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cultura - DOMINGO, 18 DE OCTUBRE DE 2009


luis moratinos. reduan.

ENTREVISTA / Luis Moratinos, director del Instituto Cervantes de Tetuán
 

«No puedes permitir que la
religión impida el avance
social, económico y político»

El director del Instituto Cervantes de
Tetuán, Luis Moratinos, confiesa haberse quedado impresionado al ver “todo
cerrado a cal y canto” durante el
Ramadán en Ceuta y Marruecos

CEUTA
Cristina Marzán

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Su trayectoria como director del Instituto Cervantes en Tetuán es corta, unos diez meses escasos, y pese a ello, Luis Moratinos ya tiene un diagnóstico del contexto marroquí, su cultura, su civilización. Por ello, no pudo evitar reconocer haberse quedado “impresionado” con la celebración del Ramadán tanto en Marruecos como en Ceuta al comprobar que “todo estaba cerrado a cal y canto, cosa que no ocurre en otros países”. A su entender, Moratinos cree que no se debe permitir que la religión “impida el avance social, económico y político” y no duda en asegurar en su corta experiencia en Tetuán que las marroquíes “no pintan nada en la vida diaria” pese a que algunas trabajen o estudien.

Pregunta.- ¿Cómo describiría la labor que desempeña el Instituto Cervantes en Tetuán?

Respuesta.- Esta institución procede del antiguo centro cultural y la biblioteca de Tetuán de los años 1950 y cuando sale la ley de 1991, los centros culturales del norte África cambien el rótulo y pasan a ser Instituto Cervantes. Sus funciones y objetivos en los 70 centros, distribuidos en 44 países de los cinco continentes y con más de 100.000 matriculados por año, son la difusión de la lengua española y la cultura latinoamericana, a través de una serie de áreas.

P.- ¿Entonces podríamos decir que el grado de penetración de la cultura española es cada vez más alto?


R.- Efectivamente. En Marruecos tenemos ya seis centros, es el segundo país con mayor difusión. Tenemos comunicación permanente y celebramos un encuentro anual, cada año en una comunidad, para la interconexión de los directores e informar de los problemas comunes.

P.- ¿A qué tipología responden esos problemas comunes a los cinco continentes?


R.- Uno de los mayores es el de los socios colaboradores para poderles dar una continuidad en cada territorio, hacerlos fijos, pero encarece los presupuestos por el desplazamiento de la plantilla, el servicio, el transporte o la cobertura y que cada país te aplica una protección diferente.

P.- El no poder contar con una plantilla fija de trabajadores, ¿se achaca a la crisis o siempre ha sido una barrera omnipresente?


R.- No. Según el tipo de centro, se tiene un grupo más menos definido atendiendo al número de matriculados. Pese a que sólo nos han incrementado un uno por ciento el presupuesto, seguimos inaugurando sedes como en Chicago y lo próximo, Rabat. Esperamos en un futuro más o menos cercano, ampliar nuestra cobertura en Estados Unidos y la idea es tener unos nueve centros allí. Seguimos expandiéndonos por Filipinas y Extremo Oriente.

P.- Y uno de los mayores logros...


R.- No se ha cerrado sólo a la difusión de la lengua española, sino que queremos integrarnos en el país que nos recibe a través de talleres, cursos o actividades con la colaboración de la Agencia Española de Cooperación. Es positivo para trabajar dos ejes fundamentales a través de una sola vía.

P.- ¿Qué papel juega la mujer dentro de ese ámbito cultural que difunde el Instituto Cervantes en Marruecos?


R.- Está muy lejos de llegar a unos mínimos aunque no me ha dado tiempo aún de introducirme en exceso en la vida civil marroquí. Las comparaciones son odiosas pero son exactamente las mismas que en Egipto, en Jordania, Irak o Siria. En estos lugares, la mujer si no postergada de alguna manera, la dejan que se desarrolle intelectualmente estudiando una carrera pero las siguen pegando. Una marroquí puede ser médico, taxista, lo que quiera, pero en el fondo, a diario, la mujer no pinta nada.

P.- ¿Vuestras actuaciones se ven mermadas atendiendo a la conflictividad que presenta el país?

R.- Exactamente. Estuve destinado en Bagdad durante los años 80, en pleno conflicto entre Irán e Irak, y teníamos un gran centro cultural español, que seguía funcionando con 3.000 matrículas y varios profesores para dar el español. De vez en cuando nos bombardeaban pero la gente seguían viniendo para estudiar.

P.- ¿Cómo se afronta el vivir día a día con tensión y miedo a perder la vida mientras se está dando clase?


R.- Estuve en la guerra de misiles de Teherán y la verdad es que era complicado, de hecho, los profesores me decían: “Y si nos bombardean, ¿nos vais a cubrir”?. Evidentemente sí. El ver caer una bomba, escucharla o sentirla, afecta a diario pero no se puede dar el espectáculo y mantenerse firme.

P.- ¿Qué secuelas quedan?


R.- Bueno, yo soy veterano en el sentido de que ya la vida te da unas experiencias y se incrementa la previsión de riesgo, calculando más lo que puede ocurrir. He visto lo que he visto, lo puedo contar y ya no se puede arriesgar, o lo mínimo.

P.- ¿Se puede pasar de la tolerancia a la reticencia en países tercermundistas?


R.- Por un lado, estos países pueden crecer económicamente a través del Producto Interior Bruto. Sin embargo, hay países que en lo social, lo político o lo religioso dan la marcha atrás. He vivido en muchos lugares pero jamás he visto el Ramadán que se hace aquí, que lo cierran todo a cal y canto, y me impresiona porque la vida continua, no se para. No puedes permitir que la religión impida el avance social, económico y político.
 

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