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OPINIÓN - MARTES, 17 DE NOVIEMBRE DE 2009

 

OPINIÓN / EL MAESTRO

De nuevo, la acentuación
 


Andrés Gómez Fernández
andresgomez@elpueblodeceuta.com

 

El correcto uso ortográfico da idea de la cultura del individuo; por decirlo así, el termómetro que marca el grado de ilustración individual. ¿Qué juicio formaremos del nivel cultural de una persona que nos dirija un escrito con faltas de ortografía? ¡Muy ínfimo sería, sin duda, el concepto que nos merezca! Es lo que les ocurrirán a los ingleses cuando su primer ministro, dirigiéndose a un ciudadano, en un corto comunicado, ha cometido ¡20 faltas de ortografía! Alguien, muy oportunamente comentó: ¡Claro, es de la LOGSE!

Es como consecuencia de la poca atención que, en general, se dedica a corregir la escritura viciosa, y tan grande, comúnmente, el abandono de la ortografía, de la acentuación y de la puntuación, que forzosamente hay que confesar que son bastantes las personas que cometemos errores ortográficos. Decía el filósofo: “Lo escrito, escrito queda; las palabras, el viento se las lleva”.

De ahí nace la utilidad e importancia de la escritura, que es un auxiliar poderosísimo para el desarrollo humano. Tan precisa y necesaria es la escritura, que, sin ella, la civilización y el progreso hubieran sido escasos.

Sin el esfuerzo individual o colectivo en el mundo ideológico no se hubiera podido conservar para que fuese aprovechado por otros hombres, habría sido estéril o ineficaz la labor de largos siglos, registrada por la Historia. La invención de la escritura se debe a ese afán natural del género humano de comunicarse con los ausentes y de perpetuar sus ideas, hechos y preceptos, para que sirvan de base y estímulo a estudios posteriores, llevados a cabo por venideras generaciones.

Conviene tener presente, refiriéndome a las reglas de la acentuación, que las palabras monosílabas (monosílabos) no llevan tilde. Esta regla ha evolucionado, ya que todos los de mi época recordamos que en nuestros escritos, los monosílabos los acentuábamos todos. Llevaban tilde fue, fui, dio, vio… ¡Y mucho cuidado con olvidarte! Enseguida el maestro de turno te aplicaba la “corrección”. Pero había un monosílabo que gozaba de cierto privilegio, Dios, que no acentuaba.

Es importante tener presente que las mayúsculas, siempre que les correspondieran, hay que ponerles la tilde. Es falsa la idea de que no deben llevarlas. Es tan obligatorio como las minúsculas. Lo que sucedió es que la regulación anterior a 1974, de la RAE, consideraba opcional colocar la tilde o no, pero desde la citada fecha, mayúscula y minúsculas se rigen por la misma regla. Es cierto que había cierta resistencia a la colocación de la tilde –y sigue habiéndola-, porque se argumentaba que las palabras en mayúsculas perdían estética, pero hay que claudicar.

Bajo mi punto de vista, de los tres apartados que tiene el correcto uso de la escritura, ortografía, propiamente dicha, acentuación y puntuación, es la segunda la más maltratada, es decir, a la que se dedica peor atención. ¡Se le da nula importancia! Anotemos mentalmente la relación de palabras que llevando su tilde, permanecen sin ellas, sin que una mano “piadosa” se digne a colocarlas. Donde más abundan estas faltas de ortografía son en los anuncios publicitarios. Palabras como “joyería”, “papelería”, “confitería”, “barbería”, “librería”… gozan de cierta “licencia” para omitir la tilde.

Lo de traer de nuevo el tema de la acentuación, surge por una consulta que me dirigió un antiguo alumno, sobre dos homónimos curiosos que se pronuncian exactamente igual, solo-sólo. Lo que sucede es que el primero es adjetivo de dos terminaciones, que significan “sin compañía” y el segundo es adverbio sinónimo de “solamente”. Ambos se escriben normalmente sin tilde como palabra grave que acaba en vocal y sólo el adverbio lleva tilde como podría confundirse con el adjetivo, como sucede en estas frases: a) Yo fui solo al circo b) Yo fui sólo al circo (únicamente). Pues, bien, mi respuesta a cuándo se acentúa solo, fue cuando se sustituye por “solamente”.

Sobre esta palabra se supone que un 95% de casos se escribe sin tilde. Pero sucede que desde 1999 la RAE pasó esta palabra a acentuarse según las normas generales. Sólo acentuación cuando hay ambigüedad, como en el caso del ejemplo b). Así, que la RAE deja entrever que la citada palabra se acentúa cuando se presente un ejemplo de ambigüedad.

Después de todo lo expuesto, algunos lectores pensarán que el lenguaje escrito se ha convertido en el de “nueva generación” con los SMS. Por razones de economía, los jóvenes han sustituido en gran parte la palabra hablada por la palabra escrita. Se comunican por SMS porque los mensajes son más baratos que las llamadas telefónicas. Una nueva literatura epistolar invade nuestras vidas. Lo único, que ya es bastante, el mal uso de las redacciones que se envían a los distintos medios receptores, con abundantes faltas de ortografía e ilegibles, a veces, por la tendencia de reducir al máximo las abreviaturas.

Es posible que la RAE y las Academias Iberoamericanas confeccionarán un Diccionario para poner algún orden en la Ortografía de los actuales SMS, de forma que en todo el área hispanohablante se empleen las mismas abreviaturas y, sobre todo, la misma ortografía. Ya hay algún adelantado que se ha atrevido a escribir un libro en SMS.
 

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