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OPINIÓN - SÁBADO, 20 DE FEBRERO DE 2010

 

OPINIÓN / EL OASIS

La elegancia natural de Pepe Torrado
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Los viernes suelo suprimir mis paseos por el centro de la ciudad. Mas hoy me he visto obligado a salir de casa para acudir a una cita a la que no podía faltar. Y a fe que ha merecido la pena hacerlo. Porque la mañana me ha proporcionado satisfacciones que me han hecho sentirme bien. Y cuando uno se siente bien, bien de verdad, es capaz de irradiar felicidad a su alrededor.

Pasada la hora vaga de mediodía, decido que me he ganado a pulso tomar el aperitivo en ‘El Mentidero’. Porque allí acogen a los clientes de maravilla. Luego, como es ya habitual en mí, dirijo mis pasos hacia el Hotel Tryp. Y en la cafetería me encuentro con Benjamín Álvarez, Manolo González Bolorino y Pepe Torrado. Con los que mantengo más de una hora de cháchara.

Tiempo que me permite comentar lo que creo conveniente y sobre todo me atrevo a decirle al presidente de la Autoridad Portuaria algo que estaba deseando que él supiera. Aunque procuro por todos los medios hacerlo con suma delicadeza. Puesto que lo último que yo haría es herir la susceptibilidad de Torrado y que ello sea motivo para que perdamos nuestra amistad. Máxime cuando PT está harto de decirme que a él no le gusta salir en los papeles.

Pero uno es como es, es decir, que le puede la deformación profesional y no se corta un pelo a la hora de decirle a Torrado que días atrás iba vestido de manera que sólo él puede permitírselo. Y el presidente de la Autoridad Portuaria me mira de manera que me veo obligado a recomendarle calma. A la par que entro a contarle lo siguiente.

Mira, Pepe, el lunes pasado, cuando la visita de Pío García-Escudero, tú ibas formando parte de la cabecera de la comitiva. Y en la fotografía que sirvió de portada a nuestro periódico se veía a la legua que vestías chaqueta azul, pantalón gris y zapatos de color. Y esos zapatos, que a cualquier otro le hubieran sentado como un tiro y le hubiesen puesto en la lista de las personas merecedoras de gran desconfianza, a ti no te quitaban ni un ápice de crédito ni de elegancia.

Y es que tú, estimado amigo, dado que Dios te ha concedido esa elegancia que sale de dentro a fuera y que como dice un conocido mío no viene del probador a los hombros ni a los pies, puedes permitirte todas las licencias posibles a la hora de vestirte. En realidad, Pepe, tú podrías vestirte tan mal como se vestía El Niño Marchena, según lo cuenta Antonio Burgos, y sin embargo pasar por ser un verdadero árbitro de la elegancia. Un Petronio de aquí te espero. De modo que yo aprovecho la ocasión para decirte que tú eres de las pocas personas en Ceuta que te puedes permitir el lujo de mezclar colores que no casen y salir no sólo ileso de la prueba sino que encima podrías aspirar al premio de elegancia en la ciudad.

Y no te quepa la menor duda de que si esos zapatos marrones que tan poco armonizaban con la ropa que llevabas cuando la visita de Pío García-Escudero lo hubiera lucido cualquier otro destacado personaje de la tierra, seguramente me habría servido a mí para destacar su mal gusto. Pues la contradicción no es para menos. Pero en tu caso, Pepe, créeme de verdad que tú elegancia natural, esa que va de dentro a fuera, te permite vestir como te salga a ti de los c... (Javier Curado Gil destaca por sus extraordinarios artículos (!) de opinión en la prensa diaria.)
 

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