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sociedad - VIERNES, 15 DE ENERO DE 2010


condiciones de la casa. cedidas.

deficiencias
 

“No pagaré nada a mi casero
hasta que no me arregle la casa”

J.L. se quedó en paro y dejó de pagar el alquiler para mantener a su familia. Ahora está al borde del desahucio.
 

CEUTA
Paula Zumeta

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Un vecino ceutí está sufriendo las amenazas de su casero. Lleva desde junio del año pasado viviendo junto a su mujer y su madre en unas condiciones lamentables, que el dueño de la casa prometió solventar lo antes posible. Sin embargo, esos arreglos no llegaron y ahora J.L. se niega a pagar los meses que le debe si no cumple con lo estipulado.

Alquilar se ha convertido en un deporte de riesgo. Y si no que se lo digan a J.L., que lleva esperando desde junio del año pasado a que su casero arregle todos los desperfectos que le prometió en su momento que solventaría.

En agosto, J.L. se quedó en paro y dejó de pagar a su arrendatario los 600 euros mensuales que habían pactado: “Incluso vinieron a amenazarme con que me iban a quemar la casa”. Y es que, J.L. vive con su mujer, que está en paro y con su madre, la cual está muy enferma y necesita de los máximos cuidados sanitarios. La madre de J.L. no puede vivir en las condiciones insalubres en las que se encuentra la casa. Un familiar del alquilado, R.C., considera que “si pasa un poco más de tiempo, se les va a caer el techo de la casa”.

Sin agua caliente, sin gas y sin las necesidades básicas, esta familia ceutí sigue esperando la orden de desahucio del juez: “El casero me aseguró que la orden de desahucio estaba en camino, amenazándome, pero todavía no ha llegado nada”.

Y es que J.L. se niega a pagar los meses que debe “hasta que no me arregle la casa, como prometió”.

Por otra parte, J.L. ya ha conseguido trabajo y cobra unos 750 euros al mes. Con esa cantidad de dinero tienen que vivir tres personas y pagar los 600 euros del alquiler. ¿Y qué les queda para comer?. Esa es la situación por la que están pasando muchas familias españolas con pocos recursos económicos y que viven de alquiler.

Y si unimos a ello un casero que no cumple con la promesa de acomodar la casa a las necesidades básicas del alquilado, la mezcla es preocupante.

El error cometido en muchas ocasiones por las personas que alquilan una vivienda, es el de firmar un contrato que roza la ilegalidad. Y es que, J.L., como tantos otros paga “bajo mano” su alquiler.

El dinero negro está a la orden del día en este tipo de operaciones y desde aquí se hace un llamamiento a la gente que busque alquilar un piso: no se fíen y lean antes todas las condiciones del contrato además de que sobre todo, y ante todo, sea legal para así poder acudir a las instituciones pertinentes y estar protegido.
 

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