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sociedad - DOMINGO, 21 DE FEBRERO DE 2010

 

ONCOLOGÍA

Miedo a nombrarlo, estigma social y pérdida del yo entre
los afectados por una enfermedad que ya se puede curar

CEUTA
José García

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Han pasado más de tres décadas desde que la escritoria norteamericana Susan Sontag retratara en su obra La enfermedad y sus metáforas los estigmas que deben afrontar las personas afectadas por el cáncer. Sin embargo, treinta y dos años después, esta patología sigue cargada de connotaciones sociales que entorpecen la lucha de los enfermos por sobreponerse.

La oncóloga Agnieszka Karspinska es la primera en subrayar cómo algunas familias le piden que no comunique a su pariente que padece este mal. “Hay mucho miedo a decir la verdad, pero el paciente debe saberlo porque debe tomar la decisión de someterse a un tratamiento u otro”, ilustra la doctora.

La psicóloga de la Asociación contra el Cáncer, Isabel Hernández, asegura que algunos enfermos, junto con las uñas y cejas “pierden su yo”. Por eso la atención de profesionales como ella resulta fundamental para combatir los momentos de incertidumbre y de shock, la negativa a aceptar que se padece la enfermedad y necesitan un tratamiento largo, la merma de autoestima y la ansiedad, la depresión o el miedo a la muerte.

Junto a la atención psicólogica, la Aecc, abierta en la Avenida de la Independencia todos los días laborables de 9.30 a 13.30 y de 16.00 a 19.00 horas, gestiona ayudas para personas que han quedado discapacitadas tras la cirugía o el tratamiento, traslados a la Clínica Radon, materiales de protección ortopédica y el desplazamiento a pisos de acogida en la Península para poder someterse a radioterapia.

Este es un recurso esencial para los pacientes ceutíes, pues no disponen de equipo en la ciudad para un tratamiento que, según la doctora Karpinska, puede tenerte hasta seis semanas fuera de casa. “Si tienes problemas para alojarte mientras te sometes a las sesiones de radioterapia esto puede influir negativamente sobre el tratamiento”, precisa la oncóloga.

La Aecc también se encarga mediante convenio con el Ingesa de los cuidados paliativos domiciliarios para los enfermos que no tienen pronóstico de tratamiento. La asociación cuenta además con voluntarios para el acompañamiento del enfermo en su domicilio.
 


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