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OPINIÓN - JUEVES, 10 DE DICIEMBRE DE 2009

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

Aquí, buscándonos la vida…
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

... y pasando más fatigas que los leones del circo de Ángel Cristo. ¿O es que acaso no recuerdan ustedes las viejas imágenes de los felinos famélicos con apariencia de viejos felpudos apolillados? Pero no hablemos de anécdotas lamentables en estas fiestas navideñas, tan cercanas y con iluminación de bajo consumo. ¿Serán tontas las autoridades? En lugar de poner las ciudades como ascuas para llevar un poco de contento a la población, van escatimando iluminación o, como en los madriles, adornando en plan “progre-laico” con una serie de inventos que, más que adornos navideños, parecen pesadillas, fruto de un mal viaje con tripys.

Pero todo es relativo, la mayoría del pueblo español echando las túrdigas de rabia ante la ofensiva cristianófoba y clamando por usar y abusar de las consultas populares para según que temas. Porque, las opiniones y el sentir los paren las urnas y no los privilegiados a quienes tenemos la desgracia de tener que elegir cada cuatro años, mayormente porque no hay otra cosa y existe una oferta muy limitada. Pero los Poderosos no quieren referendums ni jodiendas, sino hacer su santa voluntad y si quieren palpar la opinión colectiva encargan alguna que otra encuesta, no vinculante, por supuesto.

Así, antes los apretones, ciudadanos tibios por tradición, se prenden un pins con una cruz en la solapa. Hoy, para ser contestatario y antisistema postinero, hay que acudir a nuestras tradiciones, reivindicar nuestras raíces y dar lecciones de multiculturalismo y de ansias de integración postulando la existencia de cientos de mezquitas en Occidente y de cientos de catedrales en Oriente. ¡Que bella es la Alianza de Civilizaciones!. Y todos tan felices y tan agustamente en plan reciprocidad total. Porque, lo que no es reciprocidad es mamoneo. Y, en el fondo y en la forma hay que “buscarse la vida” o si no que se lo pregunten a los cientos de españoles que cruzan la frontera portuguesa para comprar móviles para ellos y para los encargos de sus amistades. Hoy por hoy quien “está en la onda” tiene al menos un par de móviles portugueses, de esos del 646.

Es cuestión de resiliencia, término tan de moda y que viene a definir la idiosincrasia española, nos pueden tratar de doblegar con leyes injustas, pueden vulnerar impunemente precepto tras precepto de la Constitución, pueden poner como burda excusa el terrorismo para usar y abusar del temible SITEL y tenernos a todos perennemente controlados, pueden contar con complicidades para legalizar los controles exhaustivos, pero jamás podrán agotar la inevitable capacidad de ingeniosa reacción de los españoles. Cosa del ADN, así, en condiciones fatales de recorte de libertades y con España entera bajo sospecha, a esta raza nuestra, tan revenía se le agudiza la creatividad. ¿Qué vamos a decir de un pueblo que vio aparecer la primera y la segunda parte de El Quijote? ¿Quién puede parar a los descendientes espirituales de Lázaro de Tormes? Nadie, ni el SITEL ni la última bocaná de los muertos del invento, ni los mismísimos leones desesperados del circo de Ángel Cristo. ¿Qué nos tienen espiados y controlados? Pues a comprar teléfonos portugueses y si el Ministro hace un pitiklín, pitiklín, a su homólogo portugués para que también aplique sistemas de control y de espionaje y obligue a los ciudadanos a dar sus datos para contratar móviles, entonces está el recambio de otros países europeos. Vale, vale, muchos mandan a un engancháo para que compre tarjetas y dé sus datos, pero la gente “puesta”, los profesionales liberales, los empresarios, constructores, promotores, comerciantes y demás “sospechosos” que conforman el tejido productivo de nuestra España, se alargan a Portugal y vuelven alborozados, con espíritu numantino, sintiendo que con “eso” están luchando por una España Libre. Y la lucha por las libertades es incluso más hermosa que la consecución de la ansiada libertad.

Y a eso se llama “buscarse la vida” porque, hasta los desfallecidos felinos de Ángel Cristo saben y conocen que, cuando nos buscamos la vida es la vida en libertad.
 

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