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OPINIÓN - DOMINGO, 18 DE ABRIL DE 2010

 
OPINIÓN / COLABORACIÓN

La sentencia, la verdad

Por Ramón Cutillas García


Se nos dice que la sentencia es un aforismo impersonal, como: “Los regalos engendran amigos; la verdad en cambio, odios”, este mismo aforismo tendría que servirnos para definirnos lo que conlleva el concepto VERDAD, aquello que nos conduce a iniciar un camino o tomar una determinación que pudiera afectar a toda nuestra vida y sobre aquellos que nos preceden, y también sobre los que nos han antecedido.

La Real Academia de la Legua Española sobre la verdad nos da las siguientes acepciones: “…Conformidad de las cosas con el concepto que de ellas forman la mente. … de lo que se dice con lo que se siente o se piensa… Propiedad que tiene una cosa de mantenerse siempre la misma sin mutación alguna…. Juicio o proposición que no se puede negar racionalmente….”

A tenor de lo expuesto la VERDAD es un juicio o reacción que el individuo realiza sobre las cosas de conformidad a como la mente las ve y las siente, siempre que la mantenga sin mutación alguna y no exista posibilidad de su negación.

En el desarrollo de lo expuesto debemos afirmar que existen muchas “verdades” al emitir un juicio que no pudiera quedar contenido dentro de una sentencia objetiva al poderse negar racionalmente la misma. Por lo que tenemos que empezar a diferenciar las sentencias en función del conocimiento que tengamos de las mismas sin aceptar, en principio, que éstas representan una verdad innegable al no tener la racionalidad del contenido de la misma.

A la vez que tenemos que definir las sentencias en función del contraste que realicemos sobre el contenido que de ella conozcamos, y lo expresado lo ejemplarizo por mi experiencia en las siguientes:

La Sentencia Judicial, no conlleva más que una realidad jurídica, que puede ser sometida a varios Recursos sin que implique, aunque todos ellos la refrenden, nada más que una situación Judicial que se pudiera encontrar totalmente desconectada de la realidad objetiva al poderse negar racionalmente el contenido de la misma.

La realidad mediática o el “corrido” del boca en boca que se puede formular a través de los diversos medios de difusión.

La proyección política.

Estas tres realidades que nos han podido crear un estado de opinión tanto a nivel individual como colectivo muy bien pudieran conllevar una manipulación intelectual a través de la corrupción de los conceptos, creando para ello un estado de resolución individual o colectiva en contradicción total con la realidad o verdad objetiva, aquella que sometida a nuestra forma de pensar y actuar se mantiene sin mutación alguna y sin posibilidad de negación.

Al objetivar estas tres realidades impersonales lo hago con la pretensión de que los pocos que me lean puedan llevar al filo de mi propio cursor la discusión sobre la realidad objetiva de lo que estamos viviendo en España en estos momentos, nacida de otra realidad objetiva:

En 1936, se produjo una confrontación civil que duró 33 meses de guerra abierta y más de nueve años de contienda encubierta encabezada por el “maqui” cuya tendencia era el levantamiento de la población, junto con las ardientes proclamas que se realizaban a través de emisiones de radios ubicadas fuera de nuestra “Piel de Toro”. Confrontación que sigue llegando hasta nuestros días a través de la realidad objetiva existente en un amplio sector de nuestra ciudadanía que la quiere mantener encubierta con la cortina tejida por las habilidades dialécticas de la MEMORIA HISTÓRICA, reverdeciendo con ello las dos España que se quiere perpetuar en virtud de cualquier calificación que se la quiera preceder.

Y se preguntarán ustedes y que es lo que nos quiere decir con lo expuesto, pues simple y llanamente lo que he dicho, si quiere usted conocer la Verdad, o si una cosa es veraz, lo primero a obtener por usted es el más amplio y nítido concepto de la cosa, acto o argumentación y fiscalice o controle que la misma se desarrolla sin mutación y sin posibilidad de negación y para hacer comprensible lo expuesto les pregunto:

Qué es la MEMORIA HISTÓRICA, qué persigue, es oportuna… y en una primera impresión, les respondería: Naturalmente que es oportuno el conocimiento de nuestro pasado, para que desde su análisis y contraste de pareceres podamos realizar las oportunas correcciones que nos pudieran evitar caer en los mismos errores. Naturalmente que a nivel personal quiero conocer el pasado que no he vivido, las situaciones producidas y las causas que las produjeron. Y todo ello desde el contraste de opiniones y de vivencias. Qué resultado mas objetivo se podría obtener si a través de este mismo diario formalizásemos el compromiso de ahondar en nuestra confrontación civil, en las causas que la produjeron y en la cantidad de situaciones indeseables que por ella nuestros pretéritos conciudadanos vivieron. Desde este posicionamiento veo de interés LA MEMORIA HISTÓRICA .

Y es interés su conocimiento, porque podría evitar que cayésemos en pretéritos errores. A la vez que de una vez por todas, podríamos obtener una verdad objetiva de los acontecimientos, contemplada de los diferentes prismas: nacionalista, socialistas, sindicalistas, comunistas, anarquistas… y el largo etc. de “…istas” que se dan en España.

A la vez que el producto que se pudiera obtener se podría repartir entre los más desfavorecidos de las distintas confesiones que existen en nuestra ciudad.

Desde el anterior planteamiento la Memoria Histórica, es una grandísima idea que pudiera ayudar a cohesionar las diferencias surgidas en los pretéritos años. Ahora bien por el contrario si lo que se pretende es ahondar, ensanchar y contaminar aún más si cabe la purulencia producida por nuestra guerra civil en beneficio de unos intereses electoralistas, habrá que aceptar que nos encontramos ante una nueva y objetiva falsedad atribuible a la corrupción de los conceptos con tal de captar votos. Corrupción conceptual, igual que la producida por un conocido político y recogida en prensa, cuya verdad queda anulada por la confusión que demuestra con sus propias palabras, entre lo que piensa, siente y dice que no puede mantener , ante la negativa racional de lo que el mismo dijo, sobre la apertura de procedimiento judicial por prevaricación del Juez Garzón : “… para encontrar “prevaricación” en las actuaciones del juez Baltasar Garzón habría que irse al caso Vera y no a su investigación de los crímenes cometidos en el régimen franquista… como … demócrata me dolería mucho que un grupo de extrema derecha terminara con un juez de la democracia.”

Las contradicciones recogidas en este político son evidentes, como también serían muy evidentes las contradicciones que podrán observar en la inmensa mayoría de los políticos españoles si la someten al contraste expuesto.

Lo que es incuestionable es que el comentario realizado en principio en apoyo del Juez Garzón, en su mensaje, lo desfavorece totalmente. Como también desfavorece las propias identificaciones que se hace el político y al sistema convivencial en el que vivimos. Aunque he de reconocer que esas mismas declaraciones me produjo el alivio de que la transición que efectué de ser un “GARZONISTA” acérrimo, a olvidarme totalmente de él, por el juicio que me hice de que sus acciones con el GAL, no se encontraban motivadas por sus concepciones morales, sino que estaban alimentadas por su soberbia y resentimiento al sentirse ninguneado. Y esto lo digo desde el convencimiento que tengo sobre los jueces/as que acceden por vocación a la adjudicatura, sus convicciones morales son de tal fortaleza que no quedan incapacitados para intervenir en cualquier controversia que el reparto le adjudique, aunque en ella intervenga un hijo/a suyo/a .
 

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