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OPINIÓN - MARTES, 4 DE MAYO DE 2010

 

OPINIÓN / ESCRITOS CABALLAS

Fuimos a la carraca
 


Javier Cherllarám
javiercherllaramt@elpueblodeceuta.com

 

Del anterior capítulo, que terminaba diciendo parecíamos el museo de cera en la formación, fue por el toque de atención del Subteniente Don Luis Sanchez Ruiz, era de Infantería de Marina, y al ver en el mal estado que dejamos el suelo donde la 5ª Brigada estaba formada, nos hizo girar y ver que el suelo había quedado totalmente marcado por los escupitajos y demás historias, nos leyó la cartilla y terminó diciendo mañana si esto aparece así, os tirais al suelo y lo limpiais con vuestros uniformes. Si veía alguien rascarse o moverse, decía usted salga de la fila y dele cinco vueltas al Patio de Armas.

Por eso cuando lo veíamos venir, la 5º Brigada era de cera, tiesa tiesa y no se movía ni una mosca. Con la pinta de pelones, con los tenis bambas y la hechura de desconcierto, mandos y subalternos, nos espetaron, TODOS A LA CARRACA, que es el Arsenal-Penal de la Armada en San Fernando, Cádiz. Dando media vuelta a la Base Naval de San Carlos, fuimos andando a paso maniobra hasta llegar a la Carraca. Las caras y cromos que veíamos era todo un espectáculo, en la puerta custodiaban los pedazos de maromos de la PN, la Policía Naval, aparece otra vez el Subteniente de Infantería de Marina y grita agachense..., todos en cuclillas en el suelo, miren la etiqueta de la marinera al compañero de delante, la lectura de la talla, era la que cada uno tenía que decir en el mostrador del encargado, del Almacén de Vestuario de la Armada.

Fuimos entrando por pares, digo en el mostrador L-46, y mi Cabo me hace sacar del saco-petate, todo un género de ropas, de carrerillas decía, un traje de bonito, las botas y zapatos segarra, el abrigo, la bolsa de aseo, los gayumbos, otro traje de faena, las sandalias para navegar en zodiac y por supuesto el Lepanto, el gorro de marinero. A todos los sacos revisados y comprobado el contenido, les pusieron a rotulador el número de cada marinero, el número de la litera, el número del rancho o camareta y el número de la Brigada. Ese número era de por vida.

Un camión de la Armada se llevó todos los sacos, nosotros de regreso nos obligaron a ponernos el Lepanto para hacernos la idea de que estabamos en la Armada, el barboquejo lo llevabamos colgando y parecíamos una murga representativa de Cádiz, por la hechura que llevamos y nos cruzamos con la 6ª Brigada que emprendía el mismo recorrido, tiempos después, mis compañeros de Ceuta, me dijeron colega nos cruzamos con la otra Brigada y nos vemos al Chellarám con la pinta del Lepanto y el barboquejo colgando y la cara mirando los caños de la Carraca, no se sabía si de entusiasmo, siroco o que ya nos veía venir. Al llegar al Patio de Armas, al unísono llegaba el camión y empezaban gritando los números de los sacos-petate, el que no gritaba fuerte presente, le iban tirando el saco en la cabeza, ya había que irse espabilando y echando cojones.

Otra vez el Subtenient, ya dije que la Mili era el en persona, nos espeta, poneros todos las botas en cinco minutos, aquello era como vestirse para el charleston, toda una locura, sacar las botas y sin poner los cordones, a medio abrochar, aparecimos en el Patio y empezó a meternos marcha e instruccion, haciendo braceo y dando zapatazos en el Patio, al terminar, ya media Brigada quejandose de ampollas en los pies, los cabos nos decían eso es el aperitivo para mañana. Por la tarde, sesión de fotos para el carnet, con la parte de arriba, el tafetán y el saco de ropa interior, nos presentamos en el estudio fotográfico, nos ponían el número arriba como los fichajes del truyo. Todavía no teníamos el toque de afeitarse todos los días, y salgo en la foto que parecíamos el ejercito de Pancho Villa, ya somos marineros, continuará...
 

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