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ACTUALIDAD - VIERNES, 20 DE NOVIEMBRE DE 2009


Manuel Elkin Patarroyo. REDUAN

 XI PREMIO CONVIVENCIA CIUDAD AUTÓNOMA DE CEUTA
 

“Después de 15 años, se ha entendido mi gesto”

Manuel Patarroyo mostraba, horas antes de la entrega del Premio Convivencia, su agradecimiento al pueblo de Ceuta por haber dado contenido a esa acción de no vender la vacuna contra la malaria y donarla a la OMS

CEUTA
Cristina Marzán

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Me siento muy honrado y agradecido por esta condecoración ya que, por primera vez, me reconocen por la solidaridad, por mi humanidad”. Con estas palabras confesaba Manuel Elkin Patarroyo lo que ha significado para él ser nombrado Premio Convivencia junto a otras personalidades que por su contribución a la mejora de la sociedad global, el respeto y la tolerancia, han ostentado tal galardón. Y lo expresaba horas antes del solemne acto con tranquilidad y mirada serena, gesto amable, don de gentes, penetrante, sentado en el vestíbulo del hotel esperándonos para conversar antes de que las cámaras acaparasen toda su atención.

”Después de haber vivido tantas cosas en el Amazonas, en África, habiendo estudiado en tantas partes del mundo, se aprende a manejar la situación con toda la calma”, reconocía el científico colombiano, que no dudó en revelarnos la dedicación y reflexión que durante estos días ha ejercido para elaborar el discurso que posteriormente ofrecería a los ceutíes. “Obviamente lo voy a leer y me deja tranquilo saber que no voy a improvisar nada porque todo está dentro de un contexto en el que explico cómo fue el proceso de la vacuna, el hecho de haber donado la patente a la OMS y el porqué lo hice”, relataba convencido de cada palabra que cifraban sus labios. Patarroyo no sólo pretendía deleitar al auditorio con una lección de buenos actos y principios éticos; sus propias pinceladas personales debían quedar en el relieve del lienzo. “Busco políticas de índole universal para que, de esta manera, la gente tenga acceso a los medicamentos sin costes morbosamente elevados. He tenido tiempo de reflexionar sobre lo que hemos hecho para obtener y dar una respuesta a la razón del premio”. A este argumento que traía desde las tierras colombianas, Patarroyo le añadía firmeza tras ser testigo de la calidez que envuelve a la sociedad ceutí; firmeza en sus palabras y en sus gestos afables cuando le preguntábamos por su percepción, en escasas horas, de la ciudad autónoma, que tantas veces ha ansiado conocer y hasta esta fecha, no ha tenido oportunidad de visitar.

“Me ha llamado muchísimo la atención ver a tantas mujeres musulmanas en la calles, algunas hindúes aunque no tantas. Y ello implica una convivencia muy natural que discutíamos durante la comida porque no debe existir ninguna separación. Es una convicción que tengo, el que todos los seres humanos no somos idénticos pero sí iguales ya que no hay razones para diferenciarnos por color, religión, lengua, frontera o posición”. Y defendía su tesis narrándonos su experiencias por Venezuela o Ecuador, vacunando a “blancos, negros, mestizos o musulmanes”.

La frescura de su rostro, de color rosado similar al de su corbata atada al cuello, revela el perfil humanista de Patarroyo, aptitud que el Jurado en su día valoró para otorgarle este reconocimiento. Y situándolo en dicha posición, en la de unir criterios para evaluar la trayectoria de un futuro Premio Convivencia, el investigador pliega sus cejas abarcando grandes dudas que se solventan en dos instantes. “Louis Pasteur, al que menciono en el discurso. En esencia, lo único que he querido es seguir los pasos de este gigante de la vacuna de la rabia y que jamás vendió. Sólo la producía en su instituto para quien la necesitara, para todo el mundo; y sentó las bases para el desarrollo de las vacunas. Para mí es un fuera de serie, un genio tanto desde el punto de vista científico como humano”. Pese a contestar con rotundidad, Patarroyo comienza a titubear y añade: “Antes de que desaparezca, propondría al Premio Convivencia a Nelson Mandela porque consiguió que la barrera del ‘apartheid’ de Sudáfrica se aboliera, alcanzando el que hoy en día haya personas que hayan aceptado eso, que no crean que existe una superioridad del blanco sobre el negro. Nelson Mandela es, de sobra, merecedor del Premio Convivencia, por encima de mí y de muchos otros”, reafirmaba. El nombre de Manuel Elkin Patarroyo, en un paréntesis temporal no muy extenso, pasará a formar parte de esas lecciones de Historia que recuerdan los libros de texto. ¿Biología, química o ética?, ¿dónde le gustaría figurar?, le consultábamos. “Preferiría algo así como alguien que se dedicó a resolver problemas universales para el bienestar de sus semejantes, sumatoria de los dos factores por los que me están preguntando”. Una respuesta que no sólo sorprendería al futuro lector, también a nosotros por entrevistas anteriores en las que dichas palabras se convirtieron en titulares de la portada de EL PUEBLO DE CEUTA.

Antes de despedirnos con un hasta luego, quisimos finalizar nuestra corta pero intensa conversación con un interrogante más. ¿Qué legado le gustaría que heredase la humanidad?. “La solución de los problemas. Tengo un proyecto de vida: encontrar la solución a las enfermedades infecciosas para dejar como legado la manera lógica de hacer cualquier y todas las vacunas. Desde el punto de vista físico y químico, el problema ya está casi resuelto, nos quedan las matemáticas”, avalaba el científico colombiano.
 


”Es la primera vez que se me reconoce por la solidaridad y promover la convivencia”

Ha recibido más de una veintena de galardones procedentes de España, toda la Unión Europea y, en general, de diversos lugares del mundo. Pero Patarroyo se sentía doblemente satisfecho por esta condecoración ceutí ya que “es la primera vez que se me reconoce por la solidaridad y promover la convivencia. Por encima del componente científico, se está premiando el humanístico, y eso algo que los ceutíes han sabido agarrar”, nos confesaba, emocionado y entusiasmado, Manuel Elkin Patarroyo, XI Premio Convivencia Ciudad Autónoma de Ceuta.
 


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