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economía - LUNES, 15 DE FEBRERO DE 2010


militares en ceuta. archivo.

crisis económica
 

La crisis trae una avalancha
de nuevos aspirantes a
entrar en la vida militar

El ingreso en el seno de las Fuerzas
Armadas se perfila en tiempos de crisis económica como una salida llena de posibilidades para muchos jóvenes españoles
 

CEUTA
José Manuel Gómez

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Desde que la crisis hizo su aparición hace ya dos años, cada vez son más los jóvenes que se lanzan a prepararse para ingresar en el seno de las Fuerzas Armadas, una posible salida a los problemas económicos y hacia un trabajo estable y digno lleno de ventajas y de ayudas que, sin embargo, también exige de los que van a desempeñarlo lo mismo que les aporta. Pertenecer al estamento militar precisa, además de un alto grado de preparación y de formación que incluye superar pruebas médicas, físicas y psicológicas, una gran capacitación y voluntad de trabajo, de esfuerzo y de sacrificio y, sobre todo, compromiso y vocación.

Dos años hace ya que la crisis comenzó y, ante la desolación que ofrece en estos momentos y que al parecer todavía ofrecerá en la próxima temporada el panorama laboral español, muchos jóvenes han optado por iniciar su preparación para hacerse con una plaza de funcionariado de las que el Estado ofrece.

Y, de entre todas las posibilidades que existen para entrar a trabajar en el seno del Estado Español, la de ingresar en las Fuerzas Armadas es la que más adeptos ha estado cosechando en este tiempo de incertidumbre económica.

Empleo digno y estable


No hay que dejar de observar que, en los tiempos que corren, la oferta que la actual vida militar ofrece es tremendamente jugosa: a una retribución anual que gira en torno a los 15.000 euros hay que sumar que el dueño de este puesto de trabajo, muy estable, va a gozar, además, de una protección por desempleo, de un alojamiento según régimen interior de las unidades que se complementa con un apoyo para la compra o para el alquiler de la vivienda, de Seguridad Social y de un seguro de vida y de accidentes, de medidas de especial protección para las situaciones de embarazo y de post-parto y de posibilidades reales de promoción con las que ascender y prosperar dentro del estamento militar teniendo, además, la posibilidad de especializarse en un campo concreto.

De esta manera, el panorama que ofrecía la posibilidad de hacer carrera en las Fuerzas Armadas ha cambiado radicalmente en los últimos años, e incluso se puede decir que ya empezó a hacerlo poco antes de que la actual crisis económica estallase.

Una profesión que había sido demasiado a menudo directamente descartada y hasta denostada por los jóvenes desde hacía décadas ha venido resultando cada vez más atractiva desde la aplicación de la Ley 8/2006 de 24 de abril de Tropa y Marinería, con la que se implantó de manera definitiva un nuevo modelo militar profesional.

Profesionalización


Esta ley estableció un nuevo sistema en el que, para consolidar la plena profesionalización, se realiza un uso más racional de los recursos humanos que incide directamente en el profesional que ingresa en las Fuerzas Armadas, que se siente más y por más tiempo vinculado a ellas en todos los aspectos por medio de las mencionadas ventajas laborales y debido también a una adecuación de su edad a la misión que va a tener que desarrollar.

Las expectativas de futuro del militar, además, se ven incrementadas con un abanico de salidas laborales y con unas medidas socioeconómicas que tienen en cuenta los años de servicio realizados.

Sin embargo, no es oro todo lo que reluce, ya que las Fuerzas Armadas exigen una preparación y una vocación para ingresar en su seno que no todos los aspirantes a ello son capaces de alcanzar.

Como para cada puesto funcionarial, el número de plazas ofrecidas por el Estado es limitado: el pasado año 2009, se pusieron a concurso 86.000, las mismas que se han fijado para este 2010.

Según se aclara en la Ley de la Carrera Militar 39/2007 de 19 de noviembre, el número total de plazas que se ofrecen cada año se sitúa entre las 130.000 y las 140.000. Estos totales, sin embargo, lo abarcan todo: todos los estratos de las Fuerzas Armadas incluyendo los mandos.

Más calidad


Si bien la competencia puede llegar a ser feroz, este hecho es visto de forma positiva por otros profesionales del estamento militar como el Teniente Coronel Antonio Mármol Fernández, jefe del Área de Reclutamiento de Ceuta, que afirma que “esta nueva avalancha de aspirantes aumenta la calidad en la selección, ya que nos permite hacernos con los candidatos más idóneos y mejor preparados para desempeñar el puesto de trabajo que en las Fuerzas Armadas ofrecemos”.

Y es que, no en vano, durante el pasado 2009 el alud de aspirantes a hacerse con un lugar en el estamento militar fue tan grande que el Centro de Reclutamiento de Cádiz tuvo que derivar a miles de ellos al Centro de Reclutamiento de Ceuta debido a la proximidad entre ambas ciudades y al hecho de que el centro ceutí siempre ha servido de apoyo al gaditano. De la misma manera, aunque en menor grado, se han derivado aspirantes al Centro de Reclutamiento de Melilla.

Trabajo y vocación


El otro punto indispensable que hay que tener en cuenta a la hora de optar por alguno de los puestos de trabajo que ofrecen las Fuerzas Armadas es, tal vez, el más importante: la vocación.

Pensar en ingresar en el mundo militar para hacerse con un simple seguro ante la crisis dentro del funcionariado del Estado supone siempre un grave error.

Durante los primeros años de pertenencia a las Fuerzas Armadas, el recluta que ha adquirido la plaza ha de saber que es temporal, y que si bien puede renovarla, puede, de igual manera, perderla.

Durante sus seis primeros años, el trabajador posee un contrato que es renovable y por lo tanto ha de demostrar con su trabajo, con su esfuerzo y con su servicio a los españoles que tiene algo que aportar al estamento militar.

Una vez que ha superado estos seis años de preparación y prueba, el recluta puede acceder por fin a un contrato de larga duración. Este contrato, a su vez, se puede bifurcar en dos futuras opciones: en la primera, que abarca hasta los cuarenta y cinco años de edad, el trabajador puede pasar a engrosar las filas de los reservistas de especial disponibilidad, que reciben todos los meses una contraprestación por sus servicios.

En la segunda, el militar puede optar a ser militar de manera permanente hasta cumplir los cincuenta y ocho años, fecha en la que ya puede optar a la jubilación.

Requisitos

Los requisitos para poder acceder a un puesto de trabajo en el seno de las fuerzas armadas exigen haber cumplido la mayoría de edad, los 18 años, pero no haber tampoco sobrepasado los 27. El certificado de haber cursado por lo menos Segundo de Secundaria es otro requisito y, además, los aspirantes han de pasar un reconocimiento médico.

En la fase de concurso se valoran los méritos académicos y generales del candidato, y en la de oposición se le realizan las pertinentes pruebas físicas y psicológicas tras lo cual se procede al último examen: una entrevista realizada por un psicólogo.

Muchos han vuelto la mirada hacia el mundo militar como una salida ante la crisis: sin embargo, ingresar en estas filas requiere de una gran preparación, de vocación y de capacidad de sacrificio.
 


Los cambios que ha introducido la Ley 8/2006 en la mejora de las condiciones en las Fuerzas Armadas

El modelo militar plenamente profesional en España terminó, definitivamente, de implantarse con la Ley 8/2006 de 24 de abril de Tropa y Marinería.

Esta nueva ley estableció un sistema entonces novedoso para consolidar la plena profesionalización de la plantilla del estamento militar realizando un uso más racional de los recursos humanos que incide directamente en el profesional, vinculándole más y por más tiempo en las Fuerzas Armadas por medio de la adecuación de su edad a la misión que va a tener que desarrollar, de la incrementación de su abanico de salidas laborales y de nuevas medidas socioeconómicas que tienen en cuenta los años de servicio realizados.

Así, a una retribución anual en torno a los 15.000 euros, se suma la protección por desempleo, el alojamiento según régimen interior de las unidades, apoyo para la compra o el alquiler de una vivienda, Seguridad Social, seguro de vida y de accidentes, medidas de protección especial para las situaciones de embarazo y de post-parto y posibilidades reales de promoción con opción para la especialización en un campo concreto.
 

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