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OPINIÓN - VIERNES, 23 DE OCTUBRE DE 2009

 
OPINIÓN / CARTAS AL DIRECTOR

Horacio un perro peligroso

Por Álvaro Jiménez Villalba


Paseando con mi perro, amigo fiel, modelo y espejo donde deberíamos vernos más de uno, nos damos cuenta los dos que “molestamos” allá por donde vamos: por la calle real, por la marina, gran vía, etc. No quiero decir que nuestra presencia desagrade a nuestros paisanos, pero la necesidad de Horacio, nombre de mi amigo, hace que corra de un lado a otro de la calle con la finalidad de desfogarse porque ha estado casi todo el día en casa y necesita, como todos nosotros y todo ser vivo moverse un poco. Decido pues bajar a la playa y soltarlo para que haga un poco de deporte, corra y se canse. Así pasamos diez minutos solos en la playa, ya que estaba atardeciendo y el tiempo no acompaña para los bañistas, por lo que seguimos aprovechando el buen rato que estamos pasando hasta que un agente de la policía local me pone al día sobre el nuevo aviso de no llevar ni pescar dentro de unos días en la playa, pero vista la situación de soledad que vivíamos en la playa me dejó pasar unos minutos más en la playa, lo que terminé agradeciéndoselo pero no pudo evitarme el disgusto de no poder llevar más a Horacio a la playa.

A la siguiente semana y acordándome del consejo policial, prefiero por un espacio abierto para que Horacio vuelva hacer deporte y mientras pueda educarlo en eso de sentarle, que se tumbe o que camine cerca de mí, en fin, pasar otro buen rato con mi amigo. Esta vez decido por el llano que hay detrás del cementerio de Santa Catalina. Otra vez, con la única compañía de mi perro estuvimos unos minutos hasta que llegaron un par de Guardia Civiles de Seprona y deciden que al tener al perro “peligroso” suelto y sin bozal ponerme una multa algo considerable (2.400 €). Se marchan y allí estamos Horacio y yo con la nueva compañía de una multa que hace marcharme de allí con cara de pocos amigos.

Sé que a todos nos tienen porque gustarnos los perros, igual que no nos gusta ni la misma música ni las mismas películas. Soy respetuoso con todos cuando paseo por la calle con Horacio, incluso cuando vienen padres riéndoles las gracias a sus hijos porque intentan pegar a mi perro o dicen: “mira, guau guau malo”, ya lo dije antes: ya quisieran muchos parecerse a los animales. Por esto pedimos un sitio donde nuestro perro se canse, corra, se desahogue y se relacione con otros perros como hacemos las personas.
 

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