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OPINIÓN - SÁBADO, 14 DE NOVIEMBRE DE 2009

 

OPINIÓN / EL OASIS

Explicaciones innecesarias en televisión
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Ángel Muñoz, gerente de este periódico, suele telefonearme para ponerme al tanto de cualquier asunto que él crea de interés para mí. Máxime cuando sabe que por las tardes, salvo excepciones, siempre me encuentra en casa.

El jueves pasado, sin ir más lejos, Ángel tardó nada y menos en comunicarme que el presidente de la Ciudad, Juan Vivas, se sometería a las preguntas de cuatro periodistas en RTVCE. Y me informó de que el programa, grabado por la tarde, sería emitido a las diez de la noche.

Y pensé que, al fin, el presidente iba a sacarnos de dudas en relación con ese escándalo causado por la grabación de un vídeo cuyo contenido hizo que Pedro Gordillo se sintiera más achacoso que nunca y decidiera dimitir de todos sus cargos. Y diez minutos antes del tiempo previsto para que principiara el espectáculo ya estaba yo sentado en cómoda butaca de la salita de estar ante el televisor.

Pero que si quieres arroz, Catalina. O sea, que después de una hora de parloteo, créanme, que se apoderó de mí una confusión que hasta entonces no había tenido con respecto a un caso que ya está bajo dominio de la Justicia.

El presentador del programa, cada día más redicho, comenzó diciéndonos que la entrevista con el presidente era para que éste nos hablara de la remodelación del gobierno. Con lo fácil que le hubiera sido decirnos que Vivas nos iba a hablar de los cambios que se habían producido por la dimisión de Gordillo.

Presidente, yo no sé quién le dijo que era el momento propicio para salir en la televisión y hacerse con las riendas del programa. Pero quien lo hizo, se lo digo de verdad, no debe tenerle mucho afecto. Un programa donde el presentador intervino más de la cuenta y los preguntadores menos de lo debido.

Mire, presidente, yo me niego a creer que con la que está cayendo haya sido usted el que ha creído conveniente ponerse delante de las cámaras para supeditarse a un interrogatorio que parecía hecho a la medida de telespectadores de coeficiente intelectual mínimo. Y se lo digo por saber sobradamente que su caletre es más que destacado.

No, presidente, no; un hombre de su cordura e inteligencia si decide enfrentarse a las cámaras, en estos momentos, es para dar la talla que tiene como gobernante. Esa que le está haciendo ganar elecciones por mayoría absoluta. Y que, como bien le decía la semana pasada, le concede poder. Poder que unido a la autoridad que le otorga la estima de los ciudadanos, mayoritariamente, hacen posible que su figura no sufra apenas merma por lo ocurrido. Es decir, porque unos chantajistas decidieran incitar a una mujer para que ésta luciendo cuerpo grabase las apetencias carnales de un varón en celo. Cosas de bragueta sin importancia. Ya que ni hubo concesión de empleo ni de vivienda.

Presidente: la próxima vez que decida someterse a un interrogatorio en la televisión, procure usted cerciorarse de que los inquisidores puedan hacer su trabajo de manera que podamos disfrutar de su inteligencia. Y así no será insultada la inteligencia de los demás. De no ser así, y aunque me consta que usted no es muy amigo de los consejos, el mío, humilde donde los hubiere, es que lo mejor sería que permaneciera silencioso. Y, además, olvidándose de Carracao.
 

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