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ACTUALIDAD - LUNES, 26 DE ABRIL DE 2010


fernando tesón. reduan.

entrevista
 

«Creo en la independencia judicial y estoy en contra de la intromisión política»

Fernando Tesón Marín, presidente de la Sala VI de la Audiencia Provincial de Cádiz en Ceuta
 

CEUTA
Antonio Gómez

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Presidente de la Sala VI de la Audiencia Provincial de Cádiz en Ceuta, Fernando Tesón (Utera 1955) estableció su residencia profesional y particular en la ciudad en 1983 tras el ascenso a magistrado después de ejercer en Huelva y Sevilla. En Ceuta fue juez instructor, ejerció como juez del tribunal tutelar de menores y entre otras funciones, ejerció de decano de los jueces. Desde 1997 preside la sección VI de la Audiencia Provincial. Redactó el Libro Blanco de la Justicia en España. Amen de menciones y condecoraciones, ha impartido asignaturas de Derecho en la UNED y participado en numerosas conferencias y jornadas. Ahora dirige y coordina las Jornadas del CGPJ en la Ciudad Autónoma.

• Pregunta.- El convenio entre la Ciudad Autónoma y el CGPJ ha derivado en la que será la I Jornada Jurídica en los primeros días de mayo. Pese a la premura, se trata de un simposio de evidente calidad con participación de relevantes personajes. Como director que es de estas jornadas, díganos ¿en qué las ha querido centrar en esta primera edición oficial?


Respuesta.- El pasado día 17 de febrero, se firmó en Ceuta un Convenio Marco de Colaboración entre el Consejo General del Poder Judicial y la Ciudad Autónoma de Ceuta, acordándose la programación de unas Jornadas Jurídicas a celebrar anualmente en esta ciudad, con contenido abierto, y destinadas no sólo a desarrollar la política de formación del Consejo General del Poder Judicial en este territorio, sino a la divulgación y tratamiento de los problemas que puedan plantearse en el mundo jurídico tanto a nivel general como en relación con Ceuta, abriéndolas a los distintos operadores jurídicos, así como a los alumnos del Centro Asociado de la Uned, además de otros colectivos puntualmente interesados, para lo que se invitaría como ponentes a juristas del más alto nivel.

Para el año 2010 se han organizado, con la especial colaboración del Centro Asociado de la Uned y la participación del Colegio de Abogados de Ceuta, estas Primeras Jornadas Jurídicas, que se desarrollarán, durante los días 3, 4 y 5 de mayo, y se tratarán temas de máxima actualidad, en el ámbito general, como la nueva oficina judicial, las reformas procesales, la violencia de género, el derecho penal de menores, los medios de comunicación, las garantías en el proceso penal y una institución como la kafala marroquí que puede tener incidencia en nuestro derecho interno.

P.- ¿Se trata de jornadas meramente profesionales o abiertas a un mayor número de público?


R.- Efectivamente se trata de unas jornadas que están enmarcadas dentro del programa de formación continua para jueces y magistrados, pero con el dato positivo de que, como digo, se abre a otros colectivos jurídicos, como abogados y técnicos de la Administración, así como a los alumnos de derecho de la Uned. Pero lo anterior no es óbice para que estén abiertas a toda la ciudadanía.

P.- ¿Qué debe hacer quien esté interesado en asistir?


R.- Cualquier ciudadano puede asistir a las ponencias, pero si alguien está interesado en obtener el diploma acreditativo deberá inscribirse en el Centro Asociado de la Uned, en donde se controlará su asistencia.

Caso Garzón

P.- No sé si decir que los jueces están de moda para bien o para mal. La actualidad nos lleva a debatir con demasiadas alegrías el papel que deben jugar. ¿Cómo lleva usted el que se acuse a los jueces de proteger la barbarie franquista, con ocasión de la imputación que ha recaído sobre Garzón por querer escudriñar en aquellos tiempos?


R.- Creo que el Estado de Derecho tiene instrumentos suficientes para dar soluciones satisfactorias a la cuestión que plantea, que ha de resolverse, desde luego, por los tribunales competentes, conforme a la legalidad vigente; los medios de comunicación tienen la responsabilidad de transmitir a los ciudadanos un sentimiento de tranquilidad y confianza en la Justicia, evitando que se cree al respecto una opinión pública distorsionada.

Pero una cosa es la problemática creada en torno a este proceso, que, con todas sus connotaciones, puede generar polémica y opiniones encontradas, y otra muy diferente que un juez haya cometido un delito de prevaricación. Creo que esta diferencia no se está explicando con claridad.

P.- Cuando existe tanta presión mediática y social contra el Poder Judicial ¿no se desestabiliza peligrosamente el sistema?


R.- Nadie puede dudar de que en el momento actual, los medios de comunicación juegan un papel muy importante en los juicios penales, que podemos considerar, por un lado, imprescindible, porque el ejercicio del derecho a la libertad de expresión y a la libre información está contribuyendo a reforzar el principio de publicidad del proceso, cuyo origen y razón de ser pasa por ser un instrumento de garantía establecido a favor del acusado y que en la actualidad adquiere mayor importancia por su vinculación con el derecho a difundir información sobre la actuación de la justicia y que puede servir como mecanismo de control mucho más eficaz que el que pueda proporcionar la publicidad en el reducido ámbito de las personas que asisten a los juicios.

Sin embargo, por otro lado, el abuso de este derecho y su utilización para fines distintos, pueden ser gravemente perjudiciales, no sólo para el desarrollo del proceso sino para los derechos de los que en el mismo participan.

Estamos, por tanto, ante un problema cuya difícil solución pasa por admitir la coexistencia tanto de la utilidad de la intervención de los medios en el proceso penal como su eventual perjuicio, siendo precisa una regulación que potencie aquélla y evite en la medida de lo posible los riesgos de aparición de estos efectos nocivos. Se trata de una cuestión que no ha sido resuelta completamente en ninguno de los países de nuestro entorno.

P.- ¿Entiende que puede haber jueces que caminen por los límites de las máximas facultades que se le otorgan para el libre ejercicio de su profesión y las utilicen en función de algún interés personal, como pudiera parecer en el llamado caso Garzón?

R.- No considero procedente dar mi opinión sobre el caso concreto por el que me pregunta, dado que se trata de un asunto que está pendiente de resolución ante el Tribunal Supremo y el Consejo General del Poder Judicial.

P.- Presiones mediáticas, políticas... ¿Es real la división de poderes en España?


R.- En el seno de la carrera judicial existe una importante corriente de opinión por la que se considera que en los últimos años se ha producido un retroceso en la consecución de un objetivo que debe ser un pilar fundamental en el Estado de Derecho cual es la absoluta independencia del poder judicial respecto del poder político. Aún cuando comparto este discurso, estimo que estas distorsiones sólo se producen en determinados niveles e instituciones, cuya reforma legal pienso que es una de las asignaturas pendientes de nuestra transición democrática, pero tampoco podemos dramatizar la situación hasta el punto de transmitir a la opinión pública un concepto erróneo de la Justicia. Me refiero a que el trabajo serio, abnegado, independiente y con una alta cualificación técnica que desarrollan en España la mayoría de Jueces y Magistrados es digno de elogio y no siempre es convenientemente valorado.

P.- ¿Por qué se empeñan en intentar mantener un equilibrio entre jueces llamados conservadores y progresistas en el Tribunal Constitucional. No hay una Constitución, no hay leyes para aplicar. Por qué se politiza lo judicial?


R.- Sólo puedo decir que estoy absolutamente en contra de cualquier intromisión de la política en el ejercicio de la función jurisdiccional y si alguna vez se producen disfunciones en este ámbito es preciso que se corrijan convenientemente por quienes tienen la competencia para ello.

P.- ¿La lentitud reconocida en los procesos judiciales, no es una manera de ser -a veces- injustos?. ¿Qué hacer ahora si el TC determina la inconstitucionalidad del Estatuto Catalán que ya se está aplicando?

R.- La Justicia requiere su tiempo, pero no cabe duda de que cuando se producen dilaciones injustificadas llega a conculcarse la tutela judicial efectiva. En cuanto al problema concreto que me plantea, y sin perjuicio de que yo ni puedo ni debo opinar sobre si efectivamente se ha producido ese tipo de dilaciones, se trata de una cuestión reservada al legislativo, que es el que determina si es posible o no aplicar una ley en tanto se tramita un recurso de inconstitucionalidad contra la misma.

P.- La imagen de la Justicia en España no está en su punto más álgido. ¿Qué hacer?

R.- Creo que entre todos tenemos que hacer un esfuerzo para dar a conocer a la opinión pública una imagen real de la justicia, que, estimo, no se corresponde en general con la que los ciudadanos perciben a través de los medios de comunicación. La prueba está en que la valoración que en todas las encuestas han hecho los ciudadanos que en alguna ocasión han tenido algún tipo de relación con los tribunales, siempre es más alta que la del resto.

P.- Cómo se explica al ciudadano de a pie que se dicten sentencias distintas, según se interpreten aspectos de la Ley?


R.- A veces resulta extraordinariamente complicado. Se trata de un tributo que ha de pagarse por la independencia del poder judicial, que es una garantía y un derecho de los ciudadanos. En nuestro sistema judicial, llamado continental, en contraposición al anglosajón, el juez está mucho más atado por la ley, sin embargo siempre habrán de darse estas disfunciones ya que no podemos llegar al extremo de un absoluto automatismo en la función jurisdiccional. Eso no es obstáculo para que se establezcan mecanismos de unificación de criterios y de doctrina, función que viene atribuida fundamentalmente al Tribunal Supremo y que también cumple el Tribunal Constitucional. Pero, desgraciadamente todos los asuntos y materias no llegan a estas instancias. No obstante, en Ceuta, en materia civil y penal, al existir un único tribunal, como es la Sección Sexta de la Audiencia Provincial de Cádiz, que a nivel local cumple esta función unificadora, este tipo de situaciones deben darse en escasas ocasiones.

Por otro lado, estimo que una de las labores más importantes del poder legislativo, debería ser la de corregir las oscuridades y ambigüedades de algunos textos legales, que dan lugar a múltiples controversias, provocando la pérdida inútil de miles de horas de trabajo y la inseguridad jurídica de los ciudadanos, y que a veces se podría solucionar con una simple reforma legislativa.

Estoy convencido de que una labor en este sentido desde el Ministerio de Justicia y los órganos legislativos, consistente en detectar estos problemas -algo bastante fácil, ya que basta repasar las colecciones jurisprudenciales digitalizadas- y darles solución mediante reformas legales más técnicas que políticas, contribuiría enormemente y con un costo mínimo, a la mejora de la Administración de Justicia.

Escuchas telefónicas

P.- En la lucha contra el narcotráfico, se ha dejado en libertad a personas vinculadas con estas redes, incluso con las manos en la masa, por el uso de escuchas telefónicas no ajustadas al control judicial. Pero en otras salas se han validado actuaciones similares? ¿Cuál debe ser el criterio?


R.- La pregunta viene al hilo de lo manifestado anteriormente. Se trata de una materia para la que desde hace años se viene reclamando una regulación legal que dé una cierta seguridad en la actuación no sólo de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado sino también de los Fiscales y Tribunales. Sin embargo, el Tribunal Supremo y las Audiencias Provinciales tienen desarrollado un amplio cuerpo de doctrina en el que se establecen unos mínimos para que se pueda autorizar esta intromisión legal en la intimidad de las personas. En el caso de que los mismos no se cumplan, se pueden dar resultados indeseables.

P.- Entendiendo los derechos y garantías, ¿puede quedar un flagrante acto delictivo impune, porque las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad hayan basado el conocimiento de esos hechos por escuchas, llamémosles irregulares?

R.- Efectivamente ello puede ocurrir, y para evitarlo debe haber una intensa colaboración entre los distintos operadores, cada uno, desde el lugar que le corresponde conforme a las competencias que legalmente tenga atribuidas.

P.- En el ejercicio de la lucha contra las redes y organizaciones delictivas ¿cómo debe ser la relación entre jueces y policías?

R.- A falta de una verdadera policía judicial, y tal como he señalado anteriormente, debe existir diálogo, un respeto y conocimiento recíprocos de las funciones que a cada uno corresponde, y actuar de acuerdo con lo que marca la ley y la jurisprudencia.

Filtraciones

P.- En una escala de valores, qué lugar ocuparían las filtraciones en los juzgados -no las goteras- ?


R.- Creo que debería ser abordado en España con prontitud el problema de las filtraciones a los medios sobre todo en la fase de instrucción, que, con una cierta flexibilización operada por el propio CGPJ, siempre son secretas. Existe una gran tolerancia al respecto ya que quienes a veces se aprovechan de estas actividades que pueden llegar a ser delictivas -revelación de secretos-, en otras ocasiones se quejan cuando les perjudican.

De todas formas es una cuestión difícilmente controlable, y que, desde luego no es imputable en exclusiva a los jueces instructores, dado que en la instrucción intervienen muchos operadores, y cuando el sumario no está expresamente declarado secreto para las partes -lo que no impide que siga siendo secreto para el público en general-, las posibilidades de filtración son enormes y, como digo, de muy difícil control.

Por otro lado ha de tenerse en cuenta que los periodistas pueden acogerse al derecho de no revelar sus fuentes, por lo que no se sabe quién o quienes han filtrado un sumario secreto.

En definitiva, creo que son fundamentales la profesionalidad y ética o deontología profesional de todos los que intervenimos en este fenómeno, tanto del lado de los tribunales como de los medios de comunicación. Y, desde luego, una regulación más precisa que dé mayor seguridad jurídica, clarificándonos el camino a seguir.

P.- ¿Por qué en Ceuta se hace tan complicado una natural relación entre periodistas y jueces, o si lo prefiere, juzgados? ¿no se evitaría así tanta filtración?

R.- En principio, no soy partidario de que los jueces o presidentes de Sala constituyan el cauce normal de acceso de los medios a la Administración de Justicia. La función del juez, claramente regulada en la Constitución, junto con el deber de secreto que el mismo tiene respecto de los hechos de los que tenga conocimiento en el ejercicio de su cargo, y la imagen de imparcialidad que ha de tener para la opinión pública, no lo hacen conveniente, sin perjuicio de que, al no estar excluida su intervención, ni por ley ni por el Protocolo de Comunicación de la Justicia aprobado por el Pleno del Consejo General del Poder Judicial de 7 de junio de 2004, se dieran supuestos concretos y estimo que excepcionales, en los que fuera conveniente que el juez saliera a la palestra, proporcionando determinada información y, sobre todo, aclarando desde su objetividad e imparcialidad lo que pueda aparecer distorsionado.

Estimo que la figura importante que parece estar relegada en este tema es el Secretario Judicial. No se olvide que es la autoridad responsable en relación con el acceso de los ciudadanos al contenido de las actuaciones judiciales.

Riesgos laborales

P.- Sólo una opinión personal. ¿Si la Ley de Riesgos Laborales es un ley, por qué cree que se permite la función laboral en dependencias imposibles para el ejercicio profesional en el sector Justicia, precisamente? ¿Es congruente que jueces que deben aplicar sanciones a empresas incumplidoras, y no puedan actuar de oficio contra quien permite que el trabajo de sus juzgados se realice en condiciones a veces deplorables?

R.- Afortunadamente, los jueces no tenemos el omnímodo poder de actuar de oficio siempre y ante cualquier situación que nos afecte y nos parezca transgresora de la legalidad. Para ello existen las normas sobre competencia y los procedimientos y cauces adecuados.

Es por ello que una situación de precariedad como la que describe, y de la que los jueces somos unas víctimas más, a veces sólo la podemos abordar reclamando de los responsables una pronta solución.
 

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