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OPINIÓN - VIERNES, 26 DE FEBRERO DE 2010

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
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El ministro de trabajo, Celestino Corbacho, instó a los partidos integrantes del Pacto de Toledo a que debatan y reflexionen sobre el actual periodo de cálculo de pensiones. También ha propuesto “periodos amplios transitorios de aplicación” para el retraso a los 67 años de la edad de jubilación, y achacó a la demografía, y no a la crisis o a las presiones del exterior, la necesidad de acometer la reforma del sistema.

Los sindicatos mayoritarios, UGT y CC. OO, salieron a la calle en manifestación para que el Gobierno no reforme las pensiones, ya que piensan que el actual sistema de pensiones está en peligro. Toxo tildó de “tremendo error” del Gobierno haber mezclado el plan de austeridad de la Administración con el futuro de las prestaciones por jubilación.

Uno que es así, no de más carnes, sesenta y seis kilos en canal, quiere prestar su colaboración para el asunto que propone el ministro, manteniendo la edad de la jubilación a los sesenta y cinco años, sin tener que modificarla a igual que los años necesarios de cotización. O sea, con claridad meridiana, sin modificar nada de nada.

Todos, sin faltar nadie al cita, debemos de cumplir con los requisitos necesarios. Pero todos. Si cualquier ciudadano debe cotizar durante 35 años para cobrar la pensión máxima, de la misma manera deben de cotizar, esos años, un ministro, un diputado o un secretario de Estado y no bastarle con siete años para pode disfrutar de la jubilación más alta.

De la misma manera que todos los contribuyentes deben tributar por el hecho de recibir unos ingresos, pero, aún así, un tercio de los cargos políticos, no está sujeto al IRPF porque se considera como indemnización para gastos de su cargo. Todos ellos, a igual que cualquier ciudadano no deberían de estar sujeto a estas indemnizaciones.

Al parecer, según dicen los entendidos, los altos cargos gozan del privilegio de poder percibir entre dos y tres pensiones del erario público, mientras el resto de los ciudadanos de a píe, trabajadores en general, no podrán recibir nunca más de una.

Resumiendo, señor ministro, creo que mi idea no es tan mala como parece, sólo se trata de no quebrantar el principio de equidad. Para ello basta que todos, pero todos, tengamos que cotizar los quince años reglamentarios, no estar exentos de un tercio de IRPF y cobrar una sola pensión de jubilación. Cosa fácil de llevar a cabo y por la que nos ahorraríamos una buena pasta que, por supuesto, iría en beneficio de todos.

La pregunta del millón es, simple y llanamente: ¿quién le pone el cascabel al gato?. Aunque la cosa resulta de los más sencillo del mundo mundial, todos iguales, cotizando los mismos años y sin privilegios alguno cotizando por el IRPF y, por supuesto, sin que nadie, absolutamente nadie, puede cobrar dos o tres pensiones a cargo del erario público, mientras a la viuda de un trabajador, a pesar de que ella haya cotizado durante los años correspondientes, tenga que decidir, cuando más falta le hace, por la pensión suya o por lo que le queda de viudedad. Ahí queda eso.
 

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