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OPINIÓN - SÁBADO, 12 DE DICIEMBRE DE 2009

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

Ha existido, existe y existirá una gran diferencia en la celebración de Navidad y la de Año Nuevo. Son dos fiestas totalmente diferentes en todos los conceptos. Mientras la Navidad es una festividad cristiana y familiar al cien por cien, Año Nuevo es una fiesta en la que le decimos adiós a un año que se va y recibimos con alegría al año que entra. Eso al menos es lo que pienso y creo que todos tenemos el mismo concepto de ambas celebraciones.

Y como cada uno, cuenta la feria según le va, seguro que habrá a quienes les duela tener que despedir un año que ha sido bueno para él y recibir al nuevo con la incertidumbre si será, al menos, igual de beneficioso que el anterior.

Pensamiento este, sobre todo, para los que tienen dinero y grandes empresas, y han hecho los cálculos de cuales deberán ser sus beneficios. Teniendo en cuenta que, si esos cálculos son de un veinte por ciento de beneficio y resulta que, a final de año, sólo le ha reportado un dieciocho, será un mal año porque según todos ellos, han perdido un dos por ciento.

Por supuesto que las celebraciones de Año Nuevo de mí época de chaval, con las de los momentos actuales, han dado un cambio radical.

Antes toda la diversión consistía en ir a la calle, charlar con los amigos, dar una vuelta, dependiendo del tiempo que hiciese y vuelta a casa y mañana será otro día.

Los bailes familiares brillaban por su ausencia para los “capitalistas”, pues los únicos bailes que se hacían, se llevaban a cabo en las pocas sociedades que existían, en nuestra tierra, dedicados exclusivamente a los que tenían el “parné”. O sea, lo de siempre, para no variar.

Entrar algunos de los “capitalistas”, en aquellos bailes de sociedad era, poco menos, una odisea que ninguno nos atrevíamos a afrontar, porque teníamos la completa seguridad que sería un fracaso.

Hoy la cosa, con el paso del tiempo, ha cambiado lo suyo, y es raro los chavales que se quedan encasa después de tomar la uvas porque, todos ellos, se van a los diferentes bailes que se han organizado en diferentes putos de la ciudad. Unos organizados por sociedades, donde pueden entrar los “capitalistas”, otros organizados por grupo de amigos o por estudiantes dispuestos a ganar unos euros para el viaje fin de estudio.

Gracias a ese cambio experimentado por la sociedad, hoy día, nadie se queda sin ir a uno de esos bailes y divertirse hasta el amanecer, despidiendo el año y dándole la bienvenida al que entra. Lo que, personalmente, me llena de satisfacción ver, a toda esa juventud, vistiendo sus mejores galas prestos a divertirse y pasarlo bien.

Lo único que puede causar alguna molestia pequeña, por supuesto, es que cuando legan a casa agotados, dejan la ropa tirada en cualquier sitio, porque sólo piensan en descansar. Ese es el peaje que tenemos que pagar los padres, para que nuestro hijos consigan lo que nosotros no pudimos conseguir.¡¡Viva la juventud!!
 

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