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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 2 DE DICIEMBRE DE 2009

 

OPINIÓN / EL OASIS

Mi encuentro con Gordillo y Conchita
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

El otro día, cuando caminaba por el paseo del Rebellín, hallé a Isidro Hurtado de Mendoza que iba conduciendo su cochecito de la felicidad. Nunca mejor dicho: pues en su interior dormía plácidamente su hijo. Y fue Isidro quien me dijo que había saludado a Pedro Gordillo muy cerca del edificio de Trujillo.

Y tuve suerte; ya que apenas había andado unos metros cuando vi a Pedro y a Conchita rodeados por varias personas que querían saber de ellos. Sucedió que Pedro me divisó muy pronto y con celeridad anduvo el trecho que nos separaba para poder fundirnos en un abrazo sentido.

Parece mentira que eso pueda ocurrir con una persona a la que había empezado a tratar hace nada y menos. Es decir, cinco o seis meses mal contados. Eso sí, durante ese tiempo fui descubriendo la forma de ser de un hombre revestido de poder y entusiasmado por sentirse pieza destacada del partido más votado en esta ciudad.

Amén del abrazo, me puse a su disposición en lo que mi modesta persona pudiera servirle. Y a continuación besé a Conchita. La que, si mal no recuerdo, me presentaron en la última fiesta dada por Carlos Chocrón. Más o menos anteayer.

Confieso que el saludo, corto y verdadero, me supo a bien. Porque en ningún momento me salió la vena de quien escribe en periódicos y lo primero que piensa es aprovecharse de la situación para ahondar en lo ocurrido y poder contar cualquier respuesta de las personas que están pasando por tan mal trance.

Si bien deduje, en tan escasos minutos del encuentro, que Pedro ha empezado a superar los momentos difíciles con los que tuvo que apechugar hace más de un mes. Observé su sonrisa dispuesta a evitar, con muy buen criterio, que la gente lo mire con ese pesar con que se mira a los caídos en desgracia.

Cierto es que la procesión le irá por dentro. Pero insisto: Gordillo ha recuperado parte de su dinamismo y más pronto que tarde será el mismo torbellino de siempre. O sea, el mismo hombre inquieto que intentará participar tanto en la política activa como en otras actividades públicas.

Y la razón es bien sencilla: PG ni ha robado ni ha matado a nadie; simplemente ha sido víctima de un chantaje. Y a partir de ahí pueden ustedes decir en su contra cuanto crean conveniente por haberse dejado embaucar de semejante manera. Error que los hombres, por listos e inteligentes que sean, han ido cometiendo sin cesar desde que Adán se comiera la manzana prohibida.

Es más: cuanto más se habla de un hombre no les quepa la menor duda de que más interesante se vuelve éste para los demás. Y en el caso que nos ocupa es algo que está ocurriendo ya. Incluso me atrevería a decir que muy pronto leeremos loas a favor de quien lo ha sido casi todo en el PP.

No les quepa la menor duda de que dirán de Gordillo que tiene un corazón que no le cabe en el pecho; que ha dado muestras evidentes de querer a Ceuta y de que se ha distinguido siempre por ayudar a los más desfavorecidos; y, sobre todo, se le destacará por la labor social que lleva realizando desde que muchos de sus compañeros o no habían nacido o vestían pantalón corto.

En fin, que haber visto a Conchita y a Gordillo me ha causado la consiguiente alegría. Y que les he dicho lo que les tenía que decir. Y me da la gana contarlo. ¿Pasa algo?...
 

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