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sociedad - DOMINGO, 25 DE OCTUBRE DE 2009


convertirlo en enseres y basuras. f. raso

barriadas
 

San Antonio se siente olvidado un año después del fuego y la tormenta

Las obras de seguridad aún no han comenzado y el firme de la calzada se
va desprendiendo en un paisaje de
viviendas y otros inmuebles agrietados
 

CEUTA
José García

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Más de un año después de que el barrio de San Antonio, en el Monte Hacho, fuera asolado, primero por un incendio, y luego por las graves inundaciones que provocaron las lluvias torrenciales en la ciudad en septiembre del año pasado, los vecinos del enclave siguen esperando las obras de emergencia comprometidas por el Gobierno autonómico. Tanta dilación en estos imprescindibles trabajos hace hoy de este hermoso balcón al mar de Ceuta un paraje inseguro, de carreteras hundidas por el agua, suelos en riesgo de desprendimiento, edificios de grietas cada vez más profundas y vertedero de todo tipo de residuos y enseres.

Los vecinos de San Antonio denunciaron ayer que, un año después del incendio y las inundaciones padecidas en 2008, el enclave se ha convertido en un barrio prácticamente inhabitable, sostenido sobre un suelo en inminente riesgo de derrumbe, viviendas e instalaciones eléctricas agrietadas y escombrera del Centro de Menores.

La situación resulta más irritantes porque, a juicio de los residentes, este barrio que corona el Monte Hacho podría convertirse en uno de los principales polos de atracción turística de Ceuta, pues ofrece unas vistas inmejorables de su puerto y su helipuerto.

La asociación de vecinos San Antonio Monte Hacho se constituyó a finales del año pasado para impulsar la reconstrucción del barrio tras el incendio que lo azotó primero, en agosto, y las inundaciones que terminaron de devastarlo, después en septiembre.

La denuncia de los vecinos se interpuso el pasado diciembre y el proceso para reclamar a la Ciudad Autónoma la reconstrucción de la zona tomó impulso sólo un mes después, al comenzar el año.

El presidente del ente vecinal, Ignacio Becerra, mostró a EL PUEBLO con todo lujo de detalles las secuelas que han dejado en la zona las calamidades naturales, cómo las grietas del inmueble que aloja el contador de la luz se han ido ensanchando, con gran estupor de los residentes, porque el terreno sobre el se asienta ha ido cediendo meses tras meses sin que el Gobierno autonómico se haya mostrado lo suficientemente diligente para evitarlo.

“El presidente Vivas nos aseguró en julio que ya estaba en marcha el decreto para realizar la obra de emergencia, que se había adjudicado a Corsán. Y aquí estamos todavía esperando”, apuntó Becerra.

Pendientes del firme


Las grietas que devoran la antigua discoteca de La Cueva, espacio de diversión veraniega de los ceutíes y visitantes durante tantos años, frente al cual evacua sus aguas un maltrecho canal que está terminando de socavar el firme del suelo, es otro de los detalles que explican la alarma de los vecinos. “Tenemos miedo de que el suelo se venga abajo”, apostilló su portavoz.

El consejero de Fomento, Juan Manuel Doncel, también corroboró a los vecinos la semana pasada que las obras de seguridad en la zona ya estaban presupuestadas.

De hecho, la empresa adjudicataria, Corsán, ya había pasado por allí para realizar las mediciones pertinentes y aseguró a los vecinos que los trabajos de reconstrucción comenzarían en una semana. Han pasado meses desde entonces sin que se haya movido ni un pilar.

Los vecinos insisten en que un barrio con tantas posibilidades no se merece esto, después de años soportando los cortes de un tendido eléctrico que, al no estar aún soterrado, ha sido incapaz de resistir en determinadas épocas del año el embate del viento.

El portavoz vecinal se detuvo en todos los déficits que padece uno de los más bellos balcones al mar de Ceuta. Y clamó al cielo porque en pleno siglo XXI no se dispone de acerado, ni red de alcantarillado, ni servicio de transporte público que suba hasta este rincón del Monte Hacho a ciudadanos y visitantes.

La escasa limpieza del enclave es otro de los asuntos que molestan a los vecinos. Junto al Centro de Menores situado sobre una pequeña pendiente, los escombros, los electrodomésticos, los muebles y un sinfín de residuos inorgánicos sirven de cobijo y alimentos a todo tipo de insectos en una atmósfera deletérea que parece inconcebible al lado de un buen puñado de viviendas, el Restaurante Oasis y, quizás lo más clamoroso, el Centro de Menores.

Sólo las bellas vistas del enclave hacen olvidar a los residentes y trabajadores de San Antonio que se encuentran en un terreno abandonado de la mano de Dios o, más precisamente, de la de las autoridades autonómicas.

Los estragos del fuego y de la lluvia han tratado de ser paliados por iniciativa de los propios vecinos en algunos casos, que han colocado contrafuertes de cemento para que no ceda el saliente del monte sobre el que discurre la carretera trasera a la discoteca La Cueva, cuyo pavimento se encuentra completamente hundido por el agua.

Los vecinos se sienten dagnificados de calamitosos fenómenos naturales y también de “la desidia de las autoridades de la ciudad durante mucho tiempo” que, lejos de su pretensión de que se potencien los importantes activos turísticos con que cuenta la barriada, han contemplado sin hacer lo suficiente su decadencia en base a argumentos técnicos y presupuestarios que no satisfacen a los residentes de este bello barrio de San Antonio.
 

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