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cultura - DOMINGO, 24 DE ENERO DE 2010


Marco Marchioni y antonio santana. m.z.

EDUCACIÓN / DESARROLLO COMUNITARIO
 

Camino a la utopía

Los proyectos de Intercultura y el Instituto
Marco Marchioni en diferentes colegios
sitúan a Ceuta, pese al recelo de parte de
los docentes, como referente nacional en desarrollo de comunidades de aprendizaje
 

CEUTA
Gonzalo Testa

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Hay dos palabras que, por separado, conectan directamente al sociólogo italiano Marco Marchioni, fundador del Instituto que lleva su nombre y que coordina el proceso ‘Soñando con una escuela para todos, entre todos’, y a Ramón Flecha, catedrático de Sociología de la Universidad de Barcelona con el que que el Centro de Profesores y Recursos (CPR) de Ceuta está empeñado en traer como mascarón de proa del primer módulo del curso de formación de equipos directivos que pondrá en marcha el próximo mes de febrero: “La utopía es posible”.

Ese es, literalmente, el título del libro publicado por el primero en 1995 y en el que teoriza sobre “la intervención comunitaria en las nuevas condiciones sociales”. Flecha también cree que es posible que los sueños se hagan realidad bajo la premisa, ineludible para Marchioni, de que “no es suficiente luchar por objetivos justos; hay que luchar con métodos concretos”. “Quienes en educación oponen ciencia a sueños no son científicos”, advierte Flecha en una entrevista recogida en la revista del CPR local: “Quienes dicen ‘dejémonos de utopías, bajemos a la realidad’ nunca mejorarán la realidad y ni siquiera llegarán a conocerla. Quienes dicen que el pesimismo es el optimismo inteligente son muy poco inteligentes; nunca mejorarán la educación pero, eso sí, verán refrendada su profecía que fatalmente se cumple, que las cosas están mal y continuarán peor”.

Todos los datos, aunque haya quienes cuestionen, como los del paro, su veracidad, indican que las cosas en Educación en Ceuta están, como mínimo, bastante mal: la ciudad mantiene índices de fracaso escolar superiores al 50% que, al contrario que en Melilla, no dejan de crecer. En 2003, en un texto titulado ‘Reflexiones y propuestas en torno a educación, escuela y comunidad’ Marchioni ya advertía de que “una sociedad que quiere ser avanzada y moderna y que quiere competir en paridad de condiciones con los demás países del primer mundo no puede permitirse el lujo de dejar en la cuneta un porcentaje tan importante de personas como el que se genera con un fracaso medio del 30% del sistema educativo público”.

En un contexto mucho peor, el actual de Ceuta, la Dirección Provincial del Ministerio de Educación, los Servicios Sociales Comunitarios de la Ciudad y el CPR se han propuesto seguir la línea abierta el año pasado en Juan Carlos I por la asociación Intercultura para luchar contra el fracaso escolar uniendo fuerzas en las denominadas comunidades de aprendizaje, el concepto teórico que sostiene la idea de que es necesario acabar con la fractura existente entre los claustros, las familias y el resto de la sociedad en lo que a la tarea formativa de las nuevas generaciones se refiere, un proceder que la Ley Orgánica de Educación (LOE) avala en tanto que consagra la libertad organizativa y pedagógica de cada centro.

El jueves, en el helipuerto, después de las tres jornadas de formación y coordinación que sentaron las bases del proyecto ‘Soñando con...’ que se lleva a cabo en los CEIP García Lorca y Vicente Aleixandre, Marchioni expuso a este periódico su convicción de que Ceuta puede convertirse en un “referente nacional” en lo que a la aplicación de las teorías del desarrollo comunitario se refiere.

“El colectivo más implicado, el docente, la Dirección Provincial del Ministerio y el CPR, parece que entienden la necesidad de abrir camino a una perspectiva diferente del trabajo educativo que implique mucho más a las familias, pero también al resto de la ciudadanía, a lo que llamamos comunidad”, constata el italiano, que se fue “impresionado” con la respuesta de los padres de alumnos del García Lorca a la propuesta: “No explicamos muy bien cómo pensábamos organizarlo todo y aparecieron 60 madres y unos pocos padres, la mayoría de la comunidad árabo-musulmana, algo inesperado, fantástico, increíble”, destaca.

El colegio que dirige Antonio Palomo es, en ese sentido, una rara avis, el ejemplo perfecto de la aplicación “intuitiva” del empeño por involucrar al entorno de un centro en su vida cotidiana, otra forma de trabajar que levanta algunas ampollas entre quienes son reacios a salir de la rutina. Su modelo sirvió de contexto para la tesis doctoral ‘El perfil del alumnado de compensación educativa del García Lorca’, obra de Manuel López Ruiz en la que se concluye que “la educación no es labor sólo de la escuela como institución. Son todas las instituciones sociales las que han de velar por la educación de los que mañana serán sus ciudadanos de derecho”. Por ahí van los tiros, aunque no sea fácil.

En una versión de la realidad un tanto edulcorada Marchioni cita un caso práctico: “Después de los encuentros que Antonio [Santana, presidente del Instituto Marco Marchioni] y yo hemos mantenido en Ceuta nos hemos llevado sorpresas de profesores que estaban en contra de cualquier idea que les sacase de su trabajo habitual pero que han ido a los directores y les han dicho: ‘Cuenta conmigo’. Si los educadores sociales, los profesores, perdermos la perspectiva de aquello para lo que hemos estudiado, para mejorar la sociedad con nuestro trabajo, vamos por mal camino”, argumenta.

Tres perfiles docentes


Según todas las fuentes consultadas la radiografía de la disposición del profesorado a contribuir a esta línea de trabajo es la siguiente: hay un pequeño grupo concienciado que lo respalda; un gran grupo escéptico y otro pequeño que no quiere saber nada de la historia.

Es un diagnóstico que comparten Manuel López y Manuel Serrano, coordinadores de ‘Soñando con...’ en el García Lorca. “Es una iniciativa bonita y muy interesante porque aglutina el esfuerzo de todas las instituciones para ofrecer una alternativa a la exclusión social y el fracaso escolar en esta ciudad que ya habían planteado, de manera aislada y menos estructurada, muchas personas en esta ciudad”, recuerda el primero, que se confiesa “expectante” a la espera de que se defina “un proyecto serio con una metodología clara, propuestas viables y financiación institucional”.

Como profesor Serrano reconoce que entre los docentes hay “diversidad de opiniones” sobre la metodología comunitaria. “Hay algunos que se van a implicar al mismo, otros que estarán expectantes y otros, por qué no decirlo, más o menos minoritario, que no cree en este tipo de proyectos”, apunta dispuesto a “tirar del carro” y a convencer a ese grupo que “piensa de otra forma, respetabilísima, o que lleva mucho tiempo trabajando en estos ámbitos y han visto sus inquietudes frenadas y están defraudados”.

El trabajo en conjunto costará, pues, debates, disgustos y dinero. Pioneros en la implantación de este tipo de experiencias, los responsables de la asociación Intercultura, que trabaja en el desarrollo de una “comunidad de aprendizaje” alrededor del CEIP Juan Carlos I desde el curso pasado, cuenta para ello con una subvención nominativa de la Consejería de Educación y el año pasado recibió otra del Ministerio.

El presidente de la Federación Provincial de Asociaciones de Vecinos (FPAV), José Ramos, que conoció a Marchioni hace dos años cuando le invitó a Ceuta por primera vez la Ciudad, también ha ofrecido ahora al CPR “toda la ayuda que el movimiento vecinal pueda ofrecer para luchar contra la lacra del fracaso y el abandono escolar”.

A nivel institucional ‘Soñando con...’ tiene, hasta ahora, el compromiso de la Dirección Provincial y de la Ciudad de poner a su disposición “todos” los recursos humanos y materiales a su alcance. El Instituto Marco Marchioni tiene previsto cerrar en el plazo de aproximadamente un mes una ‘hoja de ruta’ en la que se comprometa a aportar “la parte de formación, asesoramiento y seguimiento” para que el proceso cristalice “en la firma de un convenio de tres años de duración como mínimo que tenga unos recursos mínimos necesarios para sostenerlo en el tiempo”.

“El proceso se adapta a la gente”


A juicio de Marchioni, ni las condiciones socioculturales de la Ciudad ni las socioeconómicas de cada barriada suponen mayor problema. Sobre la cohabitación de una comunidad árabo-musulmana y otra cristiano-occidental, como las denomina el profesor de la Universidad de Cádiz Rafael Jiménez en su estudio sobre el fracaso escolar, el italiano opina que “no es un tema de dificultad, sino de complejidad”. “En todas partes vamos hacia la interculturalidad y aquí partimos ya de esa realidad muy consolidada, lo que es una virtud”, se felicita.

Que los colegios elegidos para desarrollar el proceso de desarrollo comunitario estén enclavados en barriadas de poder adquisitivo medio no demasiado alto tampoco es un escollo, según su parecer, insalvable: “Hay que desterrar la idea”, pide, “de que lo comunitario se aplica sólo a zonas marginales o empobrecidas. Lo comunitario es una necesidad de todo tipo de realidades. No se puede vincular siempre esto al subdesarrollo. Lo comuntiario es un método para mejorar situaciones de cualquier tipo”.

“Al contrario”, termina, “la gente con mucho dinero suele tener menos tiempo, pero no es un problema económico sino de actitud: un proceso se adapta a los tiempos de la comunidad, no al revés, y si en un contexto tenemos muchas madres que son amas de casa eso nos permitirá trabajar mucho por las mañanas, por ejemplo”.
 

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