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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 23 DE DICIEMBRE DE 2009

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

Turismo de lujo en Extremadura
 


Jesús Carretero
jesuscarretero@elpueblodeceuta.com

 

No es hacer publicidad gratuita de una tierra a la que quiero, es valorar, un poco más, una tierra inmensa, con habitantes nobles y acogedores para todos los que llegamos desde fuera y que a la semana han conseguido que uno se sienta como un extremeño más.

En ese gran recorrido que se puede hacer por la gran Extremadura, hoy prefiero quedarme en Zafra, por aquello de que son docenas de veces las que, como hace dos días, he pernoctado en esta agradable localidad y más agradable aún, cuando te alojas en su Parador de Turismo. Todo un lujo.

A Zafra la llaman Sevilla la Chica, colocada al lado mismo de la Ruta de la Plata, y de la que un texto romano dice:” Hay un lugar en España con el nombre de Zafra. Lo llaman tierra antigua, poderosa en armas y de ubérrimos suelos”. En tiempos prerromanos la zona estuvo habitada por lusitanos y vetones, con todo, de los orígenes de zafra es mucho menos lo que se sabe que lo que se supone, aunque ella entra, de verdad, por la puerta grande de la Historia en tiempos musulmanes, en la decadencia del dominio árabe, con los reinos de taifas.

Desde este momento, siglo XI, hasta el XV va a estar en medio de frecuentes conflictos bélicos y será tocando ya el XV cuando con los Figueroa, Señores, Condes y Duques de Feria logre un gran desarrollo cultural, mercantil, religioso y urbanístico.

Y a este punto quería yo llegar, porque fue Lorenzo de Figueroa el que levantó el Alcázar que hoy se ha convertido en Parador de Turismo.

He comenzado hablando de turismo de lujo, y ese lujo tiene que comenzar y finalizar en este Parador, para mí, uno de los más emblemáticos de toda la Red de Paradores.

En el Parador de Zafra estás constantemente pasando de finales de la Edad Media a la edad Moderna y de ahí a nuestros días.

Un mobiliario, en todas las zonas del Parador que te invita a sentarte, o al menos a detenerte en cada uno de sus rincones, muchos, por sus laberínticos pasillos.

Aquí no hay nada que desentone y todo está cuidado para que esté en su justo sitio. Una joya de este tipo, pero acondicionada, para las comodidades que hoy se exigen, no es fácil encontrarla por ahí.

Esto no es un hotel, esto está mucho codos por encima del hotel más llamativo que uno se encuentre en toda la zona y en muchos kilómetros a la redonda, por lo que no me cabe la menor duda de que los directores que van pasando por aquí dejan y han dejado su huella personal, pero el Parador es mucho más que todo eso.

Un servicio a tono con la propia casa y una comida muy en consonancia con los ricos productos de esos “ubérrimos suelos” que decía el texto romano, al que antes he hecho alusión.

Yo no diría que si uno se pierde venga al Parador de Zafra, diría todo lo contrario, que uno se venga aquí primero, saboree lo que hay en él y luego ya se puede perder unos días por algunas zonas de esas que aparecen en todos los catálogos de turismo sin ser nada.

Cuando el lunes, con el mar y un poco menos revuelto, yo salía de Ceuta a las siete de la tarde, tenía claro donde iba a hacer noche. Una sola llamada telefónica y la persona que estaba en recepción, con la amabilidad de Paradores me decía :”Aquí le esperamos, no se preocupe si llega tarde”. Es cierto que a mí me conocen allí, pero quien va, aunque sea nuevo y desconocido, recibe el mismo trato. Un verdadero lujo.
 

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