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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 10 DE MARZO DE 2010

 

OPINIÓN / EL OASIS

Cuando ellos hablan de las mujeres
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Sigo sin atreverme a salir a la calle en este martes, que es cuando escribo, debido al catarro. Aunque me quedo en casa mayormente para recibir a un matrimonio amigo que hemos invitado a comer. Llegado el momento de sentarnos a la mesa, recordamos que ayer se celebró el Día Internacional de la Mujer Trabajadora y la lucha que siguen manteniendo por el trato de igualdad que aún no han conseguido en medida tan justa como necesaria.

Abro el debate yo con un párrafo sentencioso y que no tiene nada que ver con el motivo de la celebración. Aunque me parece oportuno para que la charla vaya adquiriendo cuerpo. “La diferencia que hay entre los hombres y las mujeres es que ellos hablan bien de ellas y las tratan mal, mientras que ellas hablan mal de ellos y los tratan bien”.

Responde la mujer de mi amigo. Mira, Manolo, eso te lo he oído decir hace ya mucho tiempo. Fíjate si es así, que te voy a recordar que tú aclarabas que lo habías leído en unas declaraciones hechas por un médico internista.

Reconozco que yo no me acordaba ya de haberlo escrito. Pero pienso que es bueno poner a prueba la memoria de mi amiga y la invito a que me diga las razones por las que hombres y mujeres actúan de esa manera. Y me encuentro con que ella se había aprendido de memoria las razones que daba el médico internista para que hombres y mujeres actuaran de manera tan distinta.

Los hombres, Manolo, necesitan alabar a sus mujeres por una razón fundamental: para tranquilizarse de su propio valor. Puesto que si son amados por unos seres selectos, es indudable que ellos tienen que ser dignos de ser amados, o más bien, de ser admirados. Y me explico, dice nuestra amiga que ya está embalada. Una mujer que tiene un mal marido es una víctima; un hombre que tiene una mala mujer es un ser lamentable. ¡Es lo que dicen ellos, no yo!

Celebramos no sólo la buena memoria de nuestra amiga, sino también su convencimiento de que el médico internista llevaba toda la razón del mundo cuando se manifestó de manera tan clara como concisa. Pronto intervino el marido de Consuelo para exponer su axioma: “Las ideas feministas han triunfado realmente. Porque, vamos a ver, ¿quién se atrevería a afirmar todavía que las mujeres son menos inteligentes que los hombres? Todo el mundo reconoce, y los hombres los primeros, que las desigualdades que subsisten entre los sexos están relacionadas con las condiciones, no con las capacidades. Sí, ya sé que existen todavía “viejos reaccionarios” o “jóvenes idiotas”.

A mí me da por destacar que la mujer esta en posesión de voluntad y valor. De sutileza en sus relaciones. De una resistencia física que acabó hace ya un mundo con el viejo mito de la Dama de las Camelias. Que tienen el sentido de lo concreto, etcétera. Aunque los hombres serían más felices si las mujeres no se empeñaran en modificarlos, en reformarlos, en cambiarlos. Deberían ser menos posesivas e intransigentes... Y así los misóginos no podrían tacharlas de fastidiosas. Eso sí, la tragedia está en que los hombres siguen matando a sus compañeras. Y quienes saben tendrían que averiguar las causas. Mi amigo apunta hacia una sobreprotección maternal de los varones durante años claves.

(Diego Martínez Argüello es intelectual (!) muy apreciado.)
 

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