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OPINIÓN - DOMINGO, 29 DE NOVIEMBRE DE 2009

 

OPINIÓN / EL OASIS

Vivas no tiene amigos
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Me pregunta uno de mis conocidos, con quien suelo tomar a veces las copichuelas de mediodía -y que tiene la buena costumbre de meterse la mano en el bolsillo con la misma celeridad que yo a la hora de pagar las consumiciones-, si yo estoy facultado para opinar libremente de los políticos cada vez que escribo. Y le digo que no.

Entonces él, poniendo cara de extrañeza, me recuerda el artículo 19 de la “Declaración Universal de los Derechos Humanos” y cuanto en él se recoge. Y vuelve a las andadas: ¿Entonces qué hay de tu independencia como columnista? Y le respondo que mi tarea al respecto consiste en defenderla tanto de las presiones externas como de mis incitaciones interiores.

Al grano, Manolo, que careces de la total libertad e independencia que exigen el escribir sobre cuestiones sociales, políticas, deportivas... En suma: que estás expuesto a la censura. “Sí; y mentiría si dijera lo contrario”. Pues si es así, y debe serlo cuando tú lo manifiesta, ya que nadie tira piedras contra su propio tejado, resulta que yo estoy legitimado para decirte que nada de cuanto escribes es verdad. Será tu verdad, y además sometida a coacción, pero nada más.

-Mira, fulano, en principio, permíteme que te aclare lo siguiente: decir la verdad es imposible; porque o es repugnante o es inefable. Y mucho menos en una ciudad pequeña donde impera, y lo he dicho montones de veces, la endogamia. Y, claro, sambenitar en plaza pública a una persona lleva consigo la seguridad de ofender a muchas otras. De manera que hay que saber decir las cosas.

-Ya, Manolo, ya... Y ahora terminarás argumentando que la obligación de los lectores es saber leer entre líneas. Con lo cual quien escribe da pruebas evidentes de estar en posesión de un caletre destacado. ¿Pues sabes una cosa...?

-Dila, porque yo no soy adivino.

-Que muchas veces me he preguntado si cuando tú escribes de Juan Vivas es para ganarte su amistad o para que éste se acuerde de todos tus muertos... Y perdona la expresión.

-Estás perdonado. Pero quien mejor te podría responder a esa duda es el propio Vivas. Cuya capacidad de entendimiento es superior. Como también lo es la de pensar bien. Y si con esas cualidades es capaz de soportar mis columnas sin la menor queja, que yo sepa, pues miel sobre hojuelas. Por razones varias. En cuanto a la palabra amistad, estimado conocido, he de decirte que hablar de amistad con un político es como querer hacer una raya en el agua. Bien claro lo dejó dicho Francisco Fernández Ordóñez: “La política no es terreno propicio para la amistad”.

-¿Insinúas que el presidente de la Ciudad, siempre predispuesto a la efusividad y cuya llaneza, más que reconocida, le convierte en un ser muy cercano a la gente, carece de interés por las relaciones amistosas?

-Sí, por supuesto que sí.

-Ah, me vas a permitir que yo difiera de ti en lo que acabas de decir. Así que te daré varios nombres para que, si a bien lo tienes, los publiques como muy amigos que son del alcalde.

-Te equivocas... Esos que acabas de nombrar, todos, ni son amigos del alcalde ni él los desea como tal. Y es que Vivas ni tiene ni debe tener amigos mientras esté sentado donde está. De no ser así, estaría cometiendo un error imperdonable.
 

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