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sociedad - VIERNES, 7 DE MAYO DE 2010


José Antonio Díaz Huertas. reduan.

pediatría / ATENCIÓN MÉDICA A LA INFANCIA
 

La manifestación más
invisible de la violencia

La Consejería de Sanidad y Consumo trata de impulsar los registros de niños maltratados para erradicar un problema muy a menudo desatendido por la pérdida de peso de la infancia en la pirámide poblacional
 

CEUTA
José García

ceuta
@elpueblodeceuta.com

La Organización Mundial de la Salud incluye el maltrato infantil entre las patologías que forman parte de la Clasificación Internacional de Enfermedades, equiparable a la tubercolosis o el sida y abarcando tanto el maltrato físico y emocional como el abuso sexual, así como toda acción, omisión o trato negligente que afecte al niño en su desarrollo físico, psíquico o social. El pediatra y especialista en maltrato infantil José Antonio Díaz Huertas está impartiendo estos días unas charlas formativas en la UNED, invitado por la Consejería de Sanidad y Consumo de la Ciudad Autónoma, para enseñar a médicos de familia, pediatras, forenses y enfermeras las claves de este problema que, según algunas estimaciones, afecta a entre 4 y 7 de cada mil niños y, según otras estadísticas, a entre el 10 y el 15 por ciento de la infancia. Otros estudios apuntan que por cada caso conocido habrá otros 7 ó 10 que no se conozcan.

Contar con un personal sanitario formado en el diagnóstico y las actuaciones necesarias de emprender frente a un caso de violencia contra los niños es fundamental en la pretensión de la Consejería de Sanidad de dar un impulso al registro de maltrato infantil, ya que son casos que todo el mundo está obligado a denunciar, máxime si se trata de un profesional sanitario.

“Los profesionales deben detectar si en el entorno familiar del niño existen factores de riesgo y factores de protección, para ayudar a eliminar los primeros y potenciar los segundos. Es muy importante la relación de los médicos con los servicios sociales porque la actuación frente a este tipo de problemas está completamente desjudicializada”, apuntó Díaz Herranz.

El pediatra está convencida que la creación de los referidos registros contribuirá a asentar la obligación de preservar los derechos del niño. “En este momento la infancia es más invisible que nunca porque ha perdido peso en la pirámide poblacional”, apostilló el pediatra.

Continuando con su argumentación, a esta invisbilidad, como la de la violencia que se ejerce sobre personas con discapacidad o mayores, ha contribuido también la hipervisibilidad de otras manifestaciones violentas, como la de género. “Hay que ir a programas integrales de atención a la violencia”, añadió el especialista.

Aunque maltrato también es no atender a los niños y sus necesidades. Cualquiera de sus manifestaciones deben ser obligatoriamente denunciadas por el médico aun en el caso de que sólo se detecte sospecha o riesgo de que se produzca. En la mayoría de los casos debe comunicarse al trabajador social, si hay lesiones físicas o signos de abuso sexual deben ser puestas en conocimiento del juez, según la Ley de Enjuiciamiento Criminal.

El maltrato infantil puede dejar secuelas físicas como discapacidades pero sobre todo secuelas en el desarrollo psico-emocional del niño, con pérdida de autoestima, problemas de aprendizaje, etc. Se puede detectar desde la consulta según la naturaleza de las lesiones que presente, si las explicaciones de los padres no concuerdan con otras circunstancias del caso, si existen lesiones anteriores a aquella por la que se acude al médico o las huellas en la piel. “Si embargo, hay que pensarlo y para ello el personal sanitario necesita formación”, continúa este pediatra que trabaja en la materia desde 1985.

Sin embargo, los actores del maltrato no se encuentran sólo en el entorno de la familia. También puede existir el maltrato institucional y la Ley de Protección Jurídica del Menor deja claro que el médico tiene obligación de comunicar todos los casos que detecte.

Otro apéndice del problema es la relación entre el maltrato infantil y la predisposición a la violencia cuando el niño se convierte en un adolescente o un joven. “Si un niño ha sido educado en la violencia tendrá mayor tendencia a reproducirla conforme se acerque a la edad adulta, puede ser una reacción emocional porque sus necesidades afectivas no han sido atendidas en la infancia”, concluyó.
 

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