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sociedad - SÁBADO, 23 DE ENERO DE 2010


Marines ante las puertas del hospital. g.c

CRUZ ROJA EN HAITÍ
 

Los Marines, el reverendo
y las réplicas

El responsable de Comunicación relata cómo
el ejército norteamericano decide “invitar” a la prensa a abandonar el campamento por “seguridad perimetral” mientras Marines armados se ubican en la puerta del hospital
 

CEUTA
Cristina Marzán

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Puerto Príncipe está cambiando de color. En el ‘Campo Base’ de la Federación Internacional de la Cruz Roja y Media Luna Roja, y en todos los idiomas los delegados del Movimiento internacional de la Cruz Roja y Media Luna Roja afirman no entender nada las informaciones que se están difundiendo en torno a la ayuda humanitaria. No entienden por qué, si Cruz Roja lleva implicada desde el primer día esta catástrofe de brutales magnitudes, se siga insistiendo en el hecho que esa ayuda no llegue a la población.

A pesar de los sinsabores que procura saber que se esta trabajando en la buena dirección pero que se transmite algo diferente, la Delegación de Cruz Roja Española ha decidido que el reparto de agua empezaría por el hospital general. Y entonces, algo sucede. La tierra tiembla de nuevo en Haití. Parecería como si todavía no tuviese suficiente, como si necesitase más horror y más desastres para contentarse. “Todos lo hemos notado. En mi caso he tenido la rara sensación de que yo me estaba mareando, y no he tenido consciencia de que algo estaba ocurriendo”, relataba el responsable de Comunicación de la entidad humanitaria, Germinal Castillo.

Confirman que el seísmo ha sido de 6,1 en la escala de Richter. Varias miradas se cruzan en la Delegación de la Cruz Roja Española y las reflexiones son automáticas: “¿otra vez?, ¿habrá afectado a más personas?, ¿es la tragedia repetida?”. Y, tras estas preguntas de auténtica preocupación ajena, se generaliza otra preocupación: la familia. Todo el campamento asalta literalmente la débil línea de comunicación para reconfortar a los familiares más directos. Las llamadas son muy breves pero tajantes: “Estoy bien, no ha pasado nada aquí. Se puede escuchar en holandés, español, finés, inglés, japonés, noruego, danés y en decenas más de idiomas”, explicaba Castillo. La naturaleza ha hecho pagar caro al hombre su osadía de desafiarla. Al entrar en el hospital, algo ha cambiado; los Marines controlan el hospital y, por ende, las entradas y las salidas. “Como no podía ser de otra forma, no ponen impedimento a la entrada del camión cuba de Cruz Roja Española, pero la presencia de todo un pelotón de Marines armados hasta los dientes no es precisamente una imágen tranquilizante”, confesaba. Los haitianos también lo perciben, y los nervios afloran. Donde jamás se habían visto disputas serias ahora se oyen discusiones airadas de los ciudadanos de Puerto Príncipe con chavales de apenas 18 años vestidos de camuflaje y que portan suficientes armas para terminar de derrumbar lo que queda del centro sanitario. Algunas miradas podrían derretir el hielo, otras son un grito de desesperación y las más reflejan el vacío, ese que sólo sabe procurar el horror. “Me han contactado para una entrevista en directo, sin embargo, una decisión tomada en inglés va a cambiarlo todo. El ejército norteamericano ha decidido, por una cuestión de ‘seguridad perimetral, invitar’ a la prensa a dejar el campamento. La diplomacia española ofrece una salida: repatriar periodistas. Muchos se inscriben para partir de inmediato. Otros deciden probar suerte, pero, en realidad, nadie sabe nada. Estas son, sin lugar a dudas, las otras réplicas del seísmo”, concluía Castillo, desde Haití.
 


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