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OPINIÓN - MARTES, 17 DE NOVIEMBRE DE 2009

 
EL ANALISIS

El Ceuta resbala de forma inexplicable

Por Jesús Carretero


Un resbalón es lo que ha tenido el Ceuta en Estepona, en un campo que había sido fácil para casi todos, y que en esos momentos era el penúltimo de la clasificación general, con ultimátum para casi todos, desde la presidencia y con poca clientela, casi había más de Ceuta que de allí mismo.

El partido, en teoría, parecía ganado desde el principio, pero la eficacia rematadora y la falta de personalidad de este Ceuta hace que todo lo que se haya programado desde el vestuario, y luego desde el banquillo, salte por los aires, en el momento en el que mejor lo tenía todo para ser líder.

Y es que llegó a ser líder, en la tarde del domingo, durante unos minutos, y de ahí pasó a ser sexto, que es lo que es ahora. No hay que darle más vueltas, es el Ceuta que hay en esta temporada, cuando, precisamente, es el grupo más flojo de los últimos diez años.

El volapié de Antonio Román

Sabíamos que en el Estepona jugaba, y juega, un hermano del fenomenal torero madrileño, José Tomás, pero lo que no creíamos era que José Tomás hubiera enseñado a su hermano a fulminar de esa forma al adversario.

Se había adelantado el Ceuta, en una falta sacada con “pillería”, al borde del área, mientras la defensa de los locales se colocaba desatendiendo el balón.

No iban ni diez minutos de partido y ya estaba medio camino recorrido, eso parecía, pero las apariencias engañan y en este caso más, por cuanto el Estepona devolvió “el regalo” al Ceuta, tras sacar una falta al borde del área y al segundo rebote, Antonio Román, desde el borde del área, marcaba de “auténtico volapié”, el tanto del empate.

A partir de aquí, el Ceuta, no sabemos si, se quedó encogido, pasmado, arrugado o mirando a la luna de Valencia, porque pronto encajó otro gol y en el minuto treinta y cuatro llegó el 3 – 1, obra, nuevamente, de Antonio Román, como auténtico matador. Todos nos quedamos helados.

La defensa un coladero

Y no me duelen prendas al decirlo, porque a los tres tantos encajados en la primera mitad, luego en el segundo tiempo, tras haberse acercado en el marcador, 3 – 2, Catanha, que ya era internacional “en el año el hambre”, aparece como un auténtico fenómeno y marca el cuarto. Era el 4 – 2, a falta de tan sólo un cuarto de hora.

La gaviota volvía a tomar altura. El Ceuta quería, estaba mejor que en el primer tiempo, pero la delantera fallaba lo que no está en los escritos y la cobertura, toda, estaba “ a cerezas”.

Este no era el Ceuta que se necesita para poder estar entre los cuatro primeros, al final de temporada, y la vez primera que los ceutíes habían llevado un buen acompañamiento, dejaron el pabellón por los suelos.

¿Y ahora qué?

De momento es sexto. El domingo a las cinco de la tarde, hora muy taurina, el Ceuta recibe al Sevilla B. En casa, es de suponer, que no haya tropezones, pero no me fío de los filiales y menos de los sevillistas que tendrán que rehacerse, para dar una imagen mejor que la que dieron la pasada temporada y lo que va de esta.

Con un Ceuta regular la situación no sería preocupante, con un Ceuta como este, en el que a las primeras de cambio se resquebraja, por completo, se puede esperar lo mejor, pero también lo peor. No hay término medio y lo que no hay quien se explique es como un equipo que quiere ser algo en la competición, puede encajar cuatro goles un día y otro tres otro. Ahí hay fallos que no proceden sólo del terreno de juego y menos del banquillo.

Todos en un pañuelo

Sí, pero marcado. Eso es cierto, pero si con lo poco que vale el grupo, que es, con diferencia, el peor de los últimos diez años, no se puede asentar un equipo hecho, o diseñado, para estar arriba, entonces habrá que estar esperando, cada día, el milagro de un golito de diferencia, sin más.

Y ahora, me da la impresión que Carlos Orúe tendrá que repasar por un lado y por otro, primero la cobertura, portero incluido; luego el centro del campo, sin personalidad alguna y, por último, el ataque, carente de puntería.

Mucho trabajo, pues, para la semana y, además, en busca del terreno perdido, claro que los puntos esos, los de Caravaca y los de Murcia ya no pueden recuperarse.

Si a estas alturas, con trece partidos disputados, se han ganado, tan sólo, siete; si, hasta ahora, se han empatado dos y si se han perdido cuatro, es que hemos dejado de ganar en torno al 45% de los puntos disputados. ¿Dónde estamos fallando?.

Desde mi punto de vista en que hay menos equipo de lo que se creía, desde el principio.
 

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