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sociedad - DOMINGO, 6 DE DICIEMBRE DE 2009


amador y cubillo. reduan.

5 DE DICIEMBRE, DÍA INTERNACIONAL DEL VOLUNTARIADO
 

Un ejército armado de voluntad

Cientos de voluntarios anónimos celebraron ayer en Ceuta el Día Internacional del voluntariado, una propuesta de las Naciones Unidas para reconocer su labor, trabajando como siempre de forma altruista
 

CEUTA
Cristina Rojo

ceuta
@elpueblodeceuta.com

El perfil del voluntario ceutí no tiene edad, ni color, ni religión determinada. Es un ciudadano cualquiera, con tantas facetas como ramas tiene el voluntariado, con un espíritu de servicio a la sociedad que le lleva a actuar de forma desinteresada en diversos frentes. Este año, ninguna de las múltiples asociaciones que trabajan con voluntarios en Ceuta, alrededor del millar entre los que colaboran con Manos Unidas, Mujeres Vecinales, Cáritas, Cruz Roja, ACEPAS, ADEN, FEAPS, la Asociación Española Contra el Cáncer o DIGMUN... ha organizado ninguna actividad para celebrar el Día Internacional del Voluntarido, una fecha elegida por las Naciones Unidas en 1985 como medio de reconocimiento a la labor solidaria de todas las personas que dedican su tiempo a mejorar el entorno.

La ciudadanía ceutí es solidaria, y los voluntarios locales abundantes, pero todavía no suficientes, como confirman desde varias de las asociaciones locales consultadas. Desde quienes ayudan a personas mayores, discapacitados, niños en riesgo de exclusión social o mujeres maltratadas, hasta el voluntario ambiental, menos conocido, pasando por el educativo, un amplio colectivo de personas involucradas con esta labor altruista nos demuestra que el tiempo libre del que disponemos todos, puede suponer un grandísimo cambio para otros, si lo empleamos de forma constructiva.

“La caridad no envejece”


El hermano Eduardo nos recibe con un impoluto hábito blanco sobre el que cuelga un crucifijo en las dependencias de la Iglesia de San Ildefonso, en la barriada del Príncipe. Lleva prácicamente un año en Ceuta tras pasar más de dos décadas en las Islas Canarias, aunque su origen está en Navarra, a donde regresa siempre que puede aunque no tantas veces como desearía. “Llega un momento en el que la labor que realizamos aquí es tan necesaria que ni si quiera te planteas dejarla por unos días, esto se convierte en tu vida”, dice.

Con un total de ochenta voluntarios, Cruz Blanca es una de las entidades locales que presta mayor ayuda a personas mayores, sobre todo discapacitadas, y en la Iglesia de San Ildefonso alojan a 47 de ellos.

“Nuestra labor es el cuidado constante de los ancianos, desde que los levantamos por la mañana hasta que se acuestan, queremos hacer que se sientan como en casa, porque aquí la mayoría están solos, sin familia ni otro lugar donde acudir. Algunos de ellos pasan muchos años con nosotros, esto terminan siendo su auténtico hogar”, explica.

Tras casi treinta años con el hábito, el hermano ha visto cientos de voluntarios acercarse a colaborar con Cruz Blanca, una entidad que cuenta con 2.200 colaboradores solidarios en España y Venezuela (donde tiene cinco casas).

“Los voluntarios aumentan cada día- asegura- pero todavía nos hace falta gente que venga a ayudar en labores de acompañamiento, por ejemplo. El simple hecho de sentarse un rato con el anciano, acompañarle a hacer algún recado o ayudarle en las tareas domésticas si vive solo, es algo que ellos agradecen mucho. En general todo aquel que trabaja como voluntario recibe una recompensa muchísimo mayor de lo que da, es enormemente gratificante y eso te empuja a levantarte cada día con ilusión aunque la jornada sea dura”.

“Como decía un antiguo hermano que conocí, ‘La caridad no envejece’, es algo que aunque es difícil, recompensa y todo el mundo debería probar algún día, sobre todo los jóvenes”.

Ayuda sin estereotipos

La asociación local DIGMUN, creada para proteger la dignidad de las mujeres y los niños, cuenta desde el octubre pasado con una nueva voluntaria, es una joven que ha llegado pisando fuerte y que desde entonces emplea todas sus tardes, entre las cinco y las ocho de la tarde, en diveresas actividades organizadas por la asociación, para ayudar a niños cuyas familias tienen pocos recursos o mujeres transfronterizas con necesidades de alfabetización.

“Creo que es mejor que quedarme en casa viendo la televisión, acabo de terminar la carrera y ahora mismo tengo mucho tiempo libre- dice Busaina Abselam, ceutí de 25 años licenciada en psicología y con una marcada vocación de servicio social-. “Ya en Granada, mientras estudiaba en la Universidad, estuve muy involucrada en actividades de voluntariado, organizando talleres con la asociación de síndrome de down, o colaborando con actividades dedicadas a erradicar la violencia de género”.

Como muchos de sus compañeros voluntarios, Busaina disfruta con el contacto directo con la gente y no ve la labor que hace como un trabajo, sino que es algo de lo que ella aprende cada día. “Ahora colaboro en dos talleres, uno de apoyo en clases de alfabetización para mujeres musulmanas y otro como refuerzo de estudio a niños. Cada uno de ellos es diferente, pero sobre todo el trabajo con las mujeres transfronterizas me ha servido para romper muchos estereotipos. Incluso yo, que soy musulmana tenía ideas equivocadas sobre estas mujeres y esto me está permitiendo conocer mejor la realidad”.

“Creo que la ciudadanía en general desconoce todas las formas que hay de ser voluntario, se pueden hacer muchas cosas y sólo es necesario algo de tu tiempo, que después significa mucho para las personas a las que ayudas”.

Voluntarios ‘ecológicos’


Juan José Amador y Sonsoles Cubillo representan a uno de los sectores más desconocidos del voluntariado de nuestra ciudad y a nivel general. Son voluntarios ambientales y, aunque este año han estado un poco desconectados del programa, han pasado años empleando su tiempo libre a un buen número de actividades al aire libre entre las que se encuentran el cuidado y observación de la tortuga mora en el entorno, la repoblación de plantas autóctonas en las zonas del monte Hacho o Calamocarro, la creación de cajas nido para pájaros como el Herrerillo común y su cuidado en el monte... además de otras muchas labores que incluyen la observación de pájaros o analizar el agua del mar y realizar encuestas a los bañistas para catalogar la calidad de nuestras playas.

“La gente tiene una idea muy equivocada de lo que es ser voluntario ambiental - dice Sonsoles- piensan que sólo nos dedicamos a recoger basura y en realidad no tiene nada que ver con esto. Las actividades que realizamos son muy variadas y nos permiten conocer mejor Ceuta y su entorno, esto realmente engancha”.

Juan José, por su parte, habla con ilusión de las nuevas aficiones que han surgido de su voluntariado, como la ornitoligía. “Solemos colaborar los sábados por la tarde, entre las cinco y las ocho y hacemos de todo. Está muy bien para conocer gente, nuestro entorno y la naturaleza que nos rodea”, afirma.

Ambos, realizaban su voluntariado en ‘Obras, Infraestructura y Medio Ambiente de Ceuta’, antiguamente conocido como Centro de Restauración Forestal y Educación ambiental de Ceuta, una sociedad anónima dependiente de la Ciudad, que ha organizado hasta ahora y, desde 1999, diez ediciones de voluntariado medioambiental, con un parón en 2009 pero con previsiones de restablecer el trabajo en 2010.

“Me presenté como voluntario en 2000 pero no había plazas, así que la primera edición en la que participé fue en 2001- dice Juan José- ahora hacen falta voluntarios de nuevo, el número había descendido en las últimas ediciones”.

“No es necesario ningún conocimiento previo para formar parte de este grupo, la formación que recibimos como voluntarios es muy completa y cada año se aprenden cosas nuevas, aunque repitamos actividades”, dice mientras piensa en el regreso a la montaña el año que viene como voluntario: “Lo echamos de menos”.

AYUDAR PARA CRECER


Cruz Roja es, con casi total seguridad, una de las primeras organizaciones que vienen a nuestra mente cuando pensamos en voluntarios. De hecho es la asociación que más tiene en Ceuta, con un número cercano a los 800. Mirfat Ahmed Mustafa, de 25 años es una de ellos, y lleva cinco años dedicando su tiempo a colaborar con la entidad de forma desinteresada.

“Mi primer contacto con Cruz Roja fue a través de un curso de primeros auxilios que realicé mientras hacía las prácticas en una guardería. Allí empecé a conocer gente y me animaron a apuntarme en el departamento de salud, socorro y emergencia. Terminé apuntándome a las pruebas de socorrista y las pasé, desde entonces no he dejado de hacer cosas. He pasado por varios departamentos y creo que nunca dejaré de colaborar.”

Mirfat describe lo que significa para ella el voluntariado, como una experiencia que “te hace crecer, algo que todo el mundo debería experimentar, porque “te enriquece como persona. A mi me ha cambiado la vida, si eres voluntario te enfrentas al día día de una manera distinta. Si ves un accidente o cualquier problema no pasas de largo, porque tienes la formación y los conocimientos para ayudar a otras personas en ese momento determinado. Personalmente lo que más me gusta es trabajar con discapacitados, que además es mi especialidad profesional. Por eso, a raíz de Cruz Roja establecí contacto con la Asociación Down Ceuta y colaboro con ellos también haciendo actividades de hipoterapia, entre otras cosas”.

Aunque entre los voluntarios tampoco es todo de color de rosa, Mirfat argumenta que es tanto un derecho como un deber, por eso si alguien se compromete a ofrecer su tiempo a una asociación, sea Cruz Roja o no, tiene que atenerse a un código de comportamiento, además de respetar el compromiso personal y social. “Hemos tenido que dar toques de atención a personas que no se han tomado esto en serio, pero en realidad son casos excepcionales”.

La joven ceutí, de mirada brillante al regresar de una mañana con los niños de la asociación Down Ceuta, dice esperar que su trabajo sirva para algo: “Para nosotros la recompensa del trato directo con quien lo necesita es más que suficiente, pero me gustaría que nuestra labor sirviera de algo, al menos para sensibilizar a la sociedad de que todos podríamos estar en una silla de ruedas algún día o necesitar la compañía de alguien “.
 

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