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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 13 DE ENERO DE 2010

 

OPINIÓN / EL OASIS

Un muerto anunciado
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

La histeria le ha podido siempre. Sobre todo cuando se mira al espejo y éste le devuelve el reflejo de lo que es: una mujer tan poco agraciada como para oponer toda clase de resistencia a relacionarse con los demás. Siempre y cuando no esté encerrada en su cubículo.

De hecho, su malaúva se va fraguando al darse cuenta de que no es posible presentarla en sociedad. Entre otros motivos, sin duda, porque ella sigue prefiriendo andar entre bastidores para ver si así consigue templar la acrimonia de la bilis que la corroe.

En varias ocasiones asistí a sus desmayos. A mí me gusta más decir insurtos (Vocablo usado por los hermanos Quintero). Con el único fin de llamar la atención del editor para que éste se creyera que la culpa de sus achaques las tenían los compañeros de la redacción y de pensión. Porque la maltrataban.

De esa manera fue causando lástima a la par que se convertía en la soplona de la empresa y hasta se quedaba dormida en el despacho del director hasta muy avanzada la noche. Para que supieran los propietarios de la cosa que estaba dispuesta a sacrificarse por el negocio más que si le perteneciera. Los compañeros, desde luego, terminaban todos dándose el piro.

Un día estuvo en un tris de ser despedida. Pero alguien intervino a tiempo para que el dueño no la pusiera en la calle. Ese alguien y un delegado del Gobierno que la apadrinó. Menuda vista tuvo el gachó. Pues creyó haber encontrado la figura ideal para satisfacer sus deseos de ordeno y mando. Y se vio metido en un lío de aquí te espero. Menos mal que él puede contarlo. No tuvo la misma suerte, desgraciadamente, Elena Sánchez.

Y la mujer se fue envalentonando. Si la primera gran jugada le había salido bien por qué no seguir probando a ver si le buscaba las vueltas a otro cargo importante para que éste también se sumiera en la miseria. Y así poder presumir de haber contribuido al derrumbe de otro gran jefazo.

Y a fe que lo ha venido intentando. Aunque los cargos ya están avisados. Y si no han hecho las denuncias correspondientes, por algunas situaciones afrentosas, es porque órdenes superiores les piden calma ante ataques desmesurados y peligrosos. Pero todo tiene un límite. Máxime cuando hay cierto temor entre quienes deben tenerlo, a que haya, cualquier día, una desgracia, en forma de muerto, en El Poblado Marinero. Una muerte anunciada.

Quien me habla, experto en estas cuestiones, está al tanto de que todo lo que se ha venido diciendo contra el Jefe Superior del Cuerpo Nacional de Policía, José Luis Torres, tiene un porqué. El cual es un ataque al Cuerpo Nacional de Policía, alimentado por varias personas que tratan de aprovecharse de cuantos escándalos puedan producirse en ese recinto de esparcimiento nocturno.

Así que habrá que estar al tanto de todas las broncas que se vayan produciendo a partir de ahora en el Poblado Marinero. Porque esas reyertas pueden ser intencionadas. Con el fin de probar que todo es debido a la dejadez con que se viene empleando la Policía Nacional. Y si se produce una muerte, en el revuelo, miel sobre hojuelas. Ya que habrá portadas luminosas y el ya dijimos lo que iba a ocurrir lo repetirán millones de veces. Y, como remate, dirán también impropios del Delegado del Gobierno y del Jefe Superior del Cuerpo Nacional de Policía. Oído al parche.
 

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