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OPINIÓN - VIERNES, 2 DE OCTUBRE DE 2009

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

Nos hemos modernizados tanto que es difícil asimilar, así a bote pronto, esa modernización para la que no estamos acostumbrado, sobre todo aquellos que somos más de pueblo que una bellota.

Me voy a mi centro de Salud, sito en el Recinto – pedazo de cuesta a subir, que tengo que poner la reductora -, para que me den cita para caberme un análisis. Iba tan tranquilo, sabiendo que las veces anteriores lo había solucionado en par de minutos, que no me importó lo más mínimo empezar la subida de la cuesta a las once de la mañana. Craso error. La cosa ha cambiado lo suyo.

Ahora, no es como antes, no señor, llega usted, se va hacía un aparatito como los que hay en los supermercado, coge un número y a esperar que llegue su turno, para que la funcionaria en cuestión le solucione la papeleta. Y, de esa forma, cambiando el asunto, lo que antes se solucionaba en par de minutos, ahora tiene usted que aguantar, con mucha suerte, una media hora.

Uno, poco inteligente las cosas como son, pues mi cerebro no da más de si, se pregunta. ¿Cuál es la ventaja qué tiene el nuevo sistema?. Y en mi corto conocimiento me contesto, ninguna.

Nada que objetar del trabajo que realizan los funcionarios, todo perfecto. Las chicas encargadas de solucionarle a usted su problema, son toda amabilidad y prestas ha realizar su trabajo lo más rápidamente posible. Lo que significa un tanto importante a su favor. Las cosa claras y al César lo que es del César.

A falta de algo mejor que hacer, me dedico a escuchar las distintas opiniones que realizan todos los presentes. Y ni que decir, que hay para todos los gustos y ninguno favorable al sistema de coger un número como en el supermercado para que le atienda el encargado de charcutería o carnicería.

El pescuezo nos va crecer como a las jirafas de tanto mirar, todos los presentes, la pantallita donde salen los números, haciendo cálculos de cuánto tiempo deberemos esperar para que llegue nuestro turno. Cosa que aprovecho para hablar con un par de amigos que se encuentran en aquel lugar, papelito en mano y sin quitar ojos de la pantallita.

Una señora, de cierta edad, me mira y parece reconocerme, rápidamente me pregunta, si aquel número, que ha cogido ella, es para la charcutería o para la carnicería. Ante mi encogimiento de hombros, la señora insiste. ¿Usted para qué lo tiene?. Si le digo la verdad, señora, no se si lo tengo para esperarme o para largarme, pues va por el ochenta y ocho, tiene que llegar a cien y empezar de nuevo por el número uno y tengo el treinta y seis.

Yo de usted me quedaba, pues mañana volverá a tener el mismo problema. Así que deje la cosa como está y quédese. Pues mañana va a ser más de lo mismo. ¿O me equivoco?.

No señora, lleva toda la razón del mundo. Me armaré de paciencia y esperaré a que salga mi número en ese cuadrito que es la pantallita.

Además, se distrae y con el sentido del humor que usted tiene, igual le saca punta al asunto.

Me río y me pregunto: A quién se le habrá ocurrido semejante cosa.
 

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