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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 12 DE MAYO DE 2010

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

Inmigración forzada
 


Jesús Carretero
jesuscarretero@elpueblodeceuta.com

 

Y siempre he considerado que esta inmigración, ilegal, viene forzada por las penurias económicas y sociales de sus territorios de origen y, además, tratando de encontrar el Edén en Europa, que ahora, menos que nunca, puede solucionar la papeleta, a esas invasiones que se están acercando, desde hace varios años.

Poco a poco, se van dando cuenta de que no son los mejores tiempos para llegar, en busca de fortuna, a Europa, y aunque es cierto que las informaciones que han recibido en sus tierras, de la permisividad que podrían encontrar aquí, hacía de esto el paraíso, la realidad les va demostrando que las cosas, aquí también, van cambiando, y que allí tienen dificultades, muchas, pero aquí tampoco les van a faltar, con el agravante de que aquí están fuera de su país.

Ahora mismo y cada día más, irán desistiendo de muchas de sus reivindicaciones, especialmente aquellos que reclamaban su salida hacia la península.

Veo que, tan sólo, han quedado siete inmigrantes congoleños que, procedentes del CETI, reclaman su salida a la península y que han estado acampados durante una semana, ante la Comisaría.

La situación es dura, no me cabe la menor duda, pero quienes entran y de las formas que han entrado, por la puerta falsa, en un país, como el nuestro, no creo que sean los que más puedan exigir derechos, o los derechos que ellos consideran que les pertenecen.

La inmigración, lo sé por experiencia, es dura, pero una inmigración controlada, en todos los sentidos, es mucho más llevadera, para los inmigrantes y para quienes los reciben.

La inmigración clandestina, sin orden, sin control, sin papeles y sin más que su llegada y su asentamiento en cualquier lugar, crea problemas, lo primero para el inmigrante y, de rebote, para el territorio que los acoge.

Hace menos de una semana, el Centro Zonal de Salvamento de Tarifa Tráfico y el Servicio Marítimo de la Guardia Civil, junto a Salvamar “Alkaid” y el Helimar Andalucía rescataron a medio centenar de subsaharianos que viajaban, a la deriva, en una patera.

Y si el problema es grande cuando se trata de personas mayores, infinitamente mayor es ese problema, cuando en ese “viaje a lo desconocido” llegan, también, menores. En este caso los menores eran siete.

Ante esto, no hay quien se resista, hay que dar cobijo, desde el primer momento, a esas criaturas, a las que sin saber andar, sin haber conocido nada del mundo, se les mete en una patera y luego:”Dios dirá”.

Los expertos en estos casos de inmigración clandestina, especialmente, en el Estrecho, siguen sosteniendo que la presión desde el lado marroquí sigue dándose, con lo que hay gentes que, un día, llegaron a unas tierras, de ahí se les fuerza a salir y la ruta que les queda, para bien o para mal, es el mar.

Los que no llegan por mar, intentan llegar escondidos en lo que sea y como sea, esto explica que la Guardia Civil sorprenda cada semana entre cinco y diez subsaharianos ocultos en camiones.

Y no me extraña este intento, porque para lograr sus objetivos tienen que hacer lo “auténticamente imposible”, y dentro de ese imposible, por si uno es capaz de colarse, arriesgan en lo que sea, mal en los bajos de un camión, pero peor será en una patera a la deriva.

Esto, también, entra en la parte del mundo de la globalización en que vivimos.
 

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