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sociedad - DOMINGO, 7 DE FEBRERO DE 2010


IMSERSO. ARCHIVO.

ley de integración social de minusvalía
 

El paso de la LISMI a la no contributiva no convence
a los mayores ceutíes

La primera ley que protegía al discapacitado mirando su renta personal da lugar a esta prestación que tiene en cuenta la familiar
 

CEUTA
Cristina Marzán

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Pese a ser prestaciones que protegen a las personas con discapacidad, el paso de la primera Ley de Integración Social de Minusválidos (LISMI) a la pensiones no contributivas no convence a los mayores ceutíes ya que la primera sólo atiende a la renta personal mientras que la segunda, a la familiar por lo que los baremos son difíciles de compatibilizar.

 “Cualquier incidencia de algún familiar que conviva, trabaje o le pase algo influye en la pensión no contributiva porque mira la renta familiar mientras que en la LISMI, sólo se valora la personal”, argumentó el director del IMSERSO, Fernando Jimeno, para aclarar por qué a los mayores ceutíes les cuesta asimilar que en caso de desaparición del cónyuge, sólo prevalece la prestación que uno de los dos ha recibido de manera individual aún en el caso de que “entre menos dinero en el núcleo familiar”.

Alrededor de 1.738 ceutíes reciben actualmente una pensión no contributiva. Esto es, prestaciones económicas que se reconocen a aquellos ciudadanos que, encontrándose en situación de necesidad protegible, carecen de recursos suficientes para su subsistencia en los términos legalmente establecidos, aun cuando no hayan cotizado nunca o el tiempo suficiente para alcanzar las prestaciones del nivel contributivo. En Ceuta recibieron dicha ayuda 883 beneficiarios por jubilación y unos 855 por invalidez, alcanzando el importe de la nómina los 593.599 euros a cargo del IMSERSO.

Sin embargo, esta prestación social está íntimamente ligada a la Ley de Integración Social de Minusválidos (LISMI), cuya nómina el pasado mes ascendió a los 22.667 euros, que llegaron a unos 116 ciudadanos, que reciben de forma residual una cuantía de 149 euros mensuales. Dicha ley nació en 1983 y su vigencia concluía con la entrada en vigor de las pensiones no contributivas, en 1992. “Pero hay una serie de personas que han ido pasando progresivamente de una a otra, entre 400 y 500 personas en la ciudad autónoma. Hay un grupo residual que no pide la no contributiva porque esta, para concederla, se tiene en cuenta las rentas familiares mientras que la LISMI sólo las personales”, explicó Fernando Jimeno, director del IMSERSO. La LISMI permanecerá vigente “hasta que fallezca el último beneficiario y su origen estuvo motivado en la protección de la persona con discapacidad”, aclaró Jimeno, Pero el problema del paso de una a otra son los parámetros para su valoración y posterior aprobación, lo que crea incertidumbre entre sus solicitantes.
 

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