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OPINIÓN - MARTES, 13 DE OCTUBRE DE 2009

 

OPINIÓN / EL MAESTRO

La protección de los docentes
 


Andrés Gómez Fernández
andresgomez@elpueblodeceuta.com

 

Sólo nos acordamos de la educación cuando aparecen informes que nos son muy desfavorables (Panorama de la Educación-2009, Informes de OCDE y Pisa), que mantienen a España en la cola de los países desarrollados y reflejan que, pese a algunos leves avances, la evolución no es la deseada para competir en igualdad de oportunidades.

Los datos de los documentos revelan unas tasas “absolutamente desorbitadas” y conforman el estrepitoso fracaso del sistema educativo. Se insiste en la necesidad de un “pacto educativo”, pero se advierte que “de poco servirá un gran acuerdo si no se admiten los errores que habrían de corregirse con el mismo”. Por otro lado, la crisis que padecemos ha revalorizado la necesidad de un gran pacto “político” por la educación.

Conviene recordar la primera y significativa opinión del Sr. Ministro, en el momento de tomar posesión de su cargo. “Hay que pensar en generaciones, no en elecciones”. Desde este momento, según informaciones aparecidas en distintos medios, el optimismo desborda a nuestra primera autoridad educativa, esperando y deseando que para antes de Navidad, se habrán superado muchas dificultades, por lo que el pacto sería viable.

La oposición no es partidaria de promover la creación de una nueva ley orgánica (sería, si mis cuentas no me fallan, la sexta en los últimos treinta años) vislumbrando una amenaza con dificultar el acuerdo. Entre ellos, PP y PSOE, existen históricas diferencias ideológicas, como el laicismo o el bilingüismo, que podrían quedar al margen de la negociación.

Transcurridos estos meses, la demanda del pacto, debe tener muy presente la inversión, estructura, modernización de la escuela y, principalmente, el refuerzo del profesorado en cuanto se refiere a su autoridad, tan vapuleada en los últimos años, empezándose a tomar muy en serio con la consideración de “autoridad pública”.

Con aquello de que “toda medida que dignifique al maestro viene bien”, por parte de la Sra. Presidenta de la Comunidad de Madrid, para reforzar el prestigio del maestro, piensa que la “vuelta a la tarima” devolvería en un porcentaje alto la autoridad del maestro. “Colocaríamos tarimas en todas las aulas de los colegios públicos, para que el docente pueda tener una visión general de lo que ocurre y no tenga que destinar más de un tercio del tiempo de sus clases a mandar callar a alumnos que ni siquiera puede ver”.

En Agosto del presente año, con el título “La Tarima”, en página de “Opinión” de este diario, di a conocer el debate que se estableció en nuestro país para suprimir las tarimas de las aulas, al ser consideradas como “símbolos de autoritarismo”. Comenté que no sólo la tarima era la culpable del “exceso de autoridad”. Había otros componentes que colaboraban con ella: “la omnipresente palmeta y la imaginación del maestro en la utilización de las manos –a veces, las piernas- para pegar bofetadas, tirones de orejas, coscorrones, patadas… y un largo etc.

¿Se verá respaldaba esta vuelta de la tarima? De momento, el Sr. Ministro afirma que no es competencia de su Ministerio. Lo del reconocimiento de la “autoridad pública”, sí.

No cabe duda que la iniciativa de la Sra. Aguirre, de aprobar la “Ley de la Autoridad del Profesor”, ha abierto un encendido debate aunque todos los sectores educativos coinciden en la necesidad de reconocimiento legal de la autoridad del profesor y en su dignificación social.

Se trata de que los docentes no se vean indefensos ante el acoso y la violencia de los alumnos o de sus padres y de que los delitos contra ellos puedan ser considerados como atentados contra la autoridad. Una ley que constituiría, al mismo tiempo, un refuerzo moral para unos profesionales educativos excesivamente desmoralizados.

Pero, ¿qué ocurre en nuestro entorno europeo con respecto a la protección del docente? Desde luego, con el reconocimiento previo de la autoridad del maestro, desde tratarlo de “usted” y “levantarse” cuando entra en el aula, hasta imposición de “multas” a los padres que acuden a los centros con “no sanas intenciones”.

En la Cumbre Europea celebrada en 2006, se acordó que “el profesorado rinde un servicio de considerable importancia social al desempeñar su papel fundamental para que las personas puedan cultivar sus talentos y alcanzar su desarrollo y bienestar personales, así como ayudarlas a adquirir conocimientos y habilidades claves que necesitan como ciudadanos”.

Sírvanos como ejemplo particular, Francia. La violencia escolar resulta un drama. Son frecuentes los casos de maestros víctimas de adolescentes. Se ha modificado la Ley para poder castigar con mayor severidad, incluso con penas de cárcel para menores. La presencia de policías patrullando en las cercanías del centro. La instauración de puestos de policía en el interior del centro… Y el presidente Sarkozy, soñando durante la campaña Presidencial: “Soñaba con una Francia donde los niños se levantasen cuando entra el profesor en el aula y lo llamara de usted al dirigirse a él.”

Y como cierre, la agresión sufrida por el director de un centro de Primaria en Cantabria. El agresor, un padre, que argumentaba que su hija no podría asistir a clase de cuatro asignaturas: Conocimiento del Medio, Música, Educación Física y Educación para la Ciudadanía. Él pertenecía a la Religión del “Palmar de Troya”. Y le será aplicada al agresor, la ley de la autoridad pública.
 

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