, asóciate, muévete para cambiar lo que no te gusta”
 

CEUTA
Gonzalo Testa

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Con lo mejor del hip-hop ceutí como teloneros, los ocho miembros de Darga que ayer pasaron por primera vez por Ceuta (el noveno no pudo venir por problemas de visado) trajeron a La Marina su mensaje de batalla a la juventud del país vecino, una inmensa marea de gente que les tiene como portavoces voluntarios de su generación, a la que animan a no desesperar, a no emigrar. “No esperes, estudia, fórmate, asóciate, muévete”, le dicen a sus compatriotas, cuyos problemas no tienen empacho en criticar, y al resto del mundo, del que se sienten ciudadanos con todo el derecho de quienes, sabiendo que no podrán, aspiran a cambiarlo.

Hace seis meses, en marzo, cuando EL PAÍS les visitó en Casablanca, la ciudad donde nacieron allá por 2001, los miembros de Darga, el grupo que actuó ayer en el Auditorio de La Marina en un concierto organizado por la Consejería de Educación y Cultura para poner fin a las celebraciones del mes de Ramadán, no quería saber nada de comparaciones con la Movida madrileña. “No imitamos a nadie”, zanjó el símil Nabil Sekhra, el cantante de la formación, integrada de forma habitual por nueve miembros. Ayer, en una cafetería de la Gran Vía, alrededor de un café, Sekhra y Azzedine Berilia, tecladista del grupo, portavoz obligado en tierras ceutíes como única parte del equipo que domina el castellano, demostraban haber tenido de estudiar paralelismos entre el Madrid de hace dos décadas y el Marruecos de hoy.

Portavoces voluntarios de su generación, Darga echa de menos un Tierno Galván, aquel alcalde de la capital que saludaba a la juventud al grito de “¡Rockeros: el que no esté colocado, que se coloque... y al loro!”, que valore, apoye y reconozca a la “nueva ola marroquí”, como se ha dado en llamar al conjunto de bandas emergentes del país vecino.

“Ahora somos profesionales y vivimos de la música, pero no es nada fácil”, explica Berilia, de 32 años, que junto a sus ocho compañeros se ha pasado el verano haciendo caja de festival en festival, de directo en directo, haciendo caja, dándose a conocer.

Ahora, con el final del verano, Darga cambia de rumbo. Ayer Ceuta, hoy Tánger. Mañana, al estudio, a preparar su tercer disco, autroproducido como los dos anteriores (Darga, 2004; y Stop Baraka, 2008). Según les presenta la agencia que les trae a Ceuta, La fábrica de ideas, el grupo encarna “una nueva corriente de música world magrebí con su particular visión del arte y del mestizaje, donde se fusionan ritmos tradicionales y modernos, sagrados y profanos, urbanos y rurales”.

Pagar sus propios discos no es una elección personal. “En Marruecos no hay casas de producción, ni ayudas, ni una ley que proteja los derechos de autor”, lamenta Sekhra, el cantante. A su lado, Berilia completa sus quejas: “Los medios nos sacan, una vez, dos veces, pero eso no se convierte en ningún rédito económico ni en apenas visibilidad”, critica antes de prever una pronta “muerte” de esa nueva “ola” de música renovadora.

Tal vez por eso, porque en la escasez se aguza el ingenio, a Darga no le importa que todo el mundo pueda verles gratis a través de Youtube, descargarse sus trabajos a través de Internet o comprar sus discos pirata en cualquier mercadillo. “Gracias a todos ellos”, dice Berilia con una sonrisa, que forma parte del cuarteto de músicos que, como Sekhra, está en el grupo desde su fundación.

“Darga es como un tren“, metaforea el tecladista, “que se alimenta de cada incorporación, de sus habilidades, de sus ritmos y de sus armonías; los cambios nos enriquecen”. De aquellos nueve amigos estudiantes de Bellas Artes que se reunían “en la playa” para tocar, para mezclar como alquimistas el patrimonio musical marroquí con ritmos de músicas del mundo, queda su estilo “renovador, reivindicativo y enérgico” y su amo-r por “el mestizaje, la tolerancia y la paz”.

Algo más que música


Darga no es sólo música. Tal vez es, sobre todo, letra, ya sea cantada en dariya, en francés o en inglés. “Tenemos un mensaje para la juventud marroquí”, se explaya Berilia, “que les invita a luchar para cambiar las cosas empezando por estudiar, por leer, por adquirir toda la cultura que puedan”. Cambiar. Fuera y dentro de su país. Acabar con la guerra. Hacer evolucionar el ‘sistema’ marroquí, entendiendo por tal a todo lo que rodea a Mohamed VI. “Tenemos un rey joven que apuesta por el cambio y la renovación”, aplauden los artistas, que dirigen sus quejas al entorno, a esa parte del poder del país vecino que cambia de atuendo, pero no de mentalidad. Para lograrlo, dicen, hay que luchar, perseverar. “Esta ola de músicos podrá morir, pero no la música ni la verdad”, proclaman. “Seguramente no podremos cambiar el mundo ni Marruecos, pero sí nuestra actitud ante la vida”, amplía Sekhra. “No esperes, estudia, fórmate, asóciate, muévete”, le dice a la juventud del país vecino.

Y no te vayas. Veinteañeros avanzados, los miembros de Darga no quieren dejar Marruecos. Aunque haya machismo (“para una mujer sería muy difícil llevar nuestra vida sin que su familia le pusiese pegas”, reconocen cuando se les pregunta por tanta testosterna en el grupo). Aunque haya racismo (tampoco dejan de criticar al marroquí que se queja del trato que recibe en Europa y después hace lo propio con los subsaharianos). ‘Resisdance’, el ingenioso título de otro tema en el que juegan con su vocación de batalla cívica y su pasión por la música, podría ser su himno generacional.

Ayer tocaron en Ceuta, una ciudad cuya bandera les importa muy poco (“lo importante es el público, la gente, toda igual, ya sea española, francesa, marroquí o belga”), y ante un aforo casi repleto volvieron a darle las gracias a la música por poder dirigirse con ella “a Marruecos y a todo el mundo”, su verdadera patria.
 

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