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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 20 DE ENERO DE 2010

 

OPINIÓN / EL OASIS

Chicharra panzona
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Se dice a la mujer que tiene las piernas flacas, pero el vientre abultado. Y si además es más fea que Picio, lo mejor es lucirla lo menos posible. Es lo que hace, con muy buen criterio, el dueño de un medio local con la persona que tiene al frente de él.

Y, conociendo al propietario de la cosa, creo que hasta haya podido pensar, muchas veces, lo bien que le vendría un burka a semejante criatura. Sería la prenda ideal para poder llevarla a algún que otro acto. De lo contrario, es decir, presentarla a cara descubierta, sería exponerse a que los asistentes a cualquier acontecimiento salieran corriendo despavoridos, nada más verla.

La fea, más bien feísima, es mujer histérica, que huele a lo que no debe oler. Y busca, dado que es consciente de su desgracia, templar la acrimonia de la bilis que la corroe a cualquier precio. En realidad, no se ha dado cuenta de que cuando trata de moralizar es doblemente fea. Fiel demostración de que es tontina. Sumamente tontina.

A la fea, más bien feísima, de ese medio local que se ha quedado ya en posición desairada –quizá la culpa de que llegue tan tarde a los puntos de venta se deba al tráfico caótico que existe en la ciudad-, le acompaña un tipo cuyo historial periodístico es digno de que Juan Vivas se invente un galardón para distinguir una conducta intachable y una honradez a prueba de bomba. Y, desde luego, una prosa que ya hubieran querido mostrar todas las plumas del 98.

El individuo está especializado además en el arte de dar sablazos. Lo mismo llega y te pide trescientos euros que termina aceptando cinco. El caso es poner la mano sin hacer el menor asco a lo que caiga. No hace muchos días, me contaba un veterinario, cuyo nombre omito por causas lógicas, que había sido víctima del periodista varias veces. Y quiso saber a quién debía acudir para quejarse. Y le dije que a nadie. Que en su trabajo lo querían así. Tal y como es. Por razones que otro día procuraré explicar.

La mujer fea, más bien feísima, y el periodista que va pidiendo dinero por todos los sitios, han llegado a formar un tándem perfecto. Por más que al principio, hubo que decirle a la fea que aceptara la contratación del compañero cuya pluma es capaz de aguantar la comparación con Ramón del Valle-Inclán. Eso sí, todavía no he comprobado si don Ramón escribía ‘degollo’ en vez de degüello.

Y es que la fea, más bien feísima, nada más enterarse de la contratación del sablista, comenzó a llorar de manera intensa y continuada. Fue lo que todos conocemos por llorera. Y hasta llegó, en el colmo de la desesperación, a tirarse por el suelo. Pero ajo y agua, le dijo quien mandaba. E incluso le dio la siguiente explicación: este hombre tiene la presencia que tú no tienes para representar al medio en el Ayuntamiento.

Y a fe que el fulano decía verdad. Porque ha sido capaz de representar tan bien a su medio como para llevarse doce mil euros del ala, que uno sepa, poniendo la mano a tiempo en un asunto del cual hablaremos en otra ocasión. Doce mil euros que han ido a parar a una cuenta donde cierta Universidad los irá retirando para... Y ahora se preguntarán ustedes por qué no hablo de la tercera persona. De ese toro suelto. Por una razón muy sencilla: porque éste tiene la mala costumbre de denunciar a quien le puede. Y yo le tengo un miedo cerval.
 

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