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OPINIÓN - MARTES, 18 DE MAYO DE 2010

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

No soy muy dado a asistir a bodas, bautizos o comuniones. Es más cuando tengo que acudir a alguna de ellas trato, por todos los medios a mi alcance, de poner alguna escusa para evitar estar presente en cualquiera de los eventos antes mencionados.

Pero el pasada sábado, a pesar de todo lo comentado, sentí una gran satisfacción al tener que asistir a la comunión de Jaime Alonso Sánchez, un chaval al que desde muy pequeño le tengo un gran cariño y, desde luego, no me hubiese perdonado nunca no estar presente en ese acto. Porque el no haber acudido, al mismo, hubiese sido como hacer una traición a alguien, como es el caso, por el que uno siente un gran cariño.

A Jaime le conocí nada más llega al mundo, por la amistad que me une con sus padres, Carmita y Javi, a los que también le profeso un gran afecto. Por todo ello, considero a Jaime como algo mío.

Es más, en varias ocasiones, cuando hemos ido a ver al Ceuta, todos me han preguntado si ese niño que llevaba de la mano era mi nieto y nunca trate de desmentir a ninguno de los que me preguntaba tal cosa. Quizás porque, en el fondo de mí alma, así es como consideraba y considero a Jaime. Ya les he dicho que lo considero algo mío.

Con Jaime mantengo conversaciones de “Pressing Cacht”, del que es un entendido, conociendo los nombres de todos los luchadores que participan en esos eventos y sabiendo, en todo momento, quién es el campeón del mundo de cada categoría o quién ha sido el que ha perdido la corona de campeón.

Sus padres le regalaron, con motivo de su primera comunión, algo que jamás podrá olvidar, un viaje a la Ciudad Condal para presenciar dos encuentros, uno de liga y otra de la Copa de Europa del equipo de sus amores, el Barça.

Conociéndole, como le conozco, se que disfruto al máximo, al ver a sus ídolos sobre el terreno de juego, y lo que es más importante para un gran aficionados, presenciar dos triunfos del equipo de sus amores.

Quizás sea esto en lo único que Jaime y yo no estamos de acuerdo, pues mientras él es seguidor del Barça, yo soy del Madrid. Una diferencia que no interfiere, para nada, en el gran cariño que siento por mí joven amigo. Entre otras cosa, porque el fútbol es un deporte, y el deporte, guste o no, sirve para unir más los lazos de amistad y cariño entre las personas, aunque cada uno tenga sus preferencias, a la hora de elegir su equipo favorito.

Sentado en el hotel Tryp, lugar de la celebración, se me vino a la memoria una comparación entre las celebraciones de hoy día y las de mí época. Y aunque dicen que las comparaciones son odiosas, tengo que reconocer que la vida ha cambiado tanto, que los años han pasado como un suspiro y que de los trajes grises y el chocolate, cuando había chocolate, a los trajes de hoy día y las celebraciones media un abismo.

Lo que no ha cambiado, porque eso no puede cambiar, por muchos años que pasen, a pesar de las diferencias de épocas, es la ilusión que todos los niños, sean de la época que sean, tienen ese día único, que no se volverá a repetir. Felicidades, un beso y un abrazo, Jaime.
 

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