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OPINIÓN - DOMINGO, 21 DE MARZO DE 2010

 

OPINIÓN / EL MAESTRO

Origen del gran desastre
 


Andrés Gómez Fernández
andresgomez@elpueblodeceuta.com

 

Nos tenemos que remontar hasta 1857, con la llamada Ley de Instrucción Pública, más conocida como “Ley Moyano”, la primera Ley General de Educación. En ella se regulaban los niveles educativos del Sistema: Primera Enseñanza de seis años (gratuita y obligatoria); segunda enseñanza –el bachillerato- de seis años, comunes con examen final y a la que se añade la posibilidad de estudios de aplicación a las profesiones industriales, y la tercera o universitaria, que incluía otras enseñanzas superiores no universitarias de carácter profesional. Estuvo vigente más de 10 años (1957-1970), en los cuales su existencia fue matizada, unas veces por el desarrollo legal de varios puntos de su contenido, y otras, por la aprobación de leyes que, aunque sólo se refieren a un nivel de enseñanza, modificaban la parte correspondiente del sistema.

En 1970 se aprueba la Ley General de Educación o Ley de Villar Palasí, teniendo como objetivo el hacer partícipe de la educación a toda la población española, aspecto fundamental si tenemos en cuenta que con la anterior Ley existía un 75% de analfabetismo. Dicha Ley que pretendió establecer la igualdad de oportunidades educativas, supuso un avance gigantesco a favor de una sociedad más justa y una vida más humana. También representó una mejora cualitativa de la enseñanza y favoreció la integración social de todos los españoles, abriendo las puertas a la educación a todas las clases sociales sin discriminación. Se estructuró en tres tipos de Enseñanza: preobligatoria (2 a 6 años); obligatoria (6 a 14 años) y postobligatoria (BUP con COU y FP).

Hasta aquí todo parecía correcto, pero los partidos políticos, sin consenso, se dedican a “abortar” una serie de Leyes, contribuyendo cada una de ellas a deteriorar más el sistema educativo. Sólo como referencia, me limitaré a su mención: LOECE (1989), promovida por la UCD; LODE (1985), aprobada por el Partido Socialista; LOGSE (1990), Partido Socialista. LOCE (2002), aprobada por el Partido Popular, sin poderse aplicar los aspectos fundamentales y LOE (2006), activada por el Partido Socialista (“Prima hermana” de la LOGSE).

Sobre esta polémica Ley, muchos estudiosos del tema, coinciden en que la grave situación de la Enseñanza se deriva de ella; una Ley que socava el más elemental principio de educación. Uno de estos analistas, el profesor R. Moreno Castillo, que con la publicación de su Panfleto Antipedagógico da a conocer el lamentable error cometido por el Partido Socialista sin reconocerlo y sin rectificar. El autor está convencido de que dicha ley, “privilegia a quien puede permitirse un colegio de élite y, en cambio, penaliza a los muchachos de las clases menos pudientes, que lo que no aprenden en los centros educativos públicos, no lo aprenderán en ningún sitio”. Comenta el profesor que “un chico que acababa la EGB a los catorce años, sabía más que uno que acaba la ESO a los dieciséis”. En el primero del Bachillerato actual (al que correspondía con tercero de Bachillerato antiguo), hay que enseñar cosas que antes sabía un estudiante mediano de catorce. En las facultades de Física y Matemáticas de muchas universidades españolas se ha implantado un llamado “curso cero”, durante el cual se explican cosas muy elementales pero indispensables para que puedan incorporarse a primero de carrera con un mínimo bagaje. Antes de la reforma este curso no era necesario. Después de la reforma se hizo imprescindible. Y las zafiedades que un alumno puede soltar hoy, impunemente, en clase, ni remotamente se oían a los alumnos del sistema antiguo. (Curiosamente, a todos estos alumnos de bajo nivel, en sentido despectivo, se les llama “alumnos logse”).

En el artículo de L. Mª Ansón, de la Real Academia Española, da a conocer el verdadero origen del desastre que vive nuestro sistema educativo: se traslada al año 1978: “En lugar de pactos, componendas, maquillajes y afeites, lo que tenía que hacer el Gobierno español es recuperar las competencias de educación, transferidas insensatamente a las Comunidades Autónomas… Si España quiere mantener su identidad nacional, dentro de la Constitución de 1978, aprobada por la voluntad general libremente expresada, los textos de los diversos grados de enseñanza deben ser consensuados y comunes. No se puede enseñar a los niños de una comunidad una cosa y a otros, otras cosas. Sobre todo en Historia se ha llegado a rizar el rizo. Hablemos con claridad: en algunas regiones españolas se está enseñando a odiar a España, a despreciar a España. Los grandes hechos de nuestra historia: Descubrimiento de América, la obra gigante de colonización, la calidad del idioma español, la modernización de nuestra nación, todo está silenciado o despreciado en los textos de Historia… La Unidad de España tiene uno de sus fundamentos en la Educación. El Gobierno de la nación desde 1978 está haciendo dejadez de esa función cardinal que le compete…

Hay que exigir el retorno al regazo nacional de las competencias de educación y negociar unos textos comunes que garanticen una educación compartida por todos los adolescentes y jóvenes españoles…”.
 

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