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OPINIÓN - JUEVES, 31 DE DICIEMBRE DE 2009

 

OPINIÓN / ESCRITOS CABALLAS

El Legado del Petirrojo
 


Javier Cherllarám
javiercherllaramt@elpueblodeceuta.com

 

Ya plenas Navidades, y las musas de mi pluma van a dar paso una buena mesa y mantel con los míos y el que venga a reunirse, pero no quería despedirme sin recordar un cuento, un hecho que refleja los actos de buena fe y de buena voluntad. En un mundo en que hay tanta envidia, tanta maldad y tantas puñaladas tra­peras, todavía hay gente, buena gen­te que son ángeles, y yo rezo por ellos.

Era un encuentro de muchos paja-rillos, esperando que Dios el Creador les diera un nombre en el paraíso en la creación. A estos pajarillos Dios les puso el nombre de Petirrojos, to­dos que alzaron el vuelo y se vieron reflejados en la cristalina agua de un riachuelo y contemplaron que eran grises y no tenían nada de rojo, que les identificase con el color que el Se­ñor les había dado de nombre, siem­pre que acudían al encuentro con Dios, le volvían a preguntar ¿Por qué tenemos de nombre petirrojos, si no tenemos ese color?.

El Señor les dijo, ¡os lo tenéis que ganar!, así día tras día, año tras año, hasta que sucedió el apresamiento, vía crucis y crucifixión en el Monte Calvario de Nuestro Señor, en su agonía el Señor, vio llegar volando todos los pajarillos que se acercaron a poder ayudarle y quisieron arran­carle las espinas de su corona en su esfuerzo por salvarle, la sangre del Señor, salpicó todos los pajarillos, y entre lucha y esfuerzo de los petirro­jos, el Señor murió en la cruz. Los pájaros quisieron lavarse de la sangre de Dios, cuando Jesús ascendía a los cielos al tercer día, los pajarillos revolotearon a su alrededor y Dios les dijo, ¡veis como os habéis ganado el nombre de vuestro color, por lo que habéis hecho!

Esta historia se la contaba a mi hi­ja Bárbara todas las noches como una nana para que se durmiera, co­mo prueba de que Dios existe y no se queda con nada de nadie, que Dios premia a los buenos y castiga a los malos, y el señor esta pendiente de todos los actos que hacemos día a día, siempre mi hija mayor me pe­día. ¡Papa cuéntame el cuento de la espina! quizá como Ley de Vida, el día de mañana mi hija se lo cuente a sus hijos, como bello ejemplo de las obras de buena fe y que Dios nos lo agradecerá, al igual que el cuento del Petirrojo. Barbarita, alguna noche de estas con Jesusito en tu regazo le contarás el cuento del Petirrojo, como te lo contaba tu padre, a Jesusito, también su abuelo.
 

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