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OPINIÓN - DOMINGO, 14 DE MARZO DE 2010

 
OPINIÓN / en el punto de mira

De la oposición a las descalificaciones

Por Jesús Carretero


Siempre, desde que empezamos a vivir nuestra democracia, he pensado y he defendido la necesidad de una oposición fuerte, y seria, para que el Gobierno de turno, además de actuar, vaya por un camino serio, y la oposición, o aquellos que aspiran a estar en el Gobierno, puedan aportar algo al progreso y la buena marcha de un pueblo, de una ciudad, de una autonomía o del Gobierno de la Nación.

Quizás, también por eso, he dicho y así es que no me gustan nada las mayorías aplastantes en las que los rodillos dejan sin poder actuar a unos ediles que ocupan, legítimamente, un lugar en alguno de esos Gobiernos.

De la misma forma que ciertos grupos de “aventureros” intentan llegar a la política para expoliar y, tras esos expolios, emigrar en busca de mejor presa, las mayorías aplastantes suelen arrinconar las opiniones de grupos que, también, están representados en las instituciones, pero sin que sus representantes puedan hacer nada más que “exponer” algún proyecto que, pocas veces, verá la luz.

Pero una cosa es actuar, con peso de verdad, o exponer, aunque su exposición no pase de ahí, y otra llegar al insulto o a las descalificaciones, que dejan a los que intervienen en esos cruces descalificadores en su justo punto, desde luego muy poco serio.

Y entro en este tema, al ver la “agarrada” verbal que ha habido entre la consejera de Asuntos Sociales, Carolina Pérez, y el líder de UDCE, Mohamed Alí, en cuyo cruce de diversidad de criterios se utilizaron términos como esperpento, demagogo, intervenciones mafiosas y otra serie de lindezas que ya no causan risa a los que actúan como espectadores.

Y quiero recalcar esto, porque hubo momentos, en el primer Ayuntamiento democrático, tras las elecciones de 1979, que quienes no tenían nada mejor que hacer, se iban al Ayuntamiento cada vez que había un pleno y allí el salón “lleno hasta la bandera” presentaba unos números circenses, gratis total, que para sí hubieran querido las mejores compañías que, entonces, recorrían la geografía hispana.

Afortunadamente, eso ya pasó, ahora estamos con una generación más joven, con más formación, se supone, y tener diversidad de criterios es loable, muy loable, lo otro no es nada potable.

Y es que ahora, las discrepancias, en parte, vienen por esa exigencia de UDCE de que alguien asuma la responsabilidad por el retraso en el abono del IMIS, que ya hemos citado días atrás.

Me parece muy bien esa exigencia y no debiera de tomarse por parte de Carolina Pérez nada más que como un interés por evitar que eso se vuelva a repetir. Y me sigue pareciendo correcta esa exigencia, salvo que ese “comprensible error humano” se hubiera dado, también, en las nóminas de los altos cargos del Ayuntamiento, pongamos por caso.

Llegado a esto lo que no creo que se pueda meter en el mismo saco es esa consideración de “unas intenciones mafiosas” del Ejecutivo de limitar las movilizaciones de los parados.

Yo no creo que sean intenciones mafiosas el que desde el Ayuntamiento se pueda salir en apoyo de unos comerciantes, que cada día son molestados con el paso de esa “¿Manifestación?” diaria, que además lleva aparejado, en muchas ocasiones, el corte y el caos circulatorio para muchos que nada tienen que ver con la manifestación en cuestión.

Discrepancia de opiniones me parece saludable, las descalificaciones o insultos, creo que son intolerables.
 

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