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OPINIÓN - LUNES, 1 DE MARZO DE 2010

 
OPINIÓN / PUNTO DE VISTA

La encrucijada islámica de Ceuta

Por Antonio Gómez


La corriente islámica que se sigue tradicionalmente en Ceuta es la suní-malekí, la oficial y única posible en Marruecos, la que se sigue en Argelia y es mayoritaria en otros países del Magreb. En el caso de Ceuta, la histórica relación con el norte de Marruecos trajo como consecuencia que orgánicamente, en términos religiosos, el Islam siguiera el canon referencial del líder religioso personificado en las figuras de la Dinastia Alauí. Ya lo fueron Mohamed V, Hassan II y ahora Mohamed VI. Nunca hubo problemas en Ceuta. El musulmán ceutí es español. Que se lo pregunten a los que sirvieron en Regulares para gloria de la Unidad.

La llegada y penetración del rigorismo a la ciudad data de poco más de una década. En los 90 se detectó la presencia de seguidores del Jeque Yassin (contrario al Emir al Mouminin), y se conoció del alumbramiento de varios ceutíes musulmanes, nuevos iluminados tras su paso por países de Oriente Medio (expansionistas de sus corrientes islámicas). Ya hay salafíes, una pequeña bolsa chií (seguidores de la corriente iraní de los Ayatolah y de la implantación de la Sharia), y no se dudaría de la presencia de ‘Takfiris’ (Takfir wal Hjira), también salafíes, capaces de camuflarse y de mantener relaciones perfectamente occidentalizadas perdonadas en su muy personal Yihad. Es la corriente más dura y peligrosa. Detrás de ellos está el 11-M.

El establecimiento en Ceuta, facilitada por la laxitud de las laicistas administraciones públicas, de todos estos grupos (durmientes en la ciudad o de paso) ha derivado en la complicada encrucijada en la que hoy en día se encuentra el territorio, bajo la atenta mirada y seguimiento, eso sí, de los servicios de información de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y del CNI, aunque no sabemos si para bien o para mal. La máxima de vigilar y dejar hacer para conocer, se convierte en una, cuanto menos, peligrosa estrategia por el aprovechamiento que de nuestra Constitución y leyes pueden hacer y hacen los radicales.
 

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