Me han preguntado cuáles son las
razones de que, cada día, el pueblo se aleje más de la
política y de los políticos. Por principio, querido amigo,
no soy la persona más indicada para darle respuesta a su
pregunta, por la sencilla razón de que, en varias ocasiones,
he manifestado que no creo ni en la política ni en los
políticos, sólo creo en las personas, considerando que
buenas personas, honestas y dispuestas a trabar por el
pueblo, las hay en todos los partidos políticos. Me aplico,
para ello, aquello que dice “por sus acciones les
conoceréis”.
De todas formas, jamás dejo de contestar a ninguna de las
preguntas que me hacen aquellas personas, en el
convencimiento, que creen que uno por dedicarse a esta
profesión debe saber algo más que ellos de algunos asuntos.
Desde mi personal, particular e intransferible forma de ver
las cosas, la única repuesta es la creencia de que los
políticos no conocen en profundidad al pueblo español y, en
algunas ocasiones, este desconocimiento les lleva a actuar
de forma contraría como deberían hacerlo.
Voy a tratar las razones que me llevan a pensar de esta
forma, lo cual no quiere decir que esté en posesión de la
verdad, si acaso en mi verdad, que no es la verdad absoluta
ni mucho menos, si no una verdad muy personal.
El pueblo español crean lo que quieran creer algunos, no
acepta imposiciones y, siempre, va a hace lo contrario de lo
que le quieran imponer.
Sacamos de los Presupuestos Generales del Estado la cantidad
que se le concedía a la Iglesia para compensar, con ello,
los servicios que hace a la sociedad en materia cultural,
social y conservación del patrimonio.
Todo perfecto, por cuanto se decidió que esto era un Estado
aconfesional y que, por tanto, no se debería incluir en los
PGE ayuda a ninguna de las religiones. ¿Y cuál ha sido la
reacción del pueblo español?. Muy sencillo, más de nueve
millones de personas han rellenado el casillero, en las
declaraciones de las rentas a favor de la Iglesia Católica,
dando a esta un recaudación de 252 millones de euros que
casi triplica la asignación que le daba el Estado.
Sacamos la ley del divorcio y pasado un tiempo los
divorcios, cada día, son menos. Pasa lo mismos que con la
ley que permite el casamiento de personas del mismo sexo.
Pasado los primeros días de euforia la cosa se ha ido
calmando y so contados los matrimonios que se llevan a cabo.
Y que conste que, cada uno, con su vida, `puede hacer lo que
quiera y en ese poder, está el casarse con quien le venga en
ganas.
Va a pasar exactamente igual, que la recién aprobada ley del
aborto donde los menores de dieciséis años pueden realizarlo
sin el consentimiento de sus padres. Basándome en mi teoría,
que puede estar equivocada, de que el pueblo español hace,
siempre, lo contrario de lo que le quieren imponer, apuesto
que habrá menos abortos que antes de salir la nueva Ley.
De momento la ley antitabaco, aunque haya menos fumadores,
ha aumentado el consumo de tabaco a pesar de subir su
precio.
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